Un estudio descubre que la forma de hablar de los doctores influye en la recuperación de sus pacientes

Es importante brindar seguridad y establecer expectativas positivas como parte de una buena medicina

Para sentirse mejor más rápido, una dosis de tranquilidad podría ser exactamente lo que le ordene el médico.

Según un nuevo estudio, cuando un doctor ofrece algunas palabras de aliento sobre el tiempo de recuperación, los síntomas se reducen significativamente.

Según reporta Stanford News “Para muchas afecciones, el simple hecho de ser tranquilizado por un profesional médico puede ayudar en el proceso de curación, y no siempre debemos confiar en medicamentos y procedimientos para que nos sintamos mejor”, dijo la investigadora principal del estudio, Alia Crum, una profesor asistente de psicología en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de Stanford, cuya investigación explora cómo la mentalidad del paciente puede afectar los resultados de salud y la curación.

“Mi esperanza es que hallazgos como este inspiren investigaciones adicionales sobre los mecanismos fisiológicos de seguridad para que los médicos utilicen de manera más efectiva las fuerzas psicológicas en su práctica”, agregó.

La estudiante de posgrado Kari Leibowitz, autora principal del artículo, dijo que los hallazgos sobre la tranquilidad que aporta el médico están en línea con lo que la gente sabía sobre el efecto placebo.

“La investigación sobre el efecto placebo ha demostrado la importancia y el poder de las palabras de un médico: cuando un médico administra a las personas un tratamiento inerte, como una pastilla de azúcar, y les dice que les ayudará a sentirse mejor, esa píldora suele ser efectiva”, dijo.

¿Pero es si la tranquilidad de un médico es suficiente?

“Nuestra experiencia al hablar tanto con pacientes como con médicos sugieren que sabemos que la seguridad del médico por sí misma, es poderosa y puede hacer que las personas se sientan mejor, pero sorprendentemente hay poco trabajo empírico que respalde eso”, dijo la autora del estudio.

Para evaluar los efectos de las palabras de un médico sobre los síntomas del paciente, los investigadores organizaron un experimento simple con 76 participantes del estudio.

Comenzaron su experimento al inducir una reacción alérgica inofensiva en los participantes del estudio. Un proveedor de atención médica le administró un pinchazo en la piel con histamina, una prueba tradicionalmente utilizada como base para diagnosticar alergias. La histamina causa reacciones como hinchazón, erupciones y picazón.

Después de la punción cutánea, los participantes calificaron la picazón que tenían en una escala de cero a 100 a los 3, 9, 12, 15 y 18 minutos después de la punción cutánea.

Con aproximadamente la mitad de los participantes, el médico les aseguró que “de aquí en adelante su reacción alérgica comenzará a disminuir, y su erupción e irritación desaparecerán” a mitad de los pacientes.

A la otra mitad de los participantes (el grupo de control), el médico no hizo comentarios sobre su reacción.

Los investigadores descubrieron que cuando el doctor ofrecía algunas palabras tranquilizadoras, la sensación de picazón disminuía significativamente más rápido que en los participantes a quienes no se les dio ninguna explicación sobre su reacción o recuperación.

Para Leibowitz, las interacciones interpersonales son fundamentales para lo que significa practicar medicina, aunque no sean procesos tangibles.

El trabajo fue financiado por los Institutos Nacionales de Salud y el Joan Butler Ford Stanford Graduate Fellowship, y los hallazgos fueron publicados en el Journal of General Internal Medicine.

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