4 centroamericanos que hicieron historia en Estados Unidos (sin olvidarse de su región)
Las historias de ellos siguen inspirando a miles de centroamericanos
Las historias de Norma Torres, Franklin Chang Díaz, André Guttfreund y Luis Enrique Mejía López tienen varios elementos en común.
Los cuatro son centroamericanos que, por diferentes razones, tuvieron que salir de sus países y lograron triunfar en el extranjero.
Y, a pesar de haber migrado y hecho sus carreras en Estados Unidos, todos mantuvieron un vínculo con sus países de origen con la esperanza de contribuir a una Centroamérica mejor.
Con motivo de la celebración en Costa Rica del festival literario Centroamérica Cuenta, BBC Mundo repasa sus trayectorias.
1. Norma Torres, la primera congresista centroamericana en EE.UU.
“A mí no se me ha olvidado de dónde soy ni de dónde vengo, creo que eso es lo que me ha ayudado”, dijo Norma Torres al diario Hoy Los Ángeles en abril de 2015.
Hacía unos meses que había sido sido electa congresista demócrata por California: la primera mujer centroamericana en llegar al Congreso de Estados Unidos.
Torres nació en Escuintla, Guatemala, y cuando tenía 5 años sus padres la enviaron a California a vivir con un tío paterno. Su país atravesaba una guerra civil, su madre estaba muy enferma del corazón y su padre era un líder sindical.
“Lo que recuerdo es que me vine sola. Yo venía a pasear, nunca me imaginé que esta iba a ser mi vida. La cultura era diferente, el idioma era diferente…”, dijo en una entrevista a Univisión.
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Torres trabajó por más de 15 años como operadora en el sistema de Emergencias 911. De ahí saltó a la política, pero no fue algo planeado.
Eran los años noventa y, un día, una niña llamó a Emergencias pidiendo ayuda. La pequeña de 11 años tuvo que esperar 20 minutos para lograr comunicarse con una operadora que hablara español.
Torres era una de las dos operadoras bilingües que había para Los Ángeles.
La niña murió en manos de un tío suyo y Torres estaba convencida de que, de haber sido atendida antes, podría haber salvado su vida. Ese hecho, ha dicho en numerosas ocasiones, marcó su vida.
Así que organizó una campaña para que el centro contratara más operadoras que hablaran español.
Lo logró. Así comenzó en la política. Luego, fue alcaldesa de Pomona, en California, después asambleísta y senadora estatal.
Sobre convertirse en congresista, dijo: “Representa un sueño que una inmigrante pueda llegar a este país y tener esta gran oportunidad que yo he tenido”.
Torres es una voz que se levanta por los centroamericanos en EE.UU. Encabeza el grupo de Asuntos Centroamericanos, ha peleado por leyes de inmigración y contra la corrupción en los países del Triángulo Norte de Centroamérica.
2. André Guttfreund, el único centroamericano que ha ganado un Oscar
El salvadoreño André Guttfreund no quiere ser el único centroamericano que ha ganado un Oscar.
Pero lo sigue siendo y precisamente por eso es que, después de vivir casi toda su vida en el extranjero, decidió hace unos 10 años volver a su país y trabajar sobre un sueño: crear una industria de cine de ficción en El Salvador.
Nació el 6 de noviembre de 1946 y desde niño supo que sus estudios los haría fuera del país, pues esa era la decisión que sus padres habían tomado.
Estudió el bachillerato y la universidad en Estados Unidos, y, luego, con una beca, estudió una maestría en teatro en Londres.
Regresó a El Salvador y trabajó en un proyecto de televisión educativa. Además, fue ahí que dirigió su primera obra de teatro. Sin embargo, después decidió volver a Estados Unidos para estudiar cine en el American Film Institute.
Con su proyecto de tesis, el corto In The Region of Ice, una adaptación del libro de la novelista estadounidense Joyce Carol Oates, ganó el Oscar a Mejor Cortometraje de ficción en 1977.
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Pero aunque vivía fuera, nunca perdió su vínculo con El Salvador. En vacaciones, siempre regresaba. El único tiempo que se desconectó del país centroamericano fue cuando secuestraron y mataron a un socio de su padre. Eso fue a inicios de la década de los 80.
En 2009, Guttfreund era profesor de una escuela de cine en Estados Unidos pero consideró que su país lo necesitaba más. Por eso volvió.
“En El Salvador había talento, pero no formación. Me dediqué a eso, estoy dedicado a eso”, dice Guttfreund, quien sueña con que en su país haya una ley de cine con incentivos fiscales.
Los primeros frutos de su trabajo, dice, ya se están viendo. A inicios de este año, el documental “Cachada”, en el que fue productor ejecutivo, ganó el premio del público en el festival South by Southwest en Austin, EE.UU.
Guttfreund, el único centroamericano miembro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas estadounidense, cree en su país. Está convencido de que sí lograrán éxitos en el mundo del cine.
“Estoy seguro que vamos a demostrar al mundo que El Salvador no solo es maras, migración y guerra, sino que puede ser mucho más, más de lo positivo y de lo inspirador. Yo no me voy a rendir hasta que lo podamos comprobar”, asegura.
“Tenemos muchos cuentos que contar”, dice.
3. Franklin Chang Díaz, el costarricense que hizo historia en la NASA
Era 1989. El astronauta tico-estadounidense Franklin Chang Díaz realizaba su segunda misión espacial y Costa Rica celebraba su hazaña.
“Nos sentimos orgullosos de todo lo que has realizado, realmente ponés muy en alto en nombre de Costa Rica y de América Latina”, le dijo el entonces presidente Oscar Arias.
Era una transmisión en cadena nacional para mostrar la comunicación entre la Casa Presidencial y el transbordador espacial en que se encontraba el astronauta costarricense en el espacio.
Franklin Chang Díaz nació en Costa Rica, pero desarrolló su carrera en Estados Unidos.
De niño jugaba a ser astronauta con una caja de cartón. Y a los 17 años, Chang se fue del país centroamericano persiguiendo su sueño.
Llegó a Estados Unidos sin saber hablar inglés, con US$50 en el bolsillo y una maleta. Gracias a una beca se graduó como ingeniero mecánico en la Universidad de Connecticut y luego estudió un doctorado en el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT).
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A finales de la década de los 70, la NASA abrió un programa para reclutar astronautas. El costarricense fue uno de los 19 seleccionados entre miles de aspirantes. Fue el único hispano. Su primera misión la realizó en 1986.
El nombre de Chang Díaz, ahora de 69 años, está en el Salón de la Fama de la NASA. Es uno de los astronautas con más horas espaciales en la historia: 1.601. También tiene un récord en misiones con la NASA, al haber realizado siete. Voló en los transbordadores Columbia, Discovery, Endeavor y Atlantis.
Pero aunque desarrolló su carrera en el extranjero, nunca se desconectó de su país natal.
Tras retirarse de la NASA, Chang Díaz fundó Ad Astra Rocket, una compañía de ingeniería aeroespacial. Una de las sedes se encuentra en Liberia, Costa Rica, desde donde intenta impulsar a los jóvenes costarricenses que sueñan con llegar al espacio.
Según el diario costarricense La Nación, por ese laboratorio han pasado más de 70 estudiantes que han realizado pasantías investigando y desarrollando tecnología aeroespacial.
Precisamente ese es uno de los sueños de Chang: “Quiero ayudar a los países de América Latina para que se involucren más en la ciencia del espacio y que se cumpla con la promesa de que el espacio exterior es libre para todo, que ninguna nación tiene más derecho que cualquier otra a las maravillas del universo”, dijo en 2017.
Además, Chang lidera un proyecto llamado Estrategia Siglo XXI, diseñado para transformar a Costa Rica en un país desarrollado en ciencia, tecnología e innovación antes de 2050.
4. Luis Enrique, el inmigrante que se convirtió en el “Príncipe de la salsa”
Salió de Nicaragua cuando tenía 15 años. Su abuelo materno tomó la decisión de que él y su hermano menor, entonces de 13 años, debían salir del país.
Huían de una Nicaragua en guerra que buscaba derrocar a Anastasio Somoza Debayle.
Luis Enrique Mejía López, de 56 años y conocido simplemente como Luis Enrique, cuenta su historia como inmigrante en una estrofa de su canción “Autobiografía”:
“Fui de Managua hasta Tijuana
buscando al norte una esperanza
llegue a la tierra prometida
aprendí otro idioma
comencé otra vida
crecí en las sombras del silencio
fui un ilegal con miedo
sin papeles y sin dirección“.
Su vida como indocumentado, confesó en varias entrevistas, no fue fácil.
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“Sentía el pecho apretado bum, bum, bum, de latidos acelerados, la boca seca, el sudor en las manos”, relata sobre su cruce de la frontera en su libro “Autobiografía”.
Ya en Estados Unidos, tras acabar la secundaria, intentó conseguir una beca para continuar sus estudios pero no pudo por no tener su documentación en regla.
Una década después le llegó su gran oportunidad a través de la música. Se trasladó de California a Miami con el grupo Versalles, con el que grabó sus primeras canciones. En 1986, el expresidente Ronald Reagan promulgó una amnistía que permitió la legalización de millones de inmigrantes indocumentados en el país como él.
Ese mismo año, Luis Enrique firmó su primer contrato discográfico.
Pronto se convirtió en “el Príncipe de la salsa”, apodo que se ganó por destacar como uno de los principales exponentes de la salsa romántica. Muchas de sus canciones se hicieron famosas: desde “Así es la vida”, “Desesperado” a la más reciente “Yo no sé mañana”.
Lleva más de cuarenta años viviendo en Estados Unidos, pero no olvida sus raíces. En junio del año pasado, dos meses después del inicio de la crisis sociopolítica en Nicaragua que según organismos de derechos humanos dejó más de 300 muertos, Luis Enrique publicó la canción “Mordaza”.
“‘Mordaza’ es ese grito que hoy mi gente clama en las calles de todo el país. Para mi gente valiente, esta canción con todo mi amor”, dijo el salsero cuando estrenó el tema.
La historia de Luis Enrique es una muestra de que alcanzar los sueños es posible.
Precisamente por eso, en 2017, publicó su libro “Autobiografía” en el que relata su vida. Su objetivo es inspirar y dar esperanza con su historia a miles de inmigrantes indocumentados, en cuya situación se encontró él mismo hace años.
* Este artículo fue elaborado para la versión digital de Centroamérica Cuenta, un festival literario que se celebra en San José de Costa Rica entre el 13 y el 17 de mayo.
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