Despertar con propósito: Vivir con intención

¿Cuándo perdimos el norte o el propósito de para qué hacemos todo lo que hacemos en un día promedio?

Suena el despertador: Te levantas, desayunas, te preparas para salir a trabajar, tomas la misma vía de todos los días para llegar a la oficina, cumples el horario, almuerzas, esperas la hora de salida, haces diligencias, regresas a casa, cenas, te acuestas a dormir. Repites el ciclo una y otra vez.

Cada mañana, muchas personas suelen levantarse en modo “piloto automático”, guiados por una rutina en donde el azar los lleva a ellos en lugar de tener el control de sus vidas y estar en sintonía con sus propósitos.

Pero, ¿qué hay del despertar consciente? ¿En dónde quedó la conexión con nuestra misión de vida? ¿En qué momento nos adormecimos dando todo por sentado sin sentir las emociones asociadas? ¿Cuándo perdimos el norte o el propósito de para qué hacemos todo lo que hacemos en un día promedio?

La mejor muestra de este adormecimiento se puede equiparar a la sensación de bienestar que para muchas personas representa la llegada del día viernes en comparación con el resto de los días de la semana. Mientras más se acerca ese último día “laboral”, más felices y emocionados se muestran. Claro está: para muchos, los sábados y domingos son la oportunidad de un verdadero “despertar” en el que las actividades gratas, la diversión, el compartir con sus seres queridos, en fin, “el vivir” es posible.

Pero, ¿cómo apagar ese piloto automático aplicado durante tanto tiempo? Pues toca “desprogramarnos” aplicando técnicas que van desde lo más sencillo como la gimnasia cerebral: cepillarnos los dientes con la mano contraria (si somos diestros, con la izquierda; si somos zurdos, con la derecha); cambiando la vía por la que nos vamos al trabajo en el auto; caminando por la acera contraria a la que tomamos siempre; tomando un baño con los ojos cerrados al menos una vez a la semana.

La Organización Mundial de la Salud estima que para el 2030 unas 75 millones de personas sufrirán de Mal de Alzheimer (la forma más común de demencia) por lo que estos simples ejercicios nos ayudan a equilibrar los dos hemisferios cerebrales y nos permiten prevenir esta enfermedad.

Pero ninguno de estos ejercicios tendrá sentido sin revisar primero cuál es nuestro propósito. Si no tenemos claro el para qué estamos aquí, mucho menos tendremos consciente la intención que impulsa nuestro hacer diario. Es algo así como la secuencia de Alicia en el País de las Maravillas en la cual le pregunta al Gato sobre cuál es el camino correcto: “Si no sabes a dónde vas, no importa cual camino elijas”.

La invitación es a conocernos, a descubrirnos, para saber qué queremos y hacia dónde queremos ir. De esta forma podremos definir objetivos claros y diseñar esa vida que queremos en la que cada mañana sea una oportunidad de acercarnos más a la meta.

http://www.IsmaelCala.com

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