¿Quiénes ganarán el Óscar este año, mientras Netflix apuesta a una revolución?
Más allá de quiénes triunfen este domingo, muchos temen que haya un gran perdedor: el cine de gran pantalla
¿Todos los caminos conducen a “Roma” o a Netflix? La companía ha hecho una sustanciosa inversión publicitaria para potenciar la calidad de la última cinta de Alfonso Cuarón, logrando incluso nominaciones al Óscar para sus actrices, ignoradas en los otros premios.
El estilo de mercadeo agresivo recuerda a Miramax y los hermanos Weinstein que, de paladines del cine independiente, hoy son parias de Hollywood por mezclar avaricia y lujuria.
Pero con Netlflix el tema va más allá de los premios. Su objetivo podría cambiar, literalmente, la relación tradicional entre la audiencia y el cine, al promover que las películas sean vistas por suscripción, antes o al mismo tiempo que en los teatros. Además de los empleos en juego y del cambio en el paisaje urbano y hasta en la venta de golosinas, desaparecería algo tan puntual como la “gran pantalla”, sustituida por televisores, tabletas, computadoras y teléfonos celulares, con opción de adelantar y retroceder las imágenes.
El debate apenas comienza y hay seguidores fervientes a cada lado, incluyendo leyendas como Steven Spielberg, defensor de que las películas se sigan haciendo pensando en los teatros y sólo meses después pasen a otros formatos.
Lo de “Roma” ha sido un fenómeno, por buenas razones y otras no tanto. Es una película de calidad indiscutible, pero ¿acaso hace apenas unos años Alexander Payne no presentó “Nebraska”, un excelso drama familiar en blanco y negro, curiosamente también con un nombre geográfico? La nominaron en 6 categorías al Óscar y no ganó en ninguna.
También sorprende que “Roma” -con su repaso al convulso e impune México de 1970- se imponga en las apuestas y críticas sobre otras historias que tienen más relación directa con la compleja realidad norteamericana. ¿No se supone que Hollywood debería ser un reflejo de vanguardia y reflexión? “Green Book” y “BlacKkKlansman” exploran el racismo aún vigente; y “Vice” recuerda, con una amplia investigación de respaldo y una ironía maestra, los conflictos de intereses en la llamada democracia más importante del mundo y cómo el post 11S alentó el sentimiento anti-USA que sigue dominando la política internacional. Temas de peso, sin duda. ¿Demasiado profundos para el Óscar?
Lo merezcan o no, las tendencias apuntan a esta dirección, siempre dejando espacio para las sorpresas y los giros. Después de todo, se trata de un programa de televisión que el año pasado tuvo una audiencia mínima:
■ ACTRIZ PRINCIPAL: Glenn Close (The Wife) no debería perder. Veterana, es su séptima nominación sin haber ganado el Óscar y su rol de esposa en busca de reivindicación personal y profesional no puede ser más contemporáneo (irónicamente la película se filmó en 2017 tras una larga espera, mucho antes del movimiento “me too”).
REPARTO: después de Meryl Streep, Amy Adams (Vice) ha sido la actriz más nominada en lo que va de este siglo y aún no ha ganado. Pero con un rol pequeño Regina King (If Beale Street could talk) disfruta la simpatía por las minorías y la necesidad de “justicia”, que se volcó a su favor tras ser ignorada en el premio del Sindicato de Actores (SAG).
■ ACTOR PRINCIPAL: Christian Bale (Vice) se ha ganado el título del “actor de la década”, retando roles y exigencias físicas. Merece un segundo Óscar, pero Rami Malek (Bohemian Rhapsody) tiene el carisma de Freddie Mercury a favor, en contraste con la maldad de Dick Cheney; especialmente las escenas del concierto en el estadio Wembley son antológicas, ideales para volver al escenario a recibir un galardón. Más allá, el veterano y poco farandulero Willem Dafoe (At Eternity’s Gate) sería una agradable sorpresa como el incomprendido genio Vincent van Gogh.
REPARTO: Mahershala Ali (Green Book) ganó hace apenas dos años por un rol pequeño para honrar a las minorías (tal como Regina King esta vez). Ahora lo merecería mucho más. Apenas Richard E. Grant y Sam Elliott cabalgan a distancia.
■ DIRECTOR: en esta década los cineastas mexicanos han arrasado en el Óscar y Cuarón (Roma) ha sido posicionado para repetir su triunfo de 2014. Pero si de honrar a las minorías se trata, Spike Lee (BlacKkKlansman) está llamado a ser el primer afroamericano en ganar este título.
■ GUIÓN ORIGINAL: “Eighth Grade” se llevó el premio del Sindicato de Escritores (WGA), pero no fue nominada al Óscar, dejando el camino para honrar al legendario Paul Schrader (First Reformed). Aunque si de originalidad se trata, “The Favourite” o “Vice” deberían imponerse.
ADAPTACIÓN: una batalla cerrada entre “BlacKkKlansman” y “Can you ever forgive me?” (ganadora del WGA). La balanza descansa en los fanáticos de Lee (Spike o Israel).
■ PELÍCULA DEL AÑO: “Vice” es la producción más inteligente, contemporánea y exigente de las nominadas y “The Favourite” la más original (y adulta), pero su chance luce mínimo al lado de “Roma”, producida por Cuarón y la venezolana Gabriela Rodríguez Zuloaga. En el medio, “Green Book” y “BlacKkKlansman” serían decisiones salomónicas, típicas de un Hollywood que cuestiona sin exagerar. Un pequeño gran detalle: a la película mexicana no la nominaron en Edición y esa ha sido históricamente una clave para ganar el Óscar a la mejor Producción, con escasas excepciones (la última vez en 1980). El resultado dependerá de cuán tradicional quiera seguir siendo la Academia y del “margen de error” de las matemáticas, frente a la categoría siguiente:
■ LENGUA EXTRANJERA: este comité es uno de los más serios y al ser pocos los votantes las sorpresas tienen más posibilidad. El año pasado Chile triunfó con una cinta mediocre (Una mujer fantástica). Rara vez una cinta del mismo idioma gana después de otra y esta vez el quinteto es muy superior. Aún así, la mexicana “Roma” luce imperdible. Muy de cerca corre “Cold War” (Polonia), una obra maestra, también en blanco y negro. Mientras “Shoplifters” (Japón) y “Capernaum” (Líbano) dividieron laureles en Cannes con tramas muy contemporáneas. Aquí ya ganó el cine, lo demás es carpintería.
Más allá, el consuelo es cierto: es más difícil ser nominado al Óscar que ganarlo.
Andrés Correa Guatarasma es corresponsal y dramaturgo venezolano residenciado en Nueva York, miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y The Dramatist Guild of America.