Michelle Jiménez y su vida por el ballet
La talentosa balletista ha recibido condecoraciones tanto en Europa como en Estados Unidos. Es parte del equipo artístico de The Washington Ballet
El Desfile Dominicano de 2017 tuvo el domingo pasado como Madrina a una de las más talentosas artistas de su diáspora: la balletista Michelle Jiménez.
Nació el 20 de diciembre de 1978 en República Dominicana, donde comenzó sus estudios de ballet; después de integrarse a The Washington School of the Ballet y de formar parte de elencos en Europa, ahora es parte del equipo artístico de The Washington Ballet.
Jiménez estudió en la Academia de Ballet de Magda Corbett y continuó sus estudios con el ex solista del Ballet Nacional de Cuba Armando González. Allí tuvo la oportunidad de participar en las coreografías que la directora creaba con música de Juan Luis Guerra. “Luego de 15 años bailé unas piezas creadas por el maestro Carlos Veitia, con la música de Rafael “Bullumba” Landestoy interpretadas por la pianista dominicana María de Fátima Geraldes”, recuerda. Siendo profesional no ha tenido muchas oportunidades, pero la cultura dominicana siempre influye en la forma en cómo interpreta un papel con tintes latinos o caribeños. “A mí me encanta bailar merengue, salsa, o una bachatica rica, y esa alegría siempre me ha ayudado a interpretar esos roles que necesitan de esa picardía”, apuntó.
Mientras integraba el Ballet Nacional Dominicano fue invitada por Lorraine Spiegler a tomar clases en The Washington School of the Ballet, a la que luego se integró. Ésta es una institución con más de 70 años de funcionamiento, originada en The Washington School of Ballet, fundada y dirigida por la legendaria y visionaria bailarina Mary Day. La escuela abrió en 1944 y la compañía fue establecida en 1976 con una visión: crear una institución estelar de enseñanza, creación e iluminación por medio de la danza.
Un perfil publicado en The Washington Post en octubre de 2001 narra los detalles del inicio de la carrera de Jiménez, la cual enfrentó duras pruebas que la hicieron permanecer en República Dominicana al cuidado de su madre quien fue diagnosticada con melanoma y posteriormente con cáncer de ovario.
Según el artículo, la joven tuvo una infancia acomodada al ser hija única. Su madre corría un negocio de decoración de fiestas y su padrastro lideraba una banda de rock metal; viviendo en la isla siempre estuvo rodeada de música y baile. “La música está en todas las esquinas de la isla, escuchas merengue o salsa todo el día”, dijo en esa oportunidad. “En los carros, en las tiendas, siempre hay una radio encendida y la gente está bailando en las calles. Es muy animada la isla. Tienes que bailar incluso si no quieres. Lo aprendes desde muy joven”, indicó.
En las fiestas atendidas por su madre siempre terminaba bailando cualquier ritmo con su padrastro, cosa que le agradece. La insistencia por el ballet vino de su abuela, y aunque al principio no le gustó el rigor, después ya era parte de su vida en el presente y el futuro, añade la publicación.
Ya establecida en Estados Unidos, el director Septime Webre le ofreció una plaza permanente en 1999 en The Washington Ballet y le asignó una diversidad de roles, tanto en el repertorio clásico como en el contemporáneo. En 2006 se integró el HET Nationale Ballet en Holanda bajo la dirección de Ted Brandsen, y fue promovida como Bailarina Principal en 2009.
La bailarina ha participado en coreografías de George Balanchine, Twyla Tharp, Choo San Goh, Septime Webre, Nacho Duato, Christopher Wheeldon, Trey McIntyre, Hans van Mannen, Alexei Ratmansky, Krzysztof Pastor y William Forsythe, entre muchos otros.
Su repertorio clásico incluye roles en producciones de Giselle, Romeo and Juliet, La Bayadère, Coppélia, Don Quixote, Carmen y The Nutcracker.
Para Michelle, ser elegida Madrina del Desfile Dominicano es un “tremendo honor”. “Le doy las gracias al consejo ejecutivo por considerarme y me siento orgullosa del trabajo que hace la organización del Dominican Day Parade poniendo en alto a nuestra gente, nuestra cultura y a nuestra comunidad dominicana. Estoy emocionada de estar presente en la gala y más aún, de compartir con la comunidad dominicana de Nueva York este bello y feliz evento el domingo”, afirmó.
Ahora que vive en Estados Unidos es más fácil mantener contacto con la cultura dominicana, “estoy con un pie aquí y el otro allá. Viajo mucho a Santo Domingo y estoy siempre en contacto con toda mi gente. Sin embargo cuando vivía en Holanda, que los viajes eran menos frecuentes, me acompañaban los discos de Juan Luis, y visitas a restaurantes dominicanos como El Merengue en Amsterdam, donde celebraba mis cumpleaños e invitaba a mis nuevos compañeros de trabajo a conocer la gastronomía de mi país. De hecho mi esposo, quien es de Eslovaquia, se enamoró de mi, gracias a una carne guisada de ese restaurante”, confesó.
La bailarina es madre de dos niños y como toda madre trabajadora se enfrenta a la búsqueda del balance entre familia y carrera.
“Por suerte mi esposo y yo somos un equipo. Aunque ahora es piloto comercial, nos conocimos cuando ambos bailábamos para el Ballet Nacional de Holanda, así que entiende perfectamente mi mundo y lo que este me exige, como yo entiendo lo que la aviación le exige a él. Los dos llevamos horarios irregulares y de vez en cuando pasamos muchos días fuera de casa. Tenemos dos hijos, los que nos hacen valorar mucho el tiempo en familia, viajes, vacaciones o un simple fin de semana frente a la tele viendo una película infantil”, puntualizó.