Editorial: Peligra la reforma policial
La experiencia muestra que es difícil confiar que los fiscales municipales actúen contra la policía con la que trabajan diariamente
La experiencia muestra que es difícil confiar que los fiscales municipales actúen contra la policía con la que trabajan diariamente.
La preocupación del Departamento de Justicia ya no es la de proteger los derechos civiles ante su violación por los excesos de la fuerza del orden. Ahora su trabajo es promover “la seguridad del oficial, la moral del oficial y el respeto público a su trabajo”.
La nueva política establecida por el secretario de Justicia, Jeff Sessions, da a un giro de 180 grados a la política seguida por expresidente Obama ante los incidentes policiales de los últimos años. Busca eliminar años de es esfuerzo para implementar reformas policiales.
Es más, ahora se borra de un plumazo la larga historia de la agencia federal en la defensa de las minorías ante los abusos de las autoridades estatales y locales.
El memoradum de Sessions es una gran contradicción que justifica lo injustificable.
Por un lado establece un papel federal para proteger a los policías, con exigencias de cómo hasta el público debe interpretar sus acciones. Además de exigir una revisión de acuerdos locales como el alcanzado en Baltimore.
Por el otro, dice que no es responsabilidad del gobierno federal “manejar las agencias policiales no federales” en cuanto al respeto a los derechos civiles, a la responsabilidad del accionar policial y lo necesario para una vigilancia efectiva. Eso queda en manos de las autoridades locales.
Esta actitud responde a una falsa narrativa en donde los perseguidos injustamente son los agentes del orden. Los sondeos indican que este sentimiento prevalece entre los uniformados. Pero en vez de apapacharlos hay que entrenarlos para lidiar con el público y no proteger a los que actúan improcedentemente.
Las críticas y las demandas por una reforma policial surgieron a partir de los videos grabados por el público en donde se registraron excesos de fuerza, de los reportes policiales falsos y del encubrimiento sistemático de acciones ilegales.
La idea de que la autoridad vigile a la policía es irreal. La experiencia muestra que es difícil confiar que los fiscales municipales actúen contra la policía con la que trabajan diariamente.
La mayoría del público confía en la policía. La acción de Sessions no tiene lógica más que responder a los sindicatos de policías que apoyaron a Trump. Además de sostener una idea de ley y orden que no responde al nivel de delincuencia en Estados Unidos.
Es necesario un acercamiento entre la policía y las comunidades de color. La nueva política hace todo lo contrario, envalentona al que abusa de su autoridad y deja más vulnerable a su víctima.