Todos los jugadores del River Plate al antidoponig en Libertadores, un hecho inédito

Titulares y suplentes que estuvieron en Asunción debieron realizar el análisis

ASUNCIÓN, Paraguay.- Ariel Rojas camina y camina por una alfombra de césped sintético, adornada accidentalmente con tres botellas de agua vacías en el suelo, una de una bebida deportiva y distintos papeles que luego serán levantados. Va y viene, con la cabeza gacha y los pies descalzos, pese a que la fresca noche paraguaya no lo amerita. Lleva puesto un buzo rojo con tiras blancas y todavía tiene el pantalón blanco con tiras rojas que usó en la victoria 2-0 de River ante Guaraní en el Defensores del Chaco.

Posiblemente, le molesta demasiado una situación que ya lo está poniendo nervioso: pasaron casi dos horas desde que el árbitro Andrés Cunha marcó el final y todavía no pudo bañarse ni acomodarse en el vestuario porque no logra orinar. ¿Qué pasó? La Unidad de Antidopaje de la Conmebol anunció que los 18 jugadores del plantel millonario fueron “seleccionados para la realización de controles dirigidos en competición de acuerdo a lo establecido en el Procedimiento de Control”.

Son tan solo cinco mililitros los que separan a Rojas de la merecida ducha y, posiblemente, de algún que otro comentario jocoso de sus compañeros por su tardanza. Quizá, la presión de ser el último de los jugadores que quedó en la “Sala Doping” del estadio le juega en contra a la cabeza. Por eso, busca alternativas: mucha agua, pies fríos y poco abrigo para que aparezcan las ganas -al no transpirar por la baja temperatura, el exceso de líquido se expulsa al orinar-, y una pequeña caminata.

Recién a las 01.54 del miércoles, más de dos horas después del final del encuentro, el futbolista millonario logró alcanzar los 90 mililitros necesarios y enfiló hacia el vestuario. Para llegar hasta allí, debió atravesar un amplio estacionamiento. “Ya sacan los celulares…“, atinó a decir, al ver algunos teléfonos que aparecían cuando comenzaba a caminar, y esbozó una mínima sonrisa.

Es que los pasillos del Defensores del Chaco se revolucionaron por la sorpresiva decisión de Conmebol de hacer pasar a todo el plantel de River por el control antidoping. La dirigencia millonaria recibió la notificación vía correo electrónico a las 21.55, aunque ya habían sido altertados por la tarde y sabían que podía suceder.

Ante la situación, la pequeña “Sala Doping” se volvió un foco inusual de protagonistas, cámaras, periodistas y hasta curiosos. Allí, y en la sala de Secretaría, los jugadores realizaron el control y rotaban de cuarto a la hora de completar las planillas para acelerar un trámite que se hizo demasiado largo. Marcelo Larrondo, Gonzalo Martínez, Exequiel Palacios, Gonzalo Montiel, Tomás Andrade y Carlos Auzqui fueron los primeros en salir. En el medio, empleados del estadio y la Conmebol dejaban el lugar con distintas bolsas de residuos repletas de botellas y cajas de pizzas, ya que algunos debieron comer allí.

Para las 0.55, cuando ya había pasado más de una hora, restaban 12 jugadores. Luego, fueron apareciendo el resto: salieron Augusto Batalla y Milton Casco, pasaron Iván Rossi, Ignacio Fernández, Enrique Bologna y Lucas Alario, luego Ignacio Scocco y Leonardo Ponzio, y finalmente salieron Jorge Moreira y Javier Pinola. Al igual que Rojas, otro que se demoró más de lo normal fue Luciano Lollo, pero salió minutos antes que su compañero.

¿Cómo es por dentro el lugar? Un ambiente pequeño con puerta de madera, alfombra oscura en el suelo, un sillón bordó amplio, otros dos sillones más chicos del mismo color, tres puffs, una heladera que contaba con agua, gaseosas y bebidas deportivas, y un cuadro de FIFA que rezaba: “La cocaína es el fin del camino”. Detrás, separado por un biombo, hay otro ambiente más chico, donde trabajaron los médicos y ordenaron las muestras y las planillas durante el control y al finalizarlo. El médico Hugo Martínez llevó a cabo el proceso, junto a los ayudantes Rodrigo Centurión y Osvaldo Villanueva.

La puerta de la sala estuvo todo el tiempo custodiada por integrantes de la seguridad del plantel más personal de Conmebol, encabezados por Bernardino Caballero, oficial de seguridad del partido asignado por la Confederación, quien no se retiró del lugar hasta que los médicos se llevaron en una caja de cartón la totalidad de las muestras. Por allí desfilaron distintos actores del mundo millonario: el médico Pedro Hansing, quien se retiró último, el preparador físico César Zinelli, el presidente Rodolfo D’Onorio y los dirigentes Norberto Álvarez, Eduardo Barrionuevo y Adrián Varela, entre otros.

Cuando solo quedaban algunos pocos jugadores y la gran mayoría había finalizado, en el vestuario se empezó a vivir el clima festivo tras conseguir una victoria clave: comenzaron los aplausos, los gritos y el sonido de la cumbia bien elevado. Al ritmo del tema “No hay más nada” de la banda de cumbia “Los Totora”, los jugadores millonarios empezaron a cerrar una jornada poco usual. Ahora, llegará la tranquilidad: desde hoy hasta el domingo 16, tendrán vacaciones.

