Abuelita dominicana: “Yo me quedo en Nueva York”

A pesar de lo duro que pueda ser para muchos, la Gran Manzana es una ciudad con oportunidades y recursos para personas de la tercera edad

La dominicana Lidia Jiménez, de 86 años (izq), y su esposo por más de 60 años Alcides Jiménez, de 88, junto a su hermana Victoria Navarro, en su departamento de Washington Heights.

La dominicana Lidia Jiménez, de 86 años (izq), y su esposo por más de 60 años Alcides Jiménez, de 88, junto a su hermana Victoria Navarro, en su departamento de Washington Heights. Crédito: Mariela Lombard. | El Diario

“¿Qué te puedo yo decir? Me encanta Nueva York. Aquí hay más oportunidades para nosotros y por eso es que aquí me quiero quedar”. Así responde de forma clara, directa, y sin dejar lugar a ninguna duda, la señora Lidia Jiménez, cuando le preguntamos: ¿No le gustaría estar viviendo sus ‘años dorados’ en otro lugar más tranquilo, quizás en su natal República Dominicana?

La abuelita de 86 años asegura que en la Gran Manzana hay “más oportunidades” para ella, porque aquí tiene a familiares, a personas que la cuidan a ella y a su esposo, así como a los doctores y medicinas que la ayudan a sobrellevar al día a día  y enfrentar el reto de ser una persona de edad tan avanzada y con múltiples enfermedades crónicas.

“Aquí se le hace muy difícil a mucha gente de la tercera edad porque quizás no tienen a nadie como yo, que cuento con mi hermana que me ha ayudado muchísimo”, dice la señora Jiménez, quien hace casi 10 años sufrió de un ataque cerebral y actualmente batalla por mantener bajo control la hipertensión, el colesterol alto, así como la osteoporosis y la artritis que le causan mucho dolor y dificultad para movilizarse.

“Si yo no tuviera a estas personas que me cuidan yo no fuera nadie; no tuviera vida”, agrega la mujer dominicana, originaria de Valverde Mao.

Su esposo por más de 60 años, Alcides Jiménez, de 88, también sufre de artritis, colesterol alto e hipertensión por lo que tuvieron que operarlo de las arterias y colocar un ‘bypass’. A todo eso se le suma el Alzheimer que lo ha hecho depender casi por completo de los cuidados de su cuñada y de los servicios profesionales de una asistente del hogar (home attendant) y una enfermera de la organización ‘Visiting Nurse services of New York CHOISES’.

“Cuando comencé a trabajar con ellos en el 2008, ella casi no se podía parar y le trajimos terapia física para que realizara ejercicios y le conseguimos un doctor que estuviera cerca por si necesita algo. La asistente del hogar los ayuda con todo, a bañarse, a ir a las citas médicas, los ayuda a alimentarse y los viste”, dice la enfermera Alicia Schwartz, RN, coordinadora de salud de VNSNY CHOICE.

Muchos ancianos latinos en la Gran Manzana se encuentran en condiciones parecidas a las de los Jiménez.

Según datos del Departamento de Envejecientes de la Ciudad de Nueva York (DFTA), el 22% de las 1.5 millones de personas mayores de 60 años en la Gran Manzana son de origen latino y  muchos de ellos sufren de enfermedades crónicas y problemas de salud mental.

“Entre los latinos envejecientes hay una alta tasa de demencia y es el Alzheimer una de las cosas que más sufren. Están en mayor riesgo por la combinación de males como la presión arterial alta, la diabetes y los problemas cardiovasculares. Muy a menudo los encontramos con diagnósticos de esas enfermedades combinadas”, explica Carolina Hoyos, directora del Centro de Recursos para Cuidadores (Caregiver Resource Center) del DFTA.

Ese es el caso de Mario Ortiz, de 68 años y originario de  Santo Domingo, cuya hipertensión y diabetes han sido tan severas que ha necesitado múltiples operaciones para reparar o reemplazar parte de sus arterias.

“Me han hecho nueve cirugías en las arterias. Tengo algunas arterias plásticas y otras me las reconstruyeron. He sufrido mucho”, se lamenta Ortiz, residente de Washington Heights  por más de 33 años y quien ha podido pagar por todos esos gastos médicos gracias a que tiene Medicaid.

Otro gran problema de salud que enfrentan los ancianos en Nueva York son los altos niveles de discapacidad cuando se compara con la población en general. Según cifras del Censo, el 35.5% de los neoyorquinos envejecientes están viviendo con una discapacidad, tres veces más que  el resto de la población.

“Yo no puedo hacer nada porque me canso mucho, especialmente cuando estoy parada. Me duelen las piernas, pero yo busco las maneras de ayudarme y de sentirme bien; me muevo y hago mis ejercicios”, cuenta la señora Jiménez al referirse a sus problemas con la artritis.

“Sigo mis tratamientos, me tomo mis pastillas para el dolor en los huesos y  hago todo lo que me mandó mi médico  para aliviarme”, agrega Jiménez, quien también gracias al Medicaid puede costear todos sus gastos médicos y los de su esposo.

El dominicano de 68 años Mario Ortiz ha sido operado nueve veces para repararle las arterias./Pedro F. Frisneda.

Soledad es un problema

A pesar de todos los problemas de salud que los aquejan, los Jiménez podrían considerarse personas afortunadas. Los abuelitos dominicanos, que residen desde hace décadas en Washington  Heights, tienen un familiar y una asistente del hogar (caregiver) que velan por ellos.

