Stringer denuncia la oscuridad sobre los problemas de la MTA
Durante años la Autoridad que gestiona el Metro no ha identificado con precisión los problemas de su servicio
El análisis de los problemas es clave para solucionarlos. A decir del contralor de NYC, Scott Stringer, la MTA ha fallado ello. Durante años no ha identificado los problemas del metro y ha distorsionado los datos para ocultar la situación.
En un informe hecho por su oficina, Stringer apunta, entre otras cosas, a que más de medio millón de retrasos que ocurrieron entre 2013 y 2018 se atribuyeron a “causas desconocidas” sin más explicaciones. A eso se le une que no había una guía sobre cómo identificar la razón de los problemas que daban lugar a esta fuerte irregularidad del servicio.
De hecho, la conclusión es que desde 2015 los sistemas internos de la MTA no podían identificar los motivos de los retrasos y se atribuían a “la congestión de pasajeros”.
Lo reconoce la propia autoridad en un documento interno del que se hace eco este informe y en el que se señala que no hay política o guía “sobre cómo los despachadores deben identificar apropiadamente la causa de un retraso particular o cómo los retrasos tienen que ser asignados a incidentes… Los despachadores confían en las tripulaciones de cabina para informar de las causas y las explicaciones son sospechosas”.
Hace dos años, otro documento interno volvía incidir en ello. “Muchos de los datos sobre retrasos son incompletos o no confiables, particularmente la clasificación de los retrasos y la correlación de estos con un incidente particular”.
La contraloría afirma en su informe que a sabiendas se han usado métricas distorsionadas que han evitado la transparencia “algo que solo puede significar más retrasos y frustraciones para los trabajadores neoyorquinos que confían en el servicio diario del metro”.
Y mientras tanto esas métricas se usaban para dar la imagen de una mejora en el servicio. En este sentido la contraloría revela que la llamada “evaluación de espera”, una métrica cuyo objetivo es medir la confianza que se puede depositar en un servicio consistencia, se usó en 2016 como uno de los indicadores más importantes de la calidad del servicio cuando sus mejoras eran tan insignificantes que podrían haber sido simplemente una desviación típica estadística.
Cuando se corrigieron las mediciones, se observó que esta evaluación mostraba peores resultados y se dejó de usar sin explicar que las mejoras eran fruto de un cálculo incorrecto. Asímismo se falta que en la categoría de “Incidentes Grandes” se excluyan las obras planeadas, algo que no termina de ofrecer una imagen fidedigna de lo que pasa en los túneles.
La contraloría cree que el nuevo liderazgo de la MTA merece crédito por querer cambiar las cosas pero “aún hay un largo camino para asegurar la precisión y formalidad que permita ganarse la confianza del público”. En este sentido aconseja que se estructuren y codifiquen los reportes de datos, con más claridad sobre las categorias de los incidentes. Todo ello en aras de la transparencia.