ASUNCIÓN (Paraguay).- Ariel Rojas camina y camina por una alfombra de césped sintético, adornada accidentalmente con tres botellas de agua vacías en el suelo, una de una bebida deportiva y distintos papeles que luego serán levantados. Va y viene, con la cabeza gacha y los pies descalzos, pese a que la fresca noche paraguaya no lo amerita. Lleva puesto un buzo rojo con tiras blancas y todavía tiene el pantalón blanco con tiras rojas que usó en la victoria 2-0 de River ante Guaraní en el Defensores del Chaco.

Posiblemente, le molesta demasiado una situación que ya lo está poniendo nervioso: pasaron casi dos horas desde que el árbitro Andrés Cunha marcó el final y todavía no pudo bañarse ni acomodarse en el vestuario porque no logra orinar. ¿Qué pasó? La Unidad de Antidopaje de la Conmebol anunció que los 18 jugadores del plantel millonario fueron “seleccionados para la realización de controles dirigidos en competición de acuerdo a lo establecido en el Procedimiento de Control”.

Son tan solo cinco mililitros los que separan a Rojas de la merecida ducha y, posiblemente, de algún que otro comentario jocoso de sus compañeros por su tardanza. Quizá, la presión de ser el último de los jugadores que quedó en la “Sala Doping” del estadio le juega en contra a la cabeza. Por eso, busca alternativas: mucha agua, pies fríos y poco abrigo para que aparezcan las ganas -al no transpirar por la baja temperatura, el exceso de líquido se expulsa al orinar-, y una pequeña caminata.

Recién a las 01.54 del miércoles, más de dos horas después del final del encuentro, el futbolista millonario logró alcanzar los 90 mililitros necesarios y enfiló hacia el vestuario. Para llegar hasta allí, debió atravesar un amplio estacionamiento. “Ya sacan los celulares…”, atinó a decir, al ver algunos teléfonos que aparecían cuando comenzaba a caminar, y esbozó una mínima sonrisa.

Es que los pasillos del Defensores del Chaco se revolucionaron por la sorpresiva decisión de Conmebol de hacer pasar a todo el plantel de River por el control antidoping. La dirigencia millonaria recibió la notificación vía correo electrónico a las 21.55, aunque ya habían sido altertados por la tarde y sabían que podía suceder.

Ante la situación, la pequeña “Sala Doping” se volvió un foco inusual de protagonistas, cámaras, periodistas y hasta curiosos. Allí, y en la sala de Secretaría, los jugadores realizaron el control y rotaban de cuarto a la hora de completar las planillas para acelerar un trámite que se hizo demasiado largo. Marcelo Larrondo, Gonzalo Martínez, Exequiel Palacios, Gonzalo Montiel, Tomás Andrade y Carlos Auzqui fueron los primeros en salir. En el medio, empleados del estadio y la Conmebol dejaban el lugar con distintas bolsas de residuos repletas de botellas y cajas de pizzas, ya que algunos debieron comer allí.

Para las 0.55, cuando ya había pasado más de una hora, restaban 12 jugadores. Luego, fueron apareciendo el resto: salieron Augusto Batalla y Milton Casco, pasaron Iván Rossi, Ignacio Fernández, Enrique Bologna y Lucas Alario, luego Ignacio Scocco y Leonardo Ponzio, y finalmente salieron Jorge Moreira y Javier Pinola. Al igual que Rojas, otro que se demoró más de lo normal fue Luciano Lollo, pero salió minutos antes que su compañero.

¿Cómo es por dentro el lugar? Un ambiente pequeño con puerta de madera, alfombra oscura en el suelo, un sillón bordó amplio, otros dos sillones más chicos del mismo color, tres puffs, una heladera que contaba con agua, gaseosas y bebidas deportivas, y un cuadro de FIFA que rezaba: “La cocaína es el fin del camino”. Detrás, separado por un biombo, hay otro ambiente más chico, donde trabajaron los médicos y ordenaron las muestras y las planillas durante el control y al finalizarlo. El médico Hugo Martínez llevó a cabo el proceso, junto a los ayudantes Rodrigo Centurión y Osvaldo Villanueva.

La puerta de la sala estuvo todo el tiempo custodiada por integrantes de la seguridad del plantel más personal de Conmebol, encabezados por Bernardino Caballero, oficial de seguridad del partido asignado por la Confederación, quien no se retiró del lugar hasta que los médicos se llevaron en una caja de cartón la totalidad de las muestras. Por allí desfilaron distintos actores del mundo millonario: el médico Pedro Hansing, quien se retiró último, el preparador físico César Zinelli, el presidente Rodolfo D’Onorio y los dirigentes Norberto Álvarez, Eduardo Barrionuevo y Adrián Varela, entre otros.

Cuando solo quedaban algunos pocos jugadores y la gran mayoría había finalizado, en el vestuario se empezó a vivir el clima festivo tras conseguir una victoria clave: comenzaron los aplausos, los gritos y el sonido de la cumbia bien elevado. Al ritmo del tema “No hay más nada” de la banda de cumbia “Los Totora”, los jugadores millonarios empezaron a cerrar una jornada poco usual. Ahora, llegará la tranquilidad: desde hoy hasta el domingo 16, tendrán vacaciones.

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