Deudas y 80,000 libras de queso, el comienzo de una madre y una hija
Amerisal Foods nació de forma humilde en plena recesión en California y ahora apuesta por encontrar espacio en los supermercados de todo el país para los alimentos de El Salvador
Vanessa Faggiolly dejó El Salvador y a sus padres cuando le llegó el momento de ir a la Universidad porque estos quisieron que estudiara en EEUU. Pero eran malos tiempos y su padre solo le pudo dar $250 dólares a ella y otros $250 a su hermano. Aterrizó en diciembre de 2003 en California para estudiar administración de empresas y trabajar para mantenerse. “El 13 de enero ya tenía un empleo en Express vendiendo ropa”, dice.
“Soy muy disciplinada, me propuse estudiar y trabajar a tiempo completo”, dice en una entrevista telefónica desde Van Nuys en el valle de San Fernando (California). La conversación se inicia a las 7.30 AM, pero Faggiolly lleva horas despierta y trabajando. “Estoy acostumbrada al sacrificio, cuando venimos de nuestros países venimos con una mente abierta a la apreciación y a la oportunidad”, explica.
Y eso es lo que necesitó en 2008 cuando gracias a esa mente abierta ella y su madre, Nora Saca — que recién divorciada se trasladó a California con sus hijos–, apreciaron una oportunidad donde pocos la verían. Se trataba de Amerisal Import Export, un negocio en bancarrota, sin clientes, con un solo empleado y una camioneta desvencijada que estaba en manos de un amigo de la familia y un tío, que ya estaban muy ocupados con otras empresas.
Además, como recuerda Faggiolly “la economía estaba por los suelos”
Pero el negocio tenía algo que atraía a la madre y la hija: unas 80,000 libras de queso de la marca Petacones con quien Amerisal tenía un contrato para hacer seis envíos de más queso al año.
Para la comunidad salvadoreña este no es un queso más. Se trata de una marca muy familiar en su país y como el resto de las comidas y marcas tradicionales no eran fáciles de conseguir. Madre e hija, sabiendo lo importante que es la comida de la tierra de cada uno decidieron darse una oportunidad en el negocio.
Y lo tenían que hacer rápido porque el queso tenía fecha de caducidad.
Hicieron una oferta de compra a este amigo y codueño de Amerisal ($2,000) y al tío de Faggiolly. Los bancos se mantuvieron al margen –“no teníamos historial crediticio”– y fue la familia la que les prestó el dinero para iniciar un negocio en plena recesión y que hoy emplea a 17 personas, tiene un crecimiento continuado además de fuertes ganancias.
Los préstamos familiares han sido devueltos y las dueñas de Amerisal miran al futuro con planes serios de crecimiento e importantes planes de futuro.
Si se ha llegado a este punto es porque inmediatamente el equipo de madre e hija se pusieron manos a la obra. Faggiolly dice que su madre “no tiene miedo a los retos y no se la derrota fácil porque se cae, pero se levanta”. Además, tanto Saca como su esposo habían sido empresarios en El Salvador y en la familia se sabía de primera mano el esfuerzo que toma.
“Empezamos a ir tienda a tienda de moms and pops. Teníamos ventas pequeñas, entre $20-$100″, dice Faggiolly. “Literalmente peinamos cuadra a cuadra Pico Boulevard, siete días sin parar porque el queso caducaba”, recuerda. Uno de los problemas que se encontraron es que la mayoría de los supermercados grandes tenía muy presente a la comunidad mexicana pero no a la del resto de Centroamérica. Las grandes cadenas no les hicieron caso inicialmente.
“Nos hemos encontramos muchas puertas cerradas pero mire, para mí un no significa venga otro día”.
Y volvieron.
Madre e hija daban a probar el queso a todas las cadenas de supermercados “hasta que Liborio Market nos abrió la primera puerta”. Amerisal Import Export tenía una pequeña oportunidad y fue aprovechada. Ahora bien, tuvieron que trabajar casi 24 horas, siete días a la semana y cobrando salarios de supervivencia. “Lo que ganábamos lo reinvertíamos”, dice.
“En 2011 ya se hizo la transición a los supermercados y vimos un gran cambio, el producto empezó a volar”. Amerisal volvió a pedir contenedores a El Salvador porque Saca y Faggiolly vieron que su premisa era real. “La gente veía en la marca un pedazo de su tierra, muchos de los clientes no pueden regresar a su país y nosotros se lo traemos”, razona.
Un año más tarde compraron una marca conocida llamada Perla Bandera de El Salvador y la registraron en EEUU. Con ello se dió un paso hacia adelante porque Amerisal se convirtió en una empresa de alimentación y no solo importadora. Se dió el salto la producción de alimentos que se hace mayoritariamente en El Salvador.
Saca se ocupa de la investigación y desarrollo de recetas y además del queso tienen ya 60 productos en cartera.
Los planes de futuro pasan por expandirse nacional e internacionalmente, incluso en El Salvador. Ahora mismo los productos de Amerisal se pueden encontrar en zonas de Alaska, Seattle, Las Vegas y desde luego muchas zonas de California. Ahora se están cerrando acuerdos para llegar más lejos y empezar a cubrir el país. No solo pensando en ser un referente para los hogares salvadoreños sino también en las cocinas que apuestan por las fusiones y buscan nuevos sabores.
Educación continua
Para Vanessa Faggiolly, cofundadora y responsable financiera de Amerisal Foods, el éxito de su empresa se basa en tres claves:
- “Trabajar con mi madre”. “Ver su experiencia, sus pasos, sus ganas y empeño es muy motivador. Ella aprecia lo que yo hago y yo lo que hace ella”.
- El hecho de haber migrado. “Los inmigrantes somos trabajadores honrados que ponemos empeño”.
- Educación. “La Universidad es básica pero allí no me enseñaron las cosas que realmente estoy necesitando.
Faggiolly es parte de un programa de educación llamado Inner City Capital Connections (ICCC) en Los Ángeles que es parte de la Initiative for a Competitive Inner City’s (ICIC).
Se trata de una organización fundada por el profesor de la escuela de negocios de Harvard, Michael Porter, cuyo objetivo es animar la prosperidad económica inclusiva en comunidades de bajos recursos.
Faggiolly dice que este programa les abrió la mente, que se han propuesto innovar pero con conocimiento y ya es mucho más consciente del sentido y objetivo de los análisis financieros. Esta empresaria habla con entusiasmo de una iniciativa que le ha abierto los ojos para, por ejemplo, “adaptarnos a los cambios de la economía e innovar cuando, como dice mi madre, vienen las vacas flacas”.
Desde que empezaron este programa, Amerisal Foods ha accedido a capital que le ha permitido la ampliación de sus operaciones, ha incrementado la distribución de cuatro a más de 50 productos ha contribuido a la comunidad local con la donación de alimentos a comunidades vulnerables.
Los avances de esta madre e hija han sido reconocidos por el ICIC que en 2018 reconoció su empresa como una de las de más rápido crecimiento en las ciudades de América.