Editorial: La caída de Arpaio
No sorprende que esta caída se deba a su extremismo en cuanto a la captura de los inmigrantes
Joe Arpaio quiso mantener a toda costa ese título autoimpuesto de ser el “sheriff más duro de America”. Para lograrlo rompió reglas, infringió derechos constitucionales, manejo mal fondos públicos e hizo miserable la vida de miles de inmigrantes en Arizona.
Por eso es correcto que el fin de 24 años a cargo de la ley y el orden en el Condado de Maricopa terminen con un fallo judicial por desacato y la posibilidad de cinco meses de prisión.
En realidad, creemos que Arpaio la sacó bastante barata.
Va a pagar el precio de la arrogancia por ignorar la orden de un juez federal en 2011 de poner un alto a sus patrullajes en contra de los inmigrantes. El sheriff no siguió la directiva, realizandolas por un tiempo más como parte de su estrategia para ganar la reelección.
No sorprende que esta caída se deba a su extremismo en cuanto a la captura de los inmigrantes.
Arpaio representó todo lo malo que un agente del orden puede hacer, desde el uso de perfiles raciales -que le costó el fallo judicial original en su contra- hasta la formación de grupos civiles para lo que algunos llamaron “cazar mexicanos”.
Arpaio juramentó en 2010 a más de medio centenar de hombres blancos vestidos de marrón y con placas doradas para que asistan a sus oficial en “transportar inmigrantes arrestados por violaciones potenciales (a la ley) de inmigración”, para el “control de multitud durante las demostraciones en contra de las políticas migratorias” y en la revisión de vehículos y casas”.
Este es solo un ejemplo en el área de inmigración.
El exsheriff se jactó de duro por tener a los presos en carpas al calor de Phoenix, vestirlos con ropa interior rosa y regresó el trabajo forzado de de reos encadenados.
También fue conocido por las denuncias de abuso de poder por investigaciones a políticos desde el alcalde hasta sus rivales al cargo, por mal uso de más de 100 millones de dólares manteniendo libros de contabilidad paralelos y por no investigar delitos sexuales. En la ciudad de El Mirage no ignoró 32 casos de abuso sexual infantil, muchas de las víctimas eran hijos de indocumentados.
Arpaio perdió su última reelección y ahora enfrenta la cárcel. No obstante, en la era de Trump, él representa un ideal de celo anti inmigrante y de colaboración con las autoridades migratorias.
La idea de que los indocumentados son una amenaza a la seguridad pública alentó las acciones de Arpaio como hoy lo hace en los departamentos de Justicia y Seguridad Interna.
Por eso muy importante la lección del caso Arpaio, de que hay límites legales que los jueces están dispuestos a defender en cuanto a los inmigrantes. El mensaje a sus imitadores es que las autoridades del orden locales no están libres para actuar a su antojo.