Editorial: La politiquería del petróleo
Los intereses petroleros mandan en la Casa Blanca
Las decisiones de gobierno de Trump son caprichosas, tomadas a los apuros. De ahí que sean arbitrariamente inconsistentes, creando hostilidad. Mejor aún si entre los perjudicados está California.
Este es el caso de la apertura del 90% de las costas estadounidenses para la explotación marítima de petróleo y gas. El plan para aumentar 47 áreas a la industria energética entre 2019 y 2024, seis de ellas a lo largo de California.
Pocos días después del anuncio, el Departamento de Interior quitó a Florida de la lista de los Estados cuyas costas se abren a la explotación petrolera.
Se dijo que la situación de Florida “era obviamente única” porque otros estados tenían “costas de trabajo” que eran muy diferentes a las “costas centradas en lo recreativo” de Florida”. Se atribuyó el cambio de posición a la intervención del gobernador Rick Scott y a la importancia del turismo para la economía estatal.
Esta explicación es absurda.
Hay numerosos Estados del este al oeste del país que, como Florida, con sus costas atraen el turismo, dando una importante cantidad de dinero para sus arcas. Los gobernadores, demócratas y republicanos, también pidieron ser excluidos de la explotación petrolera marítima, como hizo Scott.
Uno de ellos fue el gobernador de California. Nuestro Estado tiene un variedad de recursos, pero el turismo es uno de los pilares económicos. La belleza escénica de sus costa y las playas son una parte muy importante en la atracción de los viajeros estatales, nacionales y extranjeros.
El turismo es el tercer empleador de California, representando en 2016, más de US$126,000 millones de dólares. Se ha estimado que es un quinto del Producto Bruto del Estado más rico del país.
California valora la industria turística, conoce bien peligros y daños de los derrames petroleros en sus costas. El derrame petrolero en 1969 en las costa de Santa Barbara condujo a una prohibición de 30 años para la explotación marítima e inició el movimiento ecológico.
California ya cumple con su aporte petrolero. Todavía hay 23 plataformas a más de tres millas de la costa que se hicieron antes de la prohibición. Y basta recorrer Los Ángeles para ver que la explotación terrestre es intensa.
Como si esto fuera poco, la Casa Blanca relajó hace unos meses las normas impuestas por la administración Obama después del gigantesco derrame de 2010 en el Golfo de México. El peligro de derrames es mayor.
Scott disputará el escaño a un senador demócrata en la próxima elección. La Casa Blanca lo ayuda para mostrarlo como un defensor de la ecología. Así de simple.
Los intereses petroleros mandan en la Casa Blanca. Trump los respalda como un plan de independencia energética, cuando Estados Unidos es el mayor exportador del mundo. Esto no es política de gobierno, es politiquería.