10 años de cárcel para ex boxeador “Mini Mike Tyson” por vínculos con mafia de Brooklyn
Avtandil Khurtsidze, un ex boxeador georgiano de la OMB apodado “Mini Mike Tyson”, fue sentenciado ayer a 10 años tras las rejas y 2 más en libertad condicional, acusado de usar sus puños como “ejecutor” y “soldado” de un jefe de la mafia de Brooklyn.
El ex boxeador de peso medio fue hallado culpable de cargos de crimen organizado y conspirar para cometer fraude, informó la fiscalía federal para el distrito sur en Manhattan.
Se le vincula al jefe de la mafia Razhden Shulaya, quien también fue condenado en el juicio.
“No hay otra razón que no sea el placer de infligir dolor, y el poder y el prestigio que pensó que podía traerse a sí mismo”, dijo el fiscal Andrew Adams a la juez Katherine Forrest, citada por New York Post.
La juez estuvo de acuerdo y calificó los crímenes de violencia de Khurtsidze como “impresionantes y extraordinarios”.
Según las pruebas, el boxeador una vez se ofreció a atacar sexualmente a una mujer con quien su jefe estaba enojado.
Khurtsidze fue arrestado el 8 de junio de 2017 junto a 32 individuos a los que el Departamento de Justicia de EEUU acusó de participar en “una empresa criminal de rusos y georgianos”. Los cargos incluían crimen organizado, fraude, narcóticos, armas de fuego y robo.
El arresto del boxeador de 39 años, que acumuló un récord de 33-2-2 y 22 nocauts, llevó a que se cancelara la pelea de campeonato por el título de peso mediano de la Organización Mundial de Boxeo (OMB), donde se enfrentaría ese mes de junio contra el británico Billy Joe Saunders en Londres.
Khurtsidze venía de ganar, en abril de ese año, al también británico Tommy Langford, lo que le dio el título interino del peso mediano y el pase para la pelea contra Saunders por el campeonato.
De acuerdo con la fiscalía, la empresa “Shulaya” tenía su base en Nueva York pero también se extendió a Nueva Jersey, Pensilvania, Florida y Nevada, y sus miembros nacieron en la antigua Unión Soviética.
Muchos de ellos mantenían vínculos con Georgia, Ucrania y la Federación Rusa, a donde viajaban con frecuencia, se comunicaban con asociados allá y transferían a individuos en esos países las ganancias de su actividad criminal, según EFE.