Es hora de las licencias para todos
Es este momento, el clima político en este país es increíblemente difícil para los inmigrantes. Negarle acceso a licencias de manejar a nuestra comunidad indocumentada, sólo por su estatus migratorio, crea barreras innecesarias que hace más difícil que prosperemos. Yo lo sé porque mi madre y yo vivimos como inmigrantes indocumentados en Nueva York por más de 10 años.
Nos fuimos de Colombia cuando yo tenía 9 años, huyendo de la violencia y la pobreza. Hicimos nuestro nuevo hogar en Queens y trabajamos para sobrevivir y tener la oportunidad de una vida mejor. Mi madre limpió oficinas, vendió tamales, e hizo cualquier trabajo disponible para darme el pan de cada día. Nuestra perseverancia no tenía límites, pero nuestra habilidad de ser exitosas estaba restringida por la falta de “papeles.”
Al principio, el no tener una licencia sólo era una inconveniencia: un camino largo en el tren para mi mamá después de su turno de trabajo en la noche, o tener que tomar varios trenes sólo para llevar a tres niños a sus citas del doctor. Pero luego fui creciendo y me di cuenta de la magnitud del daño a nuestras familias causado por la falta de una licencia .
Yo crecí en partes de Queens donde a veces los trenes estaban a 20 minutos de distancia en autobús. Esto limitó las posibilidades de empleo y educación. Yo no podía considerar universidades localizadas más lejos que Manhattan, y aún así, me tocó viajar horas en el tren para ir a estudiar cuando fui aceptada a John Jay.
De manera similar, las oportunidades de empleo de mi mamá estaban limitadas – ella sólo podía trabajar en lugares que fueran accesibles mediante transportación pública, algo que hundió más a nuestra familia en la pobreza.
La falta de una licencia no le permitió a mi madre ver el fruto de su labor. Cuando yo fui homenajeada en la universidad por la Sociedad de Honores Estudiantiles, mi madre no pudo estar conmigo porque no llegaría a tiempo después de salir del trabajo si tomaba el tren.
Pero nuestra historia no es única. Miles de inmigrantes en el estado de Nueva York viven como lo hicimos nosotras- quieren manejar a sus trabajos, recoger a sus niños de las escuelas, y utilizar sus carros para los quehaceres del día a día. No buscamos un pase gratuito, sólo pedimos que se apruebe la legislación que nos daría la habilidad de tomar los mismos exámenes que el resto de los neoyorquinos, y así calificar para una licencia de manejar. Sólo pedimos igualdad de acceso.
Doce estados, incluyendo a California, y hasta estados más conservadores como Utah, han aprobado legislación similar. Más estados, como Wisconsin, están en camino a hacer lo mismo. Es vergonzoso que Nueva York, un supuesto estado pro-inmigrante, lleno de oportunidades, no haya podido progresar de la misma manera.
Finalmente podemos cambiar eso este año. Si mis colegas de la asamblea y el senado aprobamos el Acta de Acceso y Privacidad Para Licencias de Manejar, podemos expandir el acceso a las licencias para todos, sin importar su estatus migratorio. No hace mucho que los neoyorquinos indocumentados podían manejar de una forma legal, hasta que una orden ejecutiva- basada en el sentimiento anti-inmigrante- de un gobernador republicano nos quitó ese derecho. El hecho de que después de casi 20 años, sigamos en las mismas, sin ninguna justificación válida da vergüenza. Este año tenemos que arreglar este error.
Los estados que permiten que todos en la comunidad tengan acceso a las licencias de manejar han visto una baja drástica a los motoristas sin seguro, y un incremento en los carros debidamente registrados y regulados. Esto también creará una nueva población de trabajadores y consumidores que tendrán acceso a más trabajos y a negocios.
Es hora de que tomemos la decisión sensata y humana para asegurarnos que todos los neoyorquinos tengan acceso a la oportunidad de obtener una licencias de manejar. ¡Es hora de licencias para todos!
-Catalina Cruz es la Asambleísta que representa el Distrito 39 en Queens (Corona, Elmhurst, Jackson Heights). Catalina creció indocumentada por más de una década y es abogada de derecho laboral y migratorio.