Todos los obispos de Chile presentan su dimisión al Papa por el caso de Juan Barros
En un hecho "absolutamente inédito", se retiran y piden perdón a las víctimas de los casos de abusos sexuales después de una reunión de tres días con Francisco
Es un dimisión masiva sin precedentes, los 34 obispos de Chile ofrecieron este viernes su renuncia al papa Francisco por el caso del obispo chileno Juan Barros, acusado de encubrir abusos sexuales.
“Hemos puesto nuestros puestos en manos del Santo Padre y dejaremos que él decida libremente por cada uno de nosotros”, informaron los obispos en una rueda de prensa desde el Vaticano.
Los obispos también pidieron perdón a Chile, a las víctimas de abusos y al Papa por el escándalo.
Francisco por el momento no ha aceptado la renuncia de los religiosos.
En declaraciones a Radio Cooperativa, Juan Carlos Cruz, una de las personas que asegura que fue víctima de abuso sexual por parte de un sacerdote de la Iglesia chilena aseguró que el anuncio de la renuncia constituye un hecho “absolutamente inédito”.
“Los obispos tratan con eufemismos de matizar lo que ha pasado, pero el caso es que todos son obispos renunciados, con sus cargos a disposición del Papa, que es algo que nunca había pasado en una conferencia episcopal”, afirmó.
Cruz, que ha sido uno de los principales denunciantes de Barros, se mostró satisfecho ante la actitud de Francisco ante los prelados chilenos a quienes atribuyó responsabilidad con las víctimas de abuso sexual.
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“Los que más han hecho daño y que más nos han hecho doler y sufrir y fregarnos la vida han sido los obispos”, consideró.
Reunión en el Vaticano
Esta semana los obispos se reunieron con el Pontífice en el Vaticano para tratar los errores y omisiones en la gestión de los casos de abusos en lo que se vio envuelto el caso del obispo Juan Barrros, acusado de encubrir al sacerdote Fernando Karadima.
Francisco entregó un documento de 10 páginas en el que acusaba a la jerarquía eclesiástica chilena de negligencia en esos casos, y al concluir las reuniones les dio una carta a cada uno de los obispos.
“A la luz de estos acontecimientos dolorosos respecto a los abusos -de menores, de poder y de conciencia-, hemos profundizado en la gravedad de los mismos, así como en las trágicas consecuencias que han tenido particularmente para las víctimas. A algunas de ellas yo mismo les he pedido perdón de corazón, al cual ustedes se han unido en una sola voluntad y con el firme propósito de reparar los daños causados”, escribió Francisco.
Hace años que el obispo Barros es cuestionado en Chile por sus vínculos con Karadima, a quien tanto la justicia ordinaria como la eclesiástica consideraron responsable de abuso sexual de menores, perpetrados durante las décadas de 1980 y 1990.
Este sacerdote fue suspendido de por vida de sus funciones y sus víctimas acusan a Barros de ser conocedor de sus crímenes y haberlos encubierto, algo que este último niega.
Perdón
En abril pasado el papa Francisco reconoció haber cometido “graves equivocaciones de valoración” en el caso del obispo Barros.
En una carta enviada a la Conferencia Episcopal de Chile, el Sumo Pontífice pidió perdón a todo el que pudiese haber ofendido y dijo sentir “dolor y vergüenza”.
Durante su visita a Chile en enero pasado, Francisco defendió la inocencia a Barros, aunque posteriormente pidió disculpas y ordenó una investigación.
Para esclarecer el caso, el Pontífice envió a Estados Unidos y Chile al arzobispo Charles Scicluna -uno de los investigadores más experimentados del Vaticano- para que entrevistara a algunas de las víctimas del padre Karadima que denunciaron el supuesto encubrimiento por parte del obispo Barros.
Una de las víctimas a las que entrevistó Scicluna fue Juan Carlos Cruz, quien denunció en febrero ante los medios que que en 2015 le envió una carta a Francisco en la que detallaba los abusos sexuales que sufrieron él y otros menores por parte de Fernando Karadima y el presunto encubrimiento del caso durante años por parte de la Iglesia chilena y por Juan Barros.
En ese momento se informó que la carta fue recibida en abril de 2015 por el asesor del Papa en la lucha contra los abusos, el cardenal Sean O’Malley, quien días después supuestamente aseguró a las víctimas y sus representantes que el Papa la había recibido, un detalle no confirmado por el Vaticano.
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