Amigos con derechos, ¿en peligro de extinción?
Según las estadísticas de un sitio de citas para gente comprometida, 6 de cada 10 usuarios no elegiría a un amigo como amante
La figura del “amigo con derechos”, expresión que suena más a consuelo que a sentimiento. Consulto el oráculo (mi círculo más íntimo), recuerdo experiencias personales y descubro que sigue tratándose de un vínculo inclasificable para la mayoría de los hombres y mujeres sexualmente activos.
Cuando nos preguntan qué pensamos acerca del tema, por lo general opinamos con la autoridad de las frases hechas y las certezas ajenas, fórmulas que efectivamente fracasan cuando toca ponerlas en práctica. Somos humanos, y vivir no es otra cosa que arder en preguntas, bien decía Artaud.
Aunque hoy estén forjadas a WhatsApp y pocas tardes de café, y pese a que muchos creen que “like” es un sinónimo, a mi entender, la amistad es un tesoro que trasciende cualquier banalidad, incluido el mandato de la carne.
La RAE la define como un afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato. Por eso mismo creo que deberíamos empezar a hablar con propiedad y resignificar el término “amante”, tan injustamente aplicado a las relaciones ilegitimas (sexo fuera del matrimonio) pero que en rigor describe lo que es un amigo con beneficios, pues se trata de alguien por quien tenemos un afecto interesado. A no engañarse: así sea buena persona y gran confidente, un amigo con derecho a roce es un amante. Un amigo es otra cosa.
Capítulo aparte, y a propósito de estos conceptos limítrofes, un sondeo reciente realizado por la red de citas para infieles, Second Love, arrojó que 6 de cada 10 usuarios no elegiría a un amigo como amante. Según las estadísticas del sitio (con 2,5 millones de usuarios globales), se incrementó en un 60% el número de hombres y mujeres que al momento de un affaire, prefiere a un desconocido, por eso recurren a las redes sociales para conocer y contactar gente nueva. La mayoría asume que un romance con alguien fuera de su entorno cotidiano hará menos complicado ponerle fin, lo que es un grave error: la exigencia siempre es la misma (respeto, para el caso).
Un dato relevante de la encuesta es la alta rotación del infiel: cambia de amante casi como de calzón, cada tres meses en promedio. Es que al cabo de ese tiempo, indefectiblemente uno de los dos empieza a reclamar más. Entonces vencido el beneficio, vencida la amistad. Para Matías Lamouret, vocero del portal, esto “contrasta con otras encuestas e informes que afirman que muchas personas fantasean con sus amigos. Quizás solo quede en eso, en una fantasía, no para una aventura”.