Por qué la ciudad de Nueva York es una ciudad santuario modelo
Tras meses esperanza de que Donald Trump daría marcha atrás respecto a sus promesas de campaña contra los inmigrantes, lo opuesto ha sucedido. En las primeras semanas después de asumir el mando, Trump les ha declarado la guerra a los inmigrantes y ha prometido construir un muro en la frontera, aumentar las deportaciones y no dejar entrar a refugiados.
Su programa de gobierno va en contra de todo lo que este país valora y todo lo que la ciudad de New York siempre ha defendido. El compromiso de nuestra ciudad con los inmigrantes es el núcleo de nuestra identidad. Respetamos a los inmigrantes, apoyamos sus aspiraciones y trabajamos arduamente para que sean parte de la esencia de esta ciudad.
Como tal, la ciudad de Nueva York se considera desde hace mucho tiempo una “ciudad santuario”, donde las agencias locales de la ley se rehúsan a ser forzadas a cumplir políticas de inmigración del gobierno federal que perjudican a sus comunidades. Dichas políticas están en vigor desde hace varias décadas. Incluso Rudy Giuliani, cuando fue alcalde, defendió ardientemente las leyes que prohibían que los empleadores de la ciudad de Nueva York reportaran la situación inmigratoria de los neoyorquinos inmigrantes.
Cientos de ciudades, estados y condados siguen políticas similares. Entre ellos se encuentran algunas de las más grandes ciudades del país, como también pueblitos al interior de los estados donde ganó Trump. Las razones son las mismas: las políticas de santuario mantienen a las ciudades más seguras y prósperas al no forzar a los inmigrantes a la clandestinidad y permitirles aportar y llevar vidas plenas.
En años recientes, la ciudad de Nueva York ha ido incluso más lejos. Por medio del trabajo de muchas organizaciones de defensa, incluidas Make the Road New York y el Center for Popular Democracy, los líderes municipales han puesto en vigor una serie de programas que ayudan a los inmigrantes a tener una vida más segura y próspera, y que benefician a la ciudad de muchas maneras.
Por ejemplo, en el año 2014, el alcalde De Blasio dio inicio a IDNYC, el más extenso programa municipal de identificación en el país. Permite que los inmigrantes indocumentados abran cuentas de banco y tengan acceso a servicios sociales necesarios. Tiene un alcance de más de 850,000 personas y se ha hecho popular con una gran variedad de neoyorquinos, entre ellos muchos que no son inmigrantes (como yo).
La ciudad también ofrece excelente acceso lingüístico a los neoyorquinos que aún se encuentran en el proceso de aprender inglés, lo que incluye vitales servicios de interpretación y traducción en todas las agencias de la ciudad para los residentes que necesitan acceso a valiosos servicios municipales.
Para los residentes que enfrentan la traumática posibilidad de deportación y separación de sus familiares, la ciudad también ha creado un innovador programa a fin de proporcionar a los neoyorquinos en procesos migratorios acceso a abogados que tienen mucha experiencia en la defensa contra la deportación. Los clientes del programa tienen probabilidades aproximadamente 1,000 por ciento más altas de ganar sus casos de inmigración que quienes no tienen representación legal.
Con estas medidas, a la ciudad de Nueva York realmente ha elevado el estándar para otras ciudades en todo el país. Y ha sido beneficioso para toda la ciudad. Hoy en día, nuestra economía se encuentra en auge, la tasa de criminalidad es la más baja de la historia, y un nivel récord de turistas de todo el mundo vienen en masa. La protección de nuestros inmigrantes solo ha tenido consecuencias positivas para la ciudad de New York.
Seguiremos esforzándonos por lograr medidas de política que faciliten que los inmigrantes trabajen y vivan en la ciudad de Nueva York, y haremos todo lo posible para alentar a otras ciudades a que sigan nuestro ejemplo. A juzgar por el número de ciudades que se están pronunciando y declarándose santuarios tras los crueles e insensatos decretos ejecutivos de Trump, parece que el ejemplo de Nueva York ya está surtiendo efecto.
-Andrew Friedman es codirector ejecutivo del Center for Popular Democracy