La Víbora: Maribel Guardia es la maestra de la falsedad
A nuestra serpiente venenosa crítica del entretenimiento no se le escapa nadie
Estoy en un gran dilema. No sé cómo llamar a Maribel Guardia, si la Diva de la hipocresía o la Vedette de la falsedad. La verdad, ambos motes le quedan como anillo al dedo. ¿Por qué? Porque fíjense que ella piensa que somos mensos todos, o que de verdad le creemos todo lo que dice.
Lo que pasa es que hace unos días escuché una entrevista que le hicieron en la televisión, en donde hablaba –por fin– de cómo fue su relación con Joan Sebastian. Ustedes dirán, “Qué mujer tan propia que nunca dijo nada malo de su ex”.
Pues eso fue hasta hace unos días, o más bien, luego de que Joan torciera la pata, como decía mi abuela. Claro, ya muerto el hombre ni modo que le venga a reclamar, o que le quite la pensión del hijo que tuvieron juntos.
El caso es que Maribel soltó la sopa y lo menos que dijo del cantante es que era un inseguro, celoso y posesivo. ¡Ah!, e infiel. Que la tenía aterrorizada que porque cada vez que salía una película de ella en la televisión, Joan no le hablaba por una semana. Y pues como cada rato pasaban las películas de ficheras que hicieron famosa a la actriz, pues me imagino que el cantante y la Diva de la hipocresía nunca se hablaban.
Pero eso no fue lo más tenebroso que dijo en la entrevista mi querida Mari, y por eso el dilema de cómo rebautizarla. Según ella, cuando tuvo sus queveres con Joan, él “todavía no era la figura que llegó a ser con los años”. What!? Tuve que escuchar esto como diez veces para creerlo. Si mi memoria venenosa no me falla, para cuando ellos se dieron sus revolcones, la que era una “artista” de medio pelo era ella, no él.
En 1996, cuando tuvieron su romance, Joan ya era Joan Sebastian, como lo era desde los años setenta, cuando tuvo sus primeros éxitos. Así que cuando Maribel dice que él todavía no era una gran figura, me parece nos quiere ver la cara de pentontos.
Pensando venenosamente, más bien la Diva de la hipocresía no quiere que pensemos que lo que motivó su relación con Joan fue el interés. Piensen en esto: ella en su mejor época, cuando todavía no se había puesto botox y hecho quién sabe cuántas cirugías. Y él igual de feo que siempre. Pero claro, forrado en billetes.
Como dicen, dinero mata carita. Tener un hijo con él era la forma más fácil de asegurar su futuro, como efectivamente sucedió. Así que nada tonta la mujer, ¿no les parece?
Huy, y como me explayé tanto, ya no hay espacio para otro tema. Pero la próxima semana prometo venir no menos cizañosa que hoy.