Mexicanas cuentan sin tabúes por qué son infieles

Conoce la historia de Cristina Peña y su madre

MÉXICO – Cristina Peña y su madre comparten una experiencia de la que poco se habla en este país: ambas fueron infieles a sus maridos.

La diferencia, además de las dos décadas entre un hecho y el otro, es que mientras para la segunda el tema es un tabú; para la hija es un tópico urgente del que se debe hablar, escarbar, perder el miedo.

Porque detrás de lo que se habla y lo que se oculta hay una realidad con mucho peso. Ashley  Madison, el popular sitio de búsqueda de parejas para relaciones extramaritales en internet arrojó a la cara que las esposas mexicanas son las más que más ponen el cuerno en todo el mundo con hasta 10 parejas en promedio durante su vida de casadas.

Ashley hizo un sondeo anónimo entre sus clientes y reveló en octubre pasado que las mexicanas han encontrado “un equilibrio” de ese modo; entre la vida doméstica y  la aventura: entre el aburrimiento  y el sexo, pero Cristina dice más y, por su experiencia habla de una especie de “descomposición” en las parejas mexicanas que pasa por un crisol de razones.

“Somos ojetes (malas  personas) con los hombres y ellos son ojetes con nosotras”, resume cuatro  años después del “’sancho”’  —como popularmente se le conoce a la infidelidad entre parejas–– que terminó con su matrimonio de dos  décadas.

Previamente, él había hecho lo mismo y ella lo perdonó, aparentemente. Luego se dio cuenta de que no, pero hoy Cristina concluye que calificar su acto como “revancha” sería infantil. El ex marido, en cambio, se lo tomó a lo macho: “te hubiera perdonado todo menos eso”, remató al final de la relación.

“Lo intentamos dos años, pero peleábamos cada vez más”, cuenta. “En el caso del cuerno que puso mi mamá nunca se habló, pero mis padres siguen juntos: también peleando”.

Cristina  concluye que la infidelidad está más relacionada a la ausencia de amor. A veces la gente se casa por obligación. En su caso, qued óembarazada y los padres  hicieron la boda, les compraron un coche y una casa. “Luego descubres que no es suficiente”.

No se siente culpable. Quedó un hijo al que cuidó con esmero y  está por graduarse de médico además de la apertura para hablar de la infidelidad femenina en una sociedad donde la condena para ellas puede llegar a ser la muerte. “No me siento puta”, precisa. “Soy coqueta, busco amor”.

Un estudio reciente de la Red Mexicana de Masculinidades en las cárceles del estado de Hidalgo reveló que  los feminicidas tiene entre sus principales causas los celos de su pareja.

“Cuando los hombres se sienten burlados tienen la idea de que deben de defender su honor aunque ellos también sean infieles”, advirtió Gloria Contreras, coordinadora de la red.

Gloria Rodríguez, psicóloga de 39 años, cuenta que el 60% de sus pacientes se acercan a la terapia por razones de infidelidad  de ambos géneros. “El problema con las mujeres es que están insatisfechas y no lo hablan: actúan poniendo el cuerno”.

Ella misma cree que por eso fue infiel a su novio con quien tenía una relación “monótona” hace seis años con visitas rutinarias a sus respectivas casas para ver películas, cocinar hasta que apareció un hombre mayor que le compraba regalos y otras actividades que no tenía con el otro.

Un día se juntaron los dos en su consultorio y ella tuvo  que decidirse  por  uno para drama del otro que pasó alrededor de un año llamándola por  teléfono por las noches para cantarle canciones de BobyPulido con letras de venganza. “Te quiero matar”, entonaba.  “Lo hacía por dolido, no  era amenaza real”.

Gloria nunca tiene miedo y sólo se arrepiente de no haber estado más tiempo con los dos: uno le daba cariño, el otro seguridad. A uno  podía verlo los fines de semana, al otro no. Quizás era casado, aventura. Uno trabaja en las noches, el otro entre el día. En resumen: cuando no era uno era el otro.

“Así no había monotonía”, cuenta.

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