Luis Gerardo Méndez: “En Club de Cuervos nos burlamos del asqueroso sistema político en México”

Los protagonistas de Club de Cuervos ofrecieron una entrevista exclusiva a este diario en la que se habló de corrupción, machismo y fútbol en México

Luis Gerardo Méndez (izq.) y Mariana Treviño (der.), actores de 'Club de cuervos', creada por Gaz Alazraki.

Luis Gerardo Méndez (izq.) y Mariana Treviño (der.), actores de 'Club de cuervos', creada por Gaz Alazraki. Crédito: Netflix

México y el fútbol son un binomio encadenado e inseparable desde que la pelota comenzó a rodar por los campos aztecas. El balón late, la pasión se desata, y junto a ella aparecen las peores caras del ser humano: la corrupción, la crítica destructiva y el camino real de la fama. Club de Cuervos, la primera producción de Netflix en español, encara estos problemas existentes en el día a día del país del Tri y los regatea con ironía, sorna y un mensaje de reflexión para la sociedad mexicana.

La serie estrena el 29 de septiembre su tercera temporada, descrita por uno de sus protagonista principales como “la más graciosa de las tres”. Luis Gerardo Méndez y Mariana Treviño, los hermanos Chava e Isabel, atendieron a este diario en una entrevista exclusiva en las tripas del hotel St. Regis en Ciudad de México.

Pregunta: La serie da una visión muy particular del fútbol mexicano y de la manera en la que se rige. ¿Es una crítica a la situación futbolística y directiva del país?

Luis Gerardo Méndez: Lo que intenta es entretener a la gente, pero sí. Hay un comentario social interesante sobre el fútbol y la corrupción que existe. No estamos hablando del Manchester United, estamos hablando de un equipo de un pueblo pequeño de México. Al final del día es una muestra de lo que pasa en cualquier equipo de fútbol, y en cualquier organización donde haya dinero y poder. Creo que la tercera temporada es sin duda la más graciosa de todas. La primera y la segunda empiezan a apuntalar el comentario político sobre el poder, pero en la tercera nos metemos de lleno en eso porque nuestro personaje tiene que volverse candidato para gobernador del Estado. Cuando Chava se convierte en político y vemos cómo se maneja fue como abrir una caja de pandora para burlarnos del asqueroso sistema político y electoral de México y del mundo en general. Creo que la gente va a disfrutar muchísimo, y en el mejor de los casos reflexionarán algo sobre los políticos y sobre nosotros como sociedad: cómo es posible que siempre caigamos en las mismas trampas, nos creemos las mismas mentiras de la misma gente.

Mariana Treviño: Yo creo que una de las virtudes de la serie es que dice la verdad de muchas cosas que suceden en México. No trata de retratar ciertos aspectos de verdad, obviamente están puestos bajo una luz de comedia, pero es interesante ver cómo la verdad se convierte en crítica automática. Cuando hay un show que dice la verdad se dice que solo critica. La verdad hace crítica por sí misma.

La serie utiliza estereotipos de México en general, ¿creéis que eso es peligroso?

M.T.: Estos estereotipos se han alimentado solos durante mucho tiempo, todavía hace falta hacerles frente. Hay cosas que no han cambiado, parecen absurdos pero se siguen realizando. A veces la realidad supera la ficción, aunque sea una frase hecha, es la verdad.

L.G.M.: Al contrario, se llega a estos guiones por entrevistas que hacen los escritores con entrevistas que hacen con políticos, jugadores, árbitros, dueños de equipos de fútbol, experiencias que nos cuentan. De ahí se ficciona todo esto. El estereotipo es real, no porque lo llamen estereotipo lo vamos a evitar. Hay que darle profundidad como actores y utilizarlo para darle profundidad al personaje. Los personajes son complejos, ninguno es ni bueno ni malo, todos están buscando algo. Esa es la esencia del show, los personajes son muy ambiciosos y no les importa pasar por encima de quien sea para alcanzar sus objetivos.

