Bebe Rexha y los brutales señalamientos por su peso y las curvas de su cuerpo
La cantante ha sido señalada y rechazada por su anatomía
Muchas personas que jamás habían escuchado una canción de Bebe Rexha, o que al menos no lo habían hecho sabiendo que la había compuesto ella, descubrieron quien era el pasado mes de enero cuando la cantante denunció a través de Instagram que varios diseñadores se habían negado a vestirla de cara a la gala de los Grammy -sin importarles que fuera una de las nominadas- con la excusa de que sus creaciones no estaban hechas para figuras curvilíneas como la suya.
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La peor parte de toda esa historia es que ni siquiera puede considerarse que encaje en lo que ha venido denominándose como ‘tallas grandes’ en vista de que habitualmente usa una 10 en Estados Unidos, el equivalente a una 42 europea o una 14 en Reino Unido.
“La verdad es que me rompió el corazón. Estaba muy triste y deprimida. Me sentía como basura humana”, ha recordado ahora en una entrevista a Cosmopolitan en la que insiste en que su decisión de hablar del rechazo que había sufrido no respondía a un deseo de buscar publicidad o criticar a una marca concreta. “También estaba enfadada: no es que pretendiera vengarme de nadie, pero no quería seguir tolerando algo así”.
Tristemente, para ella no suponía ninguna novedad encontrarse en una situación como esa, ya que lleva soportando comentarios acerca de su físico desde los inicios de su carrera e incluso ha sido obligada a someterse a dietas y planes de entrenamiento elegidos por terceras personas.
“La primera vez que conseguí un contrato, desde la discográfica me preguntaron si estaba lista para ponerme en forma. Querían que perdiera casi diez kilos. En aquella época yo era muy poca cosa, pesaba 58 kilos, y consiguieron jo**r por completo mi perspectiva. Me mataba de hambre antes de rodar cada videoclip y siempre tenía frío”, explica antes de compartir una anécdota sobre una directora creativa que le obligaba a entrenar dos veces al día y supervisaba sus comidas. “Recuerdo que se sentaba a mi lado en la mesa y me repetía: ‘No estás perdiendo suficiente peso’. Y lo único que estaba comiendo eran ensaladas”.