No solo Trump “confunde” a migrantes con pandilleros, sus agentes de ICE también
Menos del 1% de los jóvenes migrantes centroamericanos han sido vinculados con una pandilla, pero muchos de los que están siendo arrestados son víctimas y hasta informantes de las autoridades, no pandilleros.
De inmediato, el abogado Bryan Johnson reconoció a uno de los invitados del presidente Donald Trump al discurso del Estado de la Unión este pasado martes: el agente especial de ICE Celestino Martínez, a quien el mandatario presentó como un “líder en la lucha para defender a nuestro país”.
“En mayo pasado, él ordenó una operación para rastrear a los miembros de pandillas en Long Island. Su equipo ha arrestado a casi 400, incluidos más de 220 de MS-13″, dijo Trump, refiriéndose a la peligrosa pandilla que opera en Centroamérica y Estados Unidos, aunque sus miembros son menos de 1% de los pandilleros en todo este país (Según cifras del FBI).
Johnson, un abogado de inmigración en Long Island, reconoció el nombre de Martínez, como el jefe de un grupo de agentes involucrados en el arresto de un cliente suyo, al que luego tuvieron que liberar por falta de pruebas de pandillerismo y porque estaba colaborando con las autoridades.
“El estaba en el interrogatorio de mi cliente”, dijo Johnson. “Más que interrogatorio, trataron de hacer que confesara ser un pandillero, hasta que el FBI les dijo que lo soltaran porque realmente el muchacho era víctima de las pandillas y estaba colaborando con una investigación policial”.
El cliente de Johnson, a quien no quiso identificar para protegerlo, fue hallado casi muerto en Agosto de 2016 en una zona boscosa. Cinco pandilleros lo habían atacado a él y a otro joven con machete. “Casi le cortaron una mano, no puede usarla, estuvo una semana en coma. Lo arrestaron los agentes de ICE a finales del año pasado luego de ser expulsado de su escuela por usar ropa de Chicago Bulls, que usan algunos pandilleros, pero no sabían que era informante y que estaba ayudando a la justicia”.
Lejos de ser un caso aislado, el arresto de jóvenes migrantes que han sido víctimas de las pandillas, tanto en América Central como en su propia comunidad de Long Island -centro neurálgico de los crímenes de la MS-13- es un problema creciente.
A veces estos jóvenes pertenecen a otras pandillas pero muy a menudo, los ataques se llevan a cabo porque se resisten a ser reclutados.
Un reciente reportaje de la revista New Yorker describe otro caso, en el que el novio salvadoreño de una muchacha en Long Island fue acusado inexplicablemente de pandillerismo. La muchacha había salido anteriormente con otro salvadoreño sin saber que pertenecía a la pandilla.
Activistas de derechos humanos observan con preocupación esta tendencia, indicando que los pandilleros victimizan primordialmente a su misma comunidad centroamericana y que a menudo las autoridades confunden a pandilleros con víctimas, arrestando indiscriminadamente.
“Hay muchos jóvenes migrantes que vinieron a este país huyendo de la pandilla en su país y cuando llegan a ciertas comunidades, las pandillas que están acá buscan reclutarlos“, dijo Jennifer Quigley, experta de Human Rights First. “En vez de protegerlos para que no sean reclutados, simplemente se les acusa injustamente de ser MS-13″.
Pero si bien las cifras demuestran que sólo un pequeño porcentaje de los jóvenes migrantes de El Salvador u Honduras que viven en Estados Unidos son miembros de una pandilla, eso no ha impedido que el presidente Trump y su gobierno -incluyendo a Jeff Sessions, el procurador- equiparen constantemente a los jóvenes migrantes con MS-13.
Sessions, por ejemplo, ha dicho que los miles de jóvenes migrantes que han llegado a Estados Unidos desde 2014 desde el Triángulo Norte de Centroamérica, “son lobos vestidos de Ovejas”.
Menores migrantes no son lo mismo que pandilleros
De hecho, según las propias cifras del gobierno, la cantidad de jóvenes migrantes que resultan estar en pandillas o ser MS-13 es ínfima.
Según la Oficina de Reasentamiento de Refugiados (ORR) que se ocupa de los jóvenes no acompañados tras su entrada al país, los pandilleros son un pequeño porcentaje de los jóvenes que alojan. Un sondeo realizado el pasado año reveló que sólo 39 de los 2,371 menores que tenían a su cargo eran pandilleros (y cuatro de ellos fueron obligados a unirse al “gang”, según la propia agencia).
La jefa interina de la Agencia de Aduanas y Protección Fronteriza, Carla Provost, dijo asimismo frente al Congreso que de los 250,000 menores migrantes detenidos en los últimos años por su agencia, 160 (.06%) eran comprobablemente pandilleros.
Además, muchos de los MS-13 que existen en Estados Unidos no son jóvenes migrantes, sino ciudadanos. De hecho en dos grandes operativos llevados a cabo por ICE para arrestar pandilleros, el 70% eran ciudadanos y no menores migrantes.
El director de ORR ha dicho que una de sus prioridades es proteger a las comunidades y también a los propios jóvenes, del reclutamiento pandilleril.
“Una de nuestras prioridades es la seguridad comunitaria y hemos creado una iniciativa que pretende equipar a los jóvenes con las herramientas necesarias para permanecer lejos de las pandillas y la violencia y además, trabajamos para asegurarnos que estos jóvenes no son peligrosos”, dijo el año pasado Scott Lloyd, director de ORR durante una audiencia en el Congreso.
Para Trump, sin embargo, las protecciones legales que tienen estos jóvenes que vienen solos en Estados Unidos son “loopholes” o “huecos en la ley”, según lo mencionó en su discurso y además, el presidente y su gobierno a menudo no distingue entre migrantes buscando asilo y pandilleros o criminales.
En la práctica, sin embargo, las cosas son muy diferentes. La agresiva -y a menudo equivocada y llena de errores- actividad de HSI ICE en las comunidades como Long Island fue recogida recientemente en la orden del juez federal Fince Chhabria, quien ordenó al gobierno que debe garantizar un proceso mínimo a estos jóvenes.
La orden del juez respondió a una demanda de la Unión de Libertades civiles Americanas, presentada en agosto de 2017, que acusó a ORR de aceptar las acusaciones sin fundamento del DHS y de encarcelar injustamente a niños inmigrantes a quienes el gobierno había puesto previamente bajo la custodia de sus padres en Estados Unidos.
Johnson, el abogado de Long ISland, dice que el trabajo de HSI ICE es “incompetente y flojo, a menudo arrestan a personas sólo porque otros jóvenes los mencionaron y no buscan otra evidencia y terminan arrestando no sólo a pandilleros, sino a víctimas y a informantes”.
Al mismo tiempo, la agresividad de ICE en los arrestos genera desconfianza en la comunidad y falta de cooperación con las autoridades, ya que a menudo los propios testigos son arrestados. “Llegará el momento en que no habrá información porque ya no quedará nadie”.