Deuda pendiente con Puerto Rico
Los pre-candidatos presidenciales tienen que tomar en cuenta las necesidades de la isla
Puerto Rico padeció las afrentas de la administración Trump después de la destrucción causada por el huracán María. La temporada electoral que se acerca es la ocasión para recordar al país que todavía hay un compromiso incumplido. Especialmente a los demócratas.
Los puertorriqueños que viven en la isla no pueden votar en la elección para elegir presidente, pero sí pueden hacerlo durante las primarias. Este aspecto ya fue reconocido por los aspirantes a la presidencia, la senadora Elizabeth Warren y el secretario de Vivienda ya Desarrollo Urbano, Julian Castro. Ahora es necesario que las prioridades para los puertorriqueños tengan su lugar al menos en la agenda demócrata.
Prestar atención a las dificultades de Puerto Rico es una cuestión de justicia. La isla hoy es una región de Estados Unidos. Washington no puede ignorar su responsabilidad tan solo por lo geopolítico.
En cambio la Casa Blanca demostró un desinterés olímpico. Las reacciones del Presidente ante la tragedia del huracán fueron vergonzosas por su falta de sensibilidad, la cual se reflejó en la falta de ayuda.
Por ejemplo, la Administración General para Emergencias (FEMA) negó el 62% de los hogares que pidieron asistencia para reparaciones. La burocracia y exigencia de títulos es un obstáculo impuesto de DC. Lo mismo de la terrible decisión de reparar 63 escuelas usando un estándar especial que ahorra dinero federal a costa de no protegerlos para tormentas futuras.
Puerto Rico ha sido visto primero como una manera de hacer para las empresas estadounidenses y después ver la conveniencia de sus habitantes.
La ley Jones que exige que el traslado de productos a la isla sea hecho por barcos de bandera estadounidense encarece los productos imprescindibles para la isla. De igual manera, la Administración de Pequeños Negocios involucra mucho más a las empresas continentales, en vez de las locales, en la cuenta a la ayuda para el desastre.
Se estima que hoy más de un millón de puertorriqueños sufren recortes en los programas de ayuda alimenticia. La isla tiene un plan especial, NPA, en vez del usual SNAP que no fue renovado y que la Casa Blanca consideró como “excesivo e innecesario”.
Nos unimos a la solicitud de una treintena de organizaciones en su petición para que se preste atención a los problemas en Puerto Rico. Se necesita inversión, cambios en el código impositivo, en los programas de ayuda federal y un alivio en la pesada deuda.
Se habla de un Plan Marshall en referencia a la ayuda estadounidense a Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. Se requiere mucho dinero, pero más que eso, un enfoque integral para la isla que corrija los problemas que se arrastran del pasado junto con la reconstrucción del daño más reciente.
La elección es una oportunidad para pensar que Puerto Rico no es solo una emergencia molesta en tiempo de crisis. Los puertorriqueños y los estadounidenses en general se van beneficiar de una recuperación sostenida y un crecimiento a largo plazo que empieza atendiendo los desafíos de hoy.