Las mujeres que ayudaron a la caída de “El Chapo”
Olivia y Mía Flores cuentan en el libro "Cartel Wives" los detalles de sus vidas como miembros del Cártel de Sinaloa
Olivia y Mía dividieron sus vidas en cinco partes y 31 capítulos, como si eso fuera suficiente para contar cada detalle vivido en el Cártel de Sinaloa, pero lo intentaron, quisieron compartir sus historias no para ganar empatía de la gente, como ellas mismas reconocen, sino para dejar de manifiesto que la vida en el crimen organizado podrá parecer glamorosa, pero se vive siempre con miedo.
Ellas son las “Flores”, el apellido que comparten con los gemelos Peter y Junior, sus esposos, y cuentan sus historias en el libro autobiográfico “Cartel wives” (“Esposas de cártel”), con el que no buscan reinvicarse con la opinión pública, porque saben que siempre serán juzgadas, sino para dejar un registro documental a sus hijos y, de paso, reconocer -aunque les costó caro llegar a ese punto- que la vida de los criminales sólo parece tener tres caminos: ser ejecutados, encerrados en una cárcel o escondidos para siempre en algún lugar del mundo.
En entrevista telefónica desde algún punto de los Estados Unidos, debido a que están adscritas a un programa de testigos protegidos, Olivia y Mía asumieron la vergüenza que les asaltó al narrar sus experiencias. “Ser transparente, contar este viaje”, ataja Oliva, no fue fácil, porque el pasado no se borra.
“Nuestra historia es única, pero las experiencias que pasamos, cada momento feliz que contamos, se dio en medio de la tragedia, sabíamos que nunca podríamos ganar”, reconoce Mía.
Ambas convencieron a sus esposos de testificar contra Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, todavía considerado el hombre más peligroso del mundo, a pesar de estar encerrado en una pequeña celda en Nueva York. Tan es así, que el juez determinó que el jurado que decidirá sobre las 17 acusaciones en contra del mexicano será anónimo y vivirá “semi secuestrado”. Entonces, sí, “El Chapo” sigue siendo considerado el hombre más peligroso del mundo, aunque su abogado, Eduardo Balarezo, tema que se está volviendo loco y quizá no es consciente de su entorno.
Un libro ‘peligroso’
Olivia y Mía saben el peligro al que se enfrentan ella, sus hijos y sus esposos, aunque muestren empatía por lo que ha de sufir “El Chapo” por no ver a su propia familia.
“Fue muy duro escribir el libro, pero debíamos también ser muy precavidas, porque nuestros esposos testificarán contra ‘El Chapo’. Fue una fuerte decisión”, cuenta Olivia y reconoce: “Fue complicado… no somos las mismas mujeres que eramos hace 15 años… tuvimos que volver a esa realidad que estuvimos viviendo y fue difícil para nosotras entender por qué estaba bien hacer lo que hacíamos”.
En el libro hablan de 33 personas reales con las que interactuaron como esposas de narcotraficantes, incluidos los hermanos Beltrán Leyva y Rubén Oseguera Cervantes “El Mencho”, ahora líder del grupo criminal de mayor crecimiento en México, el Cártel Jalisco Nueva Generación.
En la introducción, Olivia y Mía reconocen que algunas historias “no tienen héroes” y exponen que su objetivo es explicar cómo las personas podrían ser arrastradas, a veces sin darse cuenta, al mundo del crimen y terminar “arruinadas” para siempre. En cada palabra escrita, cuentan, sus hijos estuvieron como un ancla de la cual asirse.
“Ellos sabrán que, al final del día, sus padres tomaron malas decisiones, pero intentaron hacer lo correcto”, justifica Olivia. “Ellos trataron de hacer lo correcto… de ayudar atrapar a ‘El Chapo'”.
Cuentan su historia como serie de televisión, por temporadas, desde su origen, hasta el momento en que reconocen la necesidad de tomar el camino de la “traición” por su propio bien y salvar sus vidas. El lector no podrá parar, quizá por morbo, y será transportado a un mundo lejos de la fantasía que muestran algunas telenovelas.
“Muchas mujeres están pasando por esto. Lo que hicimos para vivir, nunca se lo deseamos a nadie”, acota Mía, quien espera que, además de ser juzgadas por sus acciones, el volumen editado por Grand Central llegue a manos de quien necesite “una luz” para evitar caer en esa tentación.