En las primera dos temporadas hemos visto que la serie gira en torno a la dinámica familiar. ¿Cómo cambiará eso en la tercera?

L.G.M.: La serie tiene dos corazones, la familia y el poder en las manos equivocadas. Esto es lo que pasa cuando les dan a estos niños un juguete nuevo, en este caso el equipo de fútbol. En la primera Chava tiene el control del equipo, en la segunda lo tiene Isabel y en la tercera lo tienen que llevarlo juntos. Se odian, no se pueden ver y siempre están tramando la manera de sabotear al otro. La relación se vuelve más caótica y explosiva pero tienen que trabajar juntos porque los dos son presidentes. Es muy divertido verles actuando que todo está bien cuando en realidad se están pateando por debajo de la mesa. La guerra es más sutil y está más escondida. En la tercera se descubre al padre. En las dos primeras estos dos personajes lo hacen todo por el papá, por llenar sus zapatos y honrar su legado. En esta tercera temporada descubriremos quién es Salvador Iglesias y esto va a hacer que ellos se cuestionen toda su realidad y sus objetivos en la vida, y esto les pondrá en un enroque complejo.

M.T.: El proceso de deshacerse de la figura del padre es un proceso por el que tienen que pasar los dos. En esta tercera temporada se desmonta el personaje intocable y mítico que nosotros hemos creado. Lo llevamos a un nivel donde se le ven sus defectos, y así podemos aprender de nosotros mismos. Estos dos personajes están obnubilados con ellos mismos y con la enorme sombra que su padre proyecta sobre ellos.

Otro aspecto que llama la atención en la serie es que Isabel es la única mujer involucrada con el panorama deportivo. ¿Es casualidad o hay una tendencia a seguir la fuerza feminista que está emergiendo en los países desarrollados?

M.T.: Eso es una escenificación de la condición a la que la mujer está sujeta. Está llevado hasta ese punto más visual: una mujer sentada junto a hombres. El problema es que no siempre es tan obvio. Las mujeres en el mundo laboral tienen que luchar todavía contra muchos obstáculos que todavía se les ponen en el camino, tener que ganarse un lugar sin recurrir sin coquetearle a alguien. Todos esos recursos para ganarse esa soberanía y que te respeten y te dejen actuar, que no te chinguen, que no te juzguen y que no te traten de boicotear, porque esa es una realidad a la que muchas mujeres tienen que enfrentarse. Se hace así para que reflexionemos sobre eso.

El movimiento feminista también se queja mucho de la escasa visibilidad de los deportes femeninos. ¿Cómo pueden contribuir a cambiar este problema?

MT: No sé si tienen el poder de cambiarlo, pero sí el de no perpetuarlo. Pueden llevar la opinión hacia una tendencia u otra, y en el mejor de los casos están para exponer verdades que no se conocen, cambiar el discurso. A veces lo perpetúan poniendo a las mujeres en malas condiciones y de seguir con ese patrón. Eso impregna el imaginario colectivo y se repiten los mismos patrones. El resultado final es que la mujer queda cosificada y objetivizada todavía en esos lugares porque se sigue jugando a ese juego. La puesta del personaje de Isabel sí tiene esa misión de cuestionar, no sabemos si lo consigue o no, pero sabemos que es un lugar difícil en el que está sola y sin apoyo.

L.G.M.: Yo pienso que los medios son un reflejo de la sociedad, cada país tiene los medios que se merece. En México tenemos graves problemas. Es la sociedad la que tiene que dictar y decir basta ya. Si yo soy el dueño de un periódico y me llegan miles de mensajes de gente ofendida por fotos, o gente quejándose de problema misógenos, el dueño del periódico va a empezar a cuestionarse si ponerlo o no, y podría darle un giro a su material. Si nadie dice nada y la gente dice eso, we’re fucked. Por eso es tan importante hacer consciencia de esas cosas, y como artistas contar la verdad para que en el mejor de los casos pueda resonar en las mentes del espectador.

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