La “hormona del amor” también ayuda a solucionar las crisis de pareja
Los niveles de oxitocina aumentan en momentos de tensión, especialmente cuando alguna persona siente que su compañero no está aportando mucho a la relación
A la oxitocina se le llama la “hormona del amor” porque está relacionada con muchos procesos emocionales y en la creación de vínculos entre los seres humanos: el apego de un bebé y su madre (en el vientre y la lactancia), la atracción física y sexual, los orgasmos, y también se secreta en gran cantidad al inicio de una relación de pareja.
Pero, eso no es todo. Un estudio realizado en Estados Unidos y Noruega, publicado en la revista Hormones and Behavior, reveló que esta hormona también sale a relucir durante las crisis de pareja para “ayudar” a “calmar las aguas”.
Claro está, la acción “compensatoria” de esta hormona no siempre logar su cometido; sin embargo, sí se detectan subidas de sus niveles en momentos críticos o decisivos para una pareja.
¿Cómo llegaron los científicos a estas condiciones?
Investigadores de la Universidad de Nuevo México y de la Universidad de Duke (ambas en Estados Unidos) y de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología habilitaron dos centros de laboratorio (uno en cada país) para examinar cómo funciona esta hormona y su rol durante momentos difíciles.
Para ello, reclutaron a 75 parejas en Estados Unidos con un tiempo promedio de relación de 23 meses y a 148 personas que estaban en una relación de pareja en Noruega (en esta última nación, hubo parejas de las cuáles solo un miembro participó).
Primera fase
En la parte realizada en Estados Unidos, las parejas llegaban juntas al laboratorio, pero inmediatamente eran separadas en cuartos diferentes. Primero se les tomó una muestra de saliva y se les entregó un cuestionario en el que debían responder preguntas básicas como edad, sexo, lugar de residencia y tiempo que llevan juntos. Esto era para medir sus niveles hormonales mientras respondían preguntas neutras.
Posteriormente, se les dio una hoja en blanco y se les pidió escribir, durante diez minutos sobre su relación de pareja.
Según el documento, las instrucciones para esta parte del análisis eran: “por favor piense durante unos minutos en su relación de pareja. Luego escriba formas en las que su pareja responde cuando realmente se preocupa por usted y siente una conexión entre ambos. O, escriba formas en las que le gustaría que reaccionara su pareja para demostrarle interés y buscar esa conexión”.
Los investigadores pusieron esta pregunta para determinar cuánto desean los participantes esa conexión con sus parejas, en qué nivel la ven y esto les puede dar señas de si hay una crisis.
Seguidamente, a los participantes se les entregó otro cuestionario que examinaba cómo estaba la relación y cómo se sentía cada miembro.
Se les preguntaba directamente cómo habían pasado crisis anteriores y si en este momento estaban en una. Se les aseguró que su pareja no leería sus respuestas.
Veinticinco minutos después de que comenzaron la escritura (y una vez finalizado el segundo cuestionario) se les volvió a tomar otra muestra de saliva, para ver si se registraban cambios hormonales.
Los investigadores vieron que los niveles de oxitocina aumentaron en las personas que tenían mayor conexión pero también en quienes estaban en una crisis.
Específicamente la persona que sentía que su pareja no tenía la conexión suficiente con ellos tenía una subida mayor de oxitocina que el otro miembro de la pareja.
“Parece contradictorio que se secrete más oxitocina tanto cuando las cosas van muy bien como cuando no están nada bien, pero así es”, afirmó en un comunicado de prensa Aarseth Kristoffersen, una de las investigadoras.
¿A qué se debe esto?
La científica tiene su teoría: “puede ser porque las personas en una relación tienen esa necesidad de buscar mayor apego para que las cosas funcionen”.
Su compañero de investigación Steven Gangestad agrega: “la oxitocina es señal de atención y motivación hacia la relación, y esta se da cuando las cosas marchan bien, pero también cuando la vida de pareja está bajo amenaza”.
En Noruega
La otra fase del estudio se desarrolló en otro continente para ver si las diferencias culturales marcaban diferencia en la secreción de esta “hormona del amor”.
Allí, 148 personas con un promedio de 26 meses en su relación de pareja se sometieron a un análisis similar –pero no igual– al que se hizo en Estados Unidos.
Las diferencias radican en que se reclutó a personas y no a parejas y que el segundo cuestionario fue un poco más corto.
En este caso, la conclusión fue la misma, pero el aumento en la oxitocina de quienes estaban en crisis fue aún mayor.
“Lo que implica esto es que la oxitocina puede estar encendiendo las hormonas para que la persona se ‘encargue’ de la relación. Esto puede ser incluso válido en situaciones donde ya la pareja está muy mal y los individuos se han hecho mucho daño. La respuesta biológica de la oxitocina es para adaptarse a la situación. Afortunadamente, no es lo único que juega, y muchos toman la decisión de abandonar una relación en la que no están sintiéndose amados”, indicó Gagestad.
¿Es buena o mala esta generación de oxitocina?
Los científicos indican que esto depende de la razón por la cuál esta siendo secretada. ¿Es porque todo está muy bien? o ¿es porque hay crisis?, si es por la segunda razón, vale también preguntarse: ¿Se trata de una crisis que puede solucionarse o de una en la que ya hay agresión y maltrato a uno de los miembros?
“La oxitocina no es la única respuesta. No podemos guiarnos por la acción de una hormona. El amor también es cuestión de cerebro, y de amarnos a nosotros mismos”, concluyó Kristoffersen.