Editorial: Nuestra América

Esto no es todo, pero sirve para comprender que la grandeza de una nación está en su gente, no en su armas. ¡Feliz 4 de Julio!

Esta fiesta de la independencia halla a Estados Unidos bajo el mantra  de que “América sea grande otra vez”. El deseo de grandeza para nuestro país es compartido por una gran mayoría de los que lo habitamos. La  diferencia está en su definición.

La frase que ayudó al triunfo del presidente Donald Trump fue usdada con éxito en la década de los ochentas. El expresidente Ronald Reagan llegó con ella a la Casa Blanca envuelto en un manto de nostalgia. Desde allí inició una revolución conservadora cuyo impacto se vive hoy.

La visión de grandeza de Reagan no dio un buen resultado a la larga. Mucho menos dará la perspectiva del actual jefe de Estado.

Hoy Estados Unidos es un país dividido por una disparidad de riqueza histórica.

Este es el resultado de una filosofía económica que asumió erróneamente que la prosperidad del sector de producción, y de los más pudientes, iba a descender al resto a la sociedad, para elevar el nivel de vida general.

Eso no fue así.

Las acciones de Wall Street subieron a costa de salarios estancados y la inseguridad laboral. La riqueza creada durante décadas quedó en pocas manos, la especulación financiera estimulada por desregulaciones reemplazó la inversión productiva.

Los recortes de impuestos, lejos de crear las bonanzas económicas anunciadas, llevaron a déficits. Los que fueron pagados con la reducción de la red de protección social y las funciones regulatorias gubernamentales que protegen el bolsillo del consumidor y la salud del individuo.

La frustración y enojo del votante de Trump no es el resultado de la  presidencia de Barack Obama. Es una reacción a las circunstancias que viven, las que fueron creando por décadas.

Es irónico que el candidato de estos electores, que prometió una “América que sea grande otra vez ” esté repitiendo, y aún más radicalizadas, las políticas que llevaron a esta situación.

La  grandeza no es un viaje al pasado sino un desafío para el futuro.

Es la visión de una democracia participativa que permita una estabilidad para lograr el crecimiento humano, la creación de oportunidades y la prosperidad.

Creemos que esto parte del derecho a la “búsqueda de la felicidad” que se menciona en la Carta de Derechos.

Para lograr esta grandeza es necesario:

.- Que la prioridad sea la educación desde la guardería a la universidad.

.- Que el debate político sea una competencia civil y tolerante de ideas para buscar soluciones comunes.

.- Que la preocupación en la salud sea sanar la enfermedad sin temor a la bancarrota.

.- Que haya una valoración razonable y comparativa del trabajo.

.- Que no se usen a las minorías ni a los inmigrantes como chivos expiatorios de problemas complejos.

Esto no es todo, pero sirve para comprender que la grandeza de una nación está en su gente, no en su armas. ¡Feliz 4 de Julio!

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