La Víbora: Eduardo Yáñez volvió a lucir su fineza
A nuestra serpiente venenosa experta en entretenimiento no se le escapa nadie
Qué semanita, queridos viborolectores, qué semanita. Entre Karla Panini, que no se conformó con robarle el marido a su “amiga”, Karla Luna, sino que ahora también le robó a la hijas, y el energúmeno de Eduardo Yáñez, que le soltó un tortazo a un reportero, ya no le quedan ganas a uno de prender la tele, de verdad.
Pero vayamos por partes, digamos la parte más vergonzosa y reprobable de la semana: el acto de violencia por parte del grandulón de Eduardo Yáñez. Ya sé que estarán pensando que nadie se debe meter en su vida, que para qué le hacen preguntas sobre su hijo y demás. Y pueden decir misa si quieren. Pero nada, nada, nada, justifica ese comportamiento. NADA. Ni la más atrevida o indiscreta de las preguntas.
Yo que trabajo de este lado del ruedo, solo les puedo decir que los comunicadores tenemos el derecho a preguntar lo que se nos dé la gana, a sabiendas de que las respuestas pueden ser agresivas, groseras, petulantes, cortantes y demás. Es un riesgo que tomamos.
Así también, por su parte, las “celebridades” tienen el derecho a contestar lo que se les antoje. He visto a grandes entrevistadores quedarse de a cuatro con las respuestas que les dan artistas que de verdad son celebridades. Un simple, “no hablo de mi vida privada”, o “no quiero hablar de ese tema”, basta para dejar callado a un reportero. Nadie te puede hacer hablar a fuerzas. Bueno, sí, la PGR de México, pero solo bajo tortura.
Es por eso que me hierve la sangre cuando leo que fichitas como Lupillo Rivera, Alicia Machado y Gerardo Ortiz festejan un acto como el de Eduardo Yáñez. Y como hecho a propósito, estos tres que menciono tienen mucha cola que les pisen: acusaciones de violencia doméstica, supuestos nexos con narcos, le han puesto el cuerno a sus parejas y demás. ¿Y así quieren que los medios los dejen en paz? Si no quieren ser parte del circo, pues que dejen de hacer payasadas, ¿no?
Y en otras cosas, ay, mi pobre Comadre morena ha de estar retorciéndose en su tumba. Yo creo que lo último que se imaginó es que quien le quitó al marido ahora también le quitaría a las hijas.
Me refiero a Karla Luna, quien al morir dejó a dos niñas, de 5 y 8 años de edad. Su padre, Américo Garza, se las llevó a la fuerza de la casa de la mamá de Luna, y desde entonces las tiene en la casa que comparte con Karla Panini, la Comadre güera del dúo de Las Lavanderas. Sí, la misma que fue amante de Américo cuando este todavía vivía con Luna.
¿Qué mazacote, verdad? Así de triste pintó esta semana. Espero traerles noticias menos dramáticas la próxima vez.