Pero no muchos corren con la misma suerte. Según reportes, uno de los mayores problemas que enfrenta gran cantidad de latinos envejecientes en la ciudad de Nueva York, es simplemente no tener a nadie que los ayude en una edad tan avanzada en la que deberían estar disfrutando de los beneficios de su retiro tras haber trabajado tan duro por tantos años.

“Muchos que llegan a la edad de ellos (los Jimérez), están solos y no tienen familiares que los ayuden. Es fuerte y difícil vivir en EEUU o llegar a este país a una edad muy mayor desde República Dominicana o de Puerto Rico, por ejemplo, y no tener a nadie”, dice Schwartz.

“Definitivamente uno de los mayores retos de los envejecientes latinos en la ciudad de Nueva York es no tener a nadie que los ayude (…) Es muy importante que no estén solo porque la soledad crea depresión”, agrega la enfermera.

Según datos del reporte ‘Age-friendly NYC. New Commitments for a City for All Ages’, del DFTA, el 28.9% de las personas mayores de  60 años en la ciudad de Nueva York viven solos (unos 424,327 envejecientes).

De acuerdo al mismo reporte, la soledad o el aislamiento social son una de las pincipales causas por las cuales muchos envejecientes sufren de problemas mentales como depresión y ansiedad.

Un reporte publicado por  la oficina del contralor de la ciudad de Nueva York, Scott  Stringer indica que “ayudar a los neoyorquinos adultos mayores a permanecer saludables es importante para construir una ciudad en la cual sus ciudadanos envejezcan de manera segura”.

Una de las maneras de lograr esto, según el reporte, es asegurándose que todos los envejecientes tengan acceso a  servicios de salud preventivos todos los años. Esto debe incluir exámenes rutinarios como los de la presión arterial, diabetes y  sobrepeso, así como evaluaciones de su estado de salud cognitiva  y mental incluyendo el Alzheimer y otros tipos de demencia.   

Según estimaciones del DFTA, en el 2040 uno de cada cinco neoyorquinos tendrá más de 60 años. Esto representa el 20.5% del total de la población o unos 1.8 millones de personas.

La abuelita dominicana Lidia Jiménez reflexiona sobre su larga vida y le da consejos a los más jóvenes./Mariela Lombard.

Deseos y ganas de vivir

A simple vista, Lidia Jiménez parece una mujer muy frágil. Su avanzada edad y sus múltiples problemas de salud la han debilitado mucho físicamente.
Las manos arrugadas y delgadas con las que sostiene su bastón delatan los largos 86 años de experiencias y vivencias que ha tenido esta mujer, casi todos en la ciudad de Nueva York.

Sin embargo, se trata de una persona muy jovial, llena de mucha vida, alegría y, sobre todo, de una energía extremadamente contagiante.

Durante su conversación con EL DIARIO, la abuelita dominicana aseguró que lo que la mantenía en pie era simplemente sus enormes deseos de vivir. “Lo más importante que uno necesita en la vida es el deseo y las ganas de hacer las cosas, de seguir adelante. Cuando hay deseo hay todo”, dice Jiménez, quien añade que siempre trata de ser una persona activa.

“A mí nunca me ha dado miedo la vejez. A veces amanezco con mi presión un poco alta y con dolor de cabeza, pero me pongo la meta de siempre tratar de no sentirme enferma; aunque tenga dolor, me digo que no me duele y trato de no acordarme de eso, porque quiero sentirme fuerte”, dice Jiménez.

A los más jóvenes, especialmente a aquellos que se están acercando a la tercera edad, Jiménez les recomienda que no se quejen tanto de la vida. “Los jóvenes ahora se quejan demasiado y eso que tienen más de lo que nosotros teníamos a su edad. Se quejan más que los viejos”, reflexiona la anciana.

“Todos tenemos problemas, pero la gente tiene que tratar de sentirse bien y de poner a un lado las cosas malas que se le presentan en la vida”, aconseja Jiménez, quien revela que se distrae viendo televisión y que pasa los días leyendo libros y noticias algo que, asegura, la ayuda con su memoria.

La señora Lidia emigró a Nueva York desde República Dominicana con su esposo a principios de la década de los 60. Ambos tienen dos hijos, cinco nietos y tres bisnietos.

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Tips para envejecer saludablemente

El Departamento de Salud de la Ciudad de Nueva York sugiere varios tips para mantenerse saludable durante la tercera edad:

  • Coma muchas frutas, verduras y granos integrales.
  • Manténgase físicamente activo.
  • Si bebe alcohol, hágalo con moderación.
  • No fume.
  • Manténgase al día con las pruebas medicas de detección (como los exámenes para la presión arterial) y las vacunas (como la vacuna contra la influenza).
  • Si padece una enfermedad crónica, hable con su médico sobre cómo controlarla y llevar una vida saludable.
  • Evite caídas haciendo su hogar más seguro. Mantenga pisos y escaleras bien iluminados y despejados de objetos para no tropezar.
  • Hágase exámenes de la vista.
  • Mas consejos en: nyc.gov/health y nyc.gov/aging.

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Este es el primero de una serie de reportajes especiales con los que EL DIARIO realizará una radiografía de la situación actual que enfrentan los envejecientes de origen hispano; sus desafíos en áreas como la salud, seguridad económica, vivienda, movilidad e inmigración. Al exponer estos y otros problemas, así como las alternativas y servicios con los que cuentan, buscamos informar y educar a los que se acercan a la tercera edad –aquellos en su 50 años- para que tengan una vida mejor que la de sus antecesores.

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