Opinión: El carácter está a prueba
Estos Dodgers son especiales, pero necesitan ir una pitcheada a la vez
No es necesario tratar de suavizar la realidad: los Dodgers “metieron la pata” el domingo, en una noche de gatos negros en la que tuvieron la inmejorable oportunidad de regresar a casa con ventaja en la Serie Mundial.
Ellos lo echaron a perder principalmente con la falta de aplomo de su mejor pitcher, el agotamiento de sus pitchers relevistas y las malas decisiones del manejador.
Es curioso. Históricamente, los Dodgers se han caracterizado por ser una franquicia de pitcheo. Sus grandes conquistas las lograron colgados del brazo de Koufax, Drysdale, Valenzuela o Hershiser. Pero el domingo, en uno de los partidos más importantes de su historia, el pitcheo desapareció y desaprovechó una excelsa demostración de sus bateadores.
Un detalle importante: pitchers y coaches de Dodgers y Astros han acusado que las pelotas utilizadas en la Serie Mundial son más resbalosas que en la temporada regular y que eso complica su agarre, especialmente para lanzar sliders. Un ejecutivo de MLB dijo que no existe diferencia en las pelotas, pero tal vez el proceso para sellar las esféricas con el logo de la Serie Mundial haya tenido un efecto que hoy perjudica a los lanzadores.
Las pelotas, resbalosas o no, son las mismas para ambos equipos. Esa no es la razón por la que los Dodgers perdieron el domingo y no será la razón de un triunfo o una derrota esta noche en el vital sexto juego.
Los Dodgers no tienen mañana y se enfrentan al mejor lanzador de los pasados dos meses en la Gran Carpa, Justin Verlander.
Yasiel Puig dio el grito de guerra desde el domingo: “Esto no se va a terminar el martes. Va a haber juego 7 porque todos los fans en Los Ángeles esperan mucho de nosotros desde el entrenamiento de primavera”, dijo con personalidad.
Para poder sobrevivir ante tal reto, los Dodgers primero que nada necesitan jugar sueltos y enfocados en hacer una jugada a la vez.
El equipo ha demostrado todo 2017 que puede hacerlo: jugar fuerte, pero jugar distendido.
Esta es la cosa: jugar bien no será suficiente contra estos formidables Astros. El equipo de Los Ángeles necesita ser más astuto.
En el juego 5 hubo algunos detalles que luego se olvidaron en el cúmulo de eventos, como un mal toque de sacrificio de Enrique Hernández que fue como regalar un out, o el corrido de bases de un Chris Taylor frenado en seco por su propio coach de tercera.
Y no se digan esos ingenuos lanzamientos por el centro del plato que Altuve, Gurriel y Springer se devoraron como caramelos.
Al final del juego de hoy, lo que estará a examen por sobre todas las cosas será el carácter de estos Dodgers.
No perder el ánimo ante una posible desventaja, no perder la paciencia ante un lanzamiento mal trabajado, no perder vista que los maltrechos relevistas de Houston van a tener que subir al montículo, y no olvidarse que los más de 55,000 espectadores en Dodger Stadium van a necesitar muy poquito para explotar y hacer sentir a los Astros muy, pero muy lejos de su techo.
Será un juego de máxima tensión, pero si los Dodgers lo sacan, palabra que ganarán la Serie Mundial.