De ser deportado a convertirse en ídolo de Chivas: la conmovedora historia de superación de Carlos Salcido
El exseleccionado caminaba durante cuatro horas para ir a entrenar porque no tenía dinero
La vida de Carlos Salcido antes de ser futbolista profesional no fue sencilla. Su historia es digna de admirar y también sirve como claro ejemplo de que los sueños se cumplen, siempre y cuando se dejé hasta el último suspiro en luchar por ellos.
Ahora vive con comodidades y además siendo un histórico de las Chivas. Para llegar ahí, el camino fue largo y muy rocoso, pues en su formación como futbolista sufrió muchas carencias.
“Había días que no tenía ni siquiera dinero para el autobús. Me despertaba a las cuatro o cinco de la mañana porque el entrenamiento era a las nueve y me iba caminando cuatro horas y media desde Tlaquepaque a Verde Valle, y el regreso siempre me dio vergüenza pedir un ray”, confesó Salcido.
Antes de ese peregrinar, el oriundo de Ocotlán, Jalisco, también perdió a su madre cuando apenas era un niño, y fue una herida que costó mucho para sanar.
“En ese tiempo querían ocupar el espacio de mi madre, porque el panteón cada vez estaba más lleno, alcancé a saberlo por parte de mi padre y la primera ‘buena lanita’ que me cayó, la agarre y fui a pagar todos los intereses y todas las cosas que se debían y pude lograr hacer un cuartito para ir a platicar, saber dónde estaba mi madre y que no me la quitaran de ahí para mis hermanos y toda mi familia”, comentó.
De igual forma recuerda los primeros trabajos que tuvo en su niñez, mismos que le ayudaron para forjar su carácter.
“Durante dos años fui lavacoches, aunque también caía algún camión de vez en cuando. La verdad es que era un buen trabajo. A mí me gustaba mucho. Pero mis pies empezaron a resentirse por el agua y por el uso de las botas de hule, así que tuve que dejarlo más a la fuerza que queriendo”, dijo Salcido.
La vida era difícil para Salcido, y aunque en ese momento fue un duro golpe, el ex futbolista mexicano fue deportado tres veces desde Estados Unidos, sin saber que esa sería la llave que le abriría las puertas para ser futbolista, ya que al regresar, acudió con unos amigos a un partido de fútbol y por casualidad lo descubrió Ramón Candelario, un visor de las Chivas cuando el jugador ya tenía 20 años.
“Le dije a Ramón que vivía con una tía y si no llevaba dinero a casa no comíamos. Él me replicó que tenía condiciones y, ese día, me dio mil pesos para que me diera cuenta que con el futbol me podía ganar la vida”, señaló Salcido.
Sus condiciones le dieron la titularidad en Chivas y su nivel le alcanzó para disputar la Copa Confederaciones de 2005 y el Mundial de Alemania 2006, lo que le sirvió para catapultarse al futbol europeo.
“El futbol me ha dado madurez, conciencia, me ha hecho fuerte. He demostrado que valía para esto. Por eso di el salto a Europa. No me fui por dinero, porque aquí cobraba lo mismo, sino para hacerme alguien. ¡Yo quería ser campeón! No lo había sido ni el barrio, y ansiaba ver qué se sentía. Gritarlo”, apuntó el ex defensa de Chivas.
A pesar de que su adaptación no fue sencilla, Salcido logró consolidarse con PSV Eindhoven y cumplir todos sus objetivos.
“A los 15 días de llegar a Eindhoven estaba desesperado. Me sentía abandonado. Sin conocer a nadie, sin saber qué hacer, salía a caminar por el centro de la ciudad y me metía a comer en un ‘McDonalds’ o a un ‘Kentucky’, porque era lo más fácil” señaló Salcido, que logró jugar la Champions League con el cuadro holandés.
Tras jugar tres mundiales con la Selección Mexicana, ser campeón olímpico en Londres 2012 y ganar títulos con Chivas, Tigres y PSV Eindhoven, su retiro llegó con los Tiburones Rojos del Veracruz, y ahora Salcido será