El envenenado regalo de cumpleaños a Meghan Markle de su hermanastra
Samantha Markle la atacó en un mensaje dirigido al palacio de Kensington y además la llamó "Cruella DeVille"
La flamante duquesa de Sussex, Meghan Markle, no ha podido celebrar su 37 cumpleaños sin que su familia le aguara la ocasión haciendo de las suyas. Si en las últimas semanas había sido su padre, Thomas Markle, 73 años, quien se había encargado de provocarle más de un dolor de cabeza con sus entrevistas a los tabloides británicos, en las que se quejaba de la manera en que había sido dado de lado por su hija debido a sus ‘indiscreciones’, ahora ha sido su hermanastra Samantha Markle, 53 años, quien le ha dado un nuevo disgusto.
El viernes, un día antes del cumpleaños de la esposa del príncipe Enrique, Samantha echó mano de su perfil personal de Twitter -privada para el público, pero a la que ha tenido acceso el Daily Mail– para enviarle una felicitación envenenada en la que apoyaba los reproches de su progenitor tal y como ha venido haciendo desde que Meghan se sumara a la familia real británica.
“Feliz cumpleaños, Meg. Sería encantador por tu parte y muy apropiado que le enviaras una tarjeta de cumpleaños ATRASADA a PAPÁ por el 18 de julio [su propio cumpleaños]”, rezaba el mensaje, dirigido a la cuenta oficial del palacio de Kensington donde reside ahora su hermana pequeña.
No contenta con ese ataque, Samantha también se dedicó a comentar e incorporar a su tablón varias publicaciones acerca de los planes de futuro de Enrique y Meghan.
“Pues parece que Cruella DeVille se va a retirar… Ya me contarás qué tal te sienta”, aseguró en referencia a un artículo que aseguraba que los recién casados planeaban pasar una temporada alejados de los focos de la atención mediática.
Por su parte, la cumpleañera pasó el sábado acompañando a su marido en la boda de uno de los mejores amigos de éste, Charlie van Straubenzee, celebrado en el pueblo de Frensham, al suroeste de Londres. Aunque Meghan llegó sola a la iglesia -Enrique acudió antes para cumplir con sus obligaciones como padrino-, tras el servicio religioso se les vio abandonar el recinto de la mano y muy sonrientes.