Epitafio para un inmigrante muerto por coronavirus: “Para el gobierno no somos ni valemos nada”
No buscó atención médica por temor a ser deportado por el gobierno de Trump
Un inmigrante de Guatemala que presentaba todos síntomas del coronavirus y no acudió al médico porque decía tener miedo a ser detenido y deportado por el gobierno del presidente Donald Trump murió el pasado 9 de abril en la ciudad de Nueva York donde radicaba desde hacía doce años.
Se llamaba Marcelino Saloj Tuy y tenía 50 años de edad, era originario de la aldea Chaquijya, en el departamento de Sololá, donde le sobreviven su esposa y seis hijos.
Su muerte ha calado hondo en familiares y amigos porque era considerado un ser humano que se preocupaba por el bien común y estaba comprometido con su país, donde fue educador y promotor de proyectos de desarrollo para comunidades marginadas.
De cariño le decían “Chomito”, le gustaba jugar futbol, era mediocampista, goleador y capitán del equipo de su pueblo, era un indígena maya que promovía la vida y la cosmovisión de sus ancestros.
Como inmigrante procuraba ayudar a sus paisanos, cuentan sus amigos, les aconsejaba de cuidarse por la pandemia del coronavirus, aunque en su caso no lo hizo, no fue al médico ya que al ser indocumentado decía tener miedo de que lo deportaran ante la posibilidad de que agentes de la Oficina para el Control de Inmigración y Aduanas (ICE) realizaran redadas en los hospitales.
Sus publicaciones en Facebook revelaban sus anhelos y emociones cuando citaba las esperanzadoras palabras de Facundo Cabral o aludía al mundo que John Lennon imaginaba o anotaba los versos que escribió Violeta Parra y que Mercedes Sosa interpretó con su prodigiosa voz: “Sólo le pido a Dios, que el futuro no me sea indiferente, desahuciado está el que tiene que marchar, a vivir una cultura diferente”.
“Que su ejemplo sirva a todos para seguir soñando y luchando por una Guatemala más incluyente y equitativa”, publicó el Instituto Mixto Intercultural Santiago donde Marcelino Saloj se graduó como profesor bilingüe.
Sólo le pedía a Dios…
¡Fuerza hermanos!
“Gracias Chomito por luchar e imaginarte una mejor sociedad”, escribió Óscar Azmitia, uno de sus tantos amigos en Guatemala.
En uno de los últimos mensajes en la red social, Marcelino Saloj se refería al momento por el que atraviesan los inmigrantes en Estados Unidos, un texto que de acuerdo con quienes lo conocieron demostraba su personalidad, su ideología, su lucha contra las injusticias y su sentido de responsabilidad social, palabras que bien habrían de servir como su propio epitafio:
“En los siguientes días nos tocará ver el acto más grande de valentía. Ver a nuestros padres, amigos, esposos y conocidos salir a trabajar, porque la vida tiene que seguir y no esperar a nadie.
“Estamos en un país donde para el gobierno no somos, ni valemos nada sólo por el hecho de que no tenemos papeles, así seamos los que hacemos el trabajo duro en el país, eso a ellos no les importa.
“Y es ahí dónde aplica el dicho mexicano que dice: ‘hay que rascarnos con nuestras propias uñas’, porque no esperamos la ayuda de nadie y menos del gobierno que sólo nos cuenta como números.
“De aire no vivimos, por ello admiremos de corazón a toda la gente trabajadora y deseemos que regresen con bien y con mucha salud a sus hogares hasta que el contagio termine, por todos los que no nos podemos dar el ‘privilegio’ de quedarnos en casa. ¡Fuerza hermanos!”.