La lucha de AMLO contra corruptos… ¿alcanza a los sindicatos?
Muchos esperan que el gobierno de AMLO decida qué hacer contra muchos líderes sindicales sospechosos de corrupción
MÉXICO.- El exlíder de los bomberos de la capital mexicana, Ismael Figueroa, perseguido en los últimos días por el gobierno local, podría ser un personaje simbólico de uno de los pasajes más oscuros de la corrupción en México: los líderes sindicales.
Es acusado de prácticas antidemocráticas, de enriquecimiento ilícito, de asesinato intelectual y de saber adular lo suficiente al sistema político para que éste lo posicionara como candidato a diputado. Sin embargo, le faltó tiempo para ser reelecto una y otra vez en el gremio, como otros sindicalistas que llevan 40 años en el poder.
Con la política de combate a la corrupción que sostiene el presidente Andrés Manuel López Obrador, el agua le llegó al cuello.
Tras varias marchas de su gremio, las autoridades de la Ciudad de México lo pusieron en la mira y le echaron a la Unidad de Investigación Financiera que descubrió que Figueroa adquirió con dinero en efectivo varios inmuebles, 24 vehículos que fueron registrados a su nombre, el de la madre y la esposa, con valor aproximado de 52 millones de pesos que no corresponden a sus ingresos.
Un proceso legal está en su contra y abrió la interrogante para el nuevo gobierno, ¿cumplirá AMLO con la promesa de transparentar las cuentas de los sindicatos y desterrar las prácticas antidemocráticas de éstos o sólo es un caso aislado?
El analista político Carlos Aranda observó que, en los últimos días, el gobierno ha emitido varias señales de que líderes sindicales como el petrolero Carlos Romero Deschamps podrían estar en la mira, y citó como ejemplo la inasistencia de éste al evento de aniversario de la expropiación petrolera.
En adelante, apuntó, “Romero Deschamps y aliados podrían estar más ocupados en solicitar amparos para evitar acciones directas en su contra por los manejos, supuestamente, ilícitos al amparo de la representación sindical”.
Los líderes de los sindicatos mexicanos han sido tolerados por el sistema político a cambio de apoyos al partido gobernante en turno. A cambio, se les ha permitido tener en la opacidad sus cuentas, no ser sujetos de leyes de transparencia, permanecer en los cargos por décadas y todo tipo de abusos contra los trabajadores.
Ejemplos hay de sobra. Entre ellos, el líder del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana (STFRM), Víctor Flores Morales, quien desde hace 40 años que encabeza al gremio con todo y acusaciones de despojo de unos 1,500 millones de dólares; de comprar casas al por mayor y otros excesos como adquirir el 70% de los boletos del carnaval de Veracruz en cierta ocasión.
En lugar de investigarlo, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) lo volvió diputado federal en 2005 y luego volvió a dirigir el sindicato. Caso similar es el de la Confederación Revolucionaria de Obreros y campesinos (CROC), con Isaías González Cuevas, hoy senador que promueve la “transparencia” bancaria, pero no en los sindicatos y con quien incluso el nuevo gobierno ha firmado compromisos laborales de protección a los trabajadores.
Otros eternizados al poder gremial son: Carlos Aceves del Olmo, secretario general de la Federación de Trabajadores de la Ciudad de México ,diputado federal en tres ocasiones, y dos veces senador; Agustín Rodríguez, del sindicato de trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (25 años); Rafael Rivapalacio Pontones, de la vivienda para los trabajadores (40 años); del Sindicato de Trabajadores de la Industria Química, Gilberto Muñoz (40 años).