‘Quemado’ por el trabajo, una enfermedad combatible

Ten voluntad propia

No dejes que el trabajo te abrume.

No dejes que el trabajo te abrume. Crédito: shutterstock

La Organización Mundial de la Salud ha incluido el burnout, o síndrome del trabajador quemado, en su Clasificación Internacional de Enfermedades. El primer paso para tratar una dolencia es reconocerla.

La mayoría de las personas sufren estrés en su trabajo. En sí mismo, el estrés no es negativo, porque provoca un conjunto de reacciones fisiológicas que nos preparan para la acción. El estrés puede mejorar la percepción cognitiva, nos activa, despierta la creatividad, dispara la productividad y, como consecuencia, nos produce bienestar cuando conseguimos afrontar el reto estresor con éxito.

Pero si la situación de estrés en el trabajo es continua y no somos capaces de manejar la amenaza que supone, surge el llamado burnout.

Los síntomas del trabajador quemado se manifiestan en el plano físico con cansancio, dolores de cabeza, insomnio, problemas gastrointestinales…; en el plano emocional se aprecia irritabilidad, ansiedad, baja autoestima, tristeza e, incluso, depresión; y en el plano laboral se expresa con falta de concentración, rechazo de la comunicación entre compañeros y descenso de la eficacia. Son trastornos que pueden acarrear problemas graves, que conduzcan a la incapacidad temporal o incluso permanente y, en casos extremos, a la muerte por suicidio.

Las empresas deben establecer mecanismos para detectar el burnout entre sus trabajadores. Antes de que se produzca el desgaste es necesario establecer mecanismos que incentiven a los equipos, huir de las rutinas, ofrecer formación y promoción laboral, trabajar la motivación y establecer no solo un justo salario económico, sino también un adecuado salario emocional: las personas deben sentirse a gusto con su trabajo para poder ser productivas.

En manos de profesionales

Una vez que aparece el burnout, es preciso pedir ayuda profesional para gestionar estas emociones de desgaste que puede causar graves perjuicios a las personas y a las corporaciones. Un equipo externo especializado en gestión emocional podrá enseñar a la empresa a prevenir el burnout y trabajar con las personas aquejadas de esta enfermedad para que puedan superarla mediante algunas medidas.

Modificar la actitud. Ayudar a que la persona afectada deje de pensar: «No puedo manejar esta situación» y pase a plantearse: «¿Cómo puedo manejar esta situación?».

Cambiar hábitos de vida. Buscar nuevos alicientes externos, como hacer ejercicio, apuntarse a alguna actividad placentera, salir los fines de semana, ir a clases de pintura…

Establecer pequeñas metas. Los objetivos deben ser alcanzables, concretos y a corto plazo. Tenemos que saber priorizar y no plantearnos retos imposibles.

Cuidar las relaciones sociales. Encontrar tiempo para las relaciones afectivas y sociales, equilibra y compensa una situación laboral indeseada.

Aprender a gestionar las emociones. Conocernos es el punto de partida para solucionar el malestar; a partir de ahí, una adecuada educación emocional nos permitirá ser asertivos, relacionarnos mejor, automotivarnos y sentirnos bien con nosotros mismos.

Pedir cambios. Si sabemos reconocer y controlar nuestras emociones, podremos negociar con la empresa una situación mejor, como un cambio de lugar, una actividad diferente, teletrabajar, tomar vacaciones, reducir jornada, etc.

No darse por vencido. «No busques los errores, busca un remedio», decía Henry Ford. El éxito está en comprender que solo hay una cosa que no tiene solución, todo lo demás se puede arreglar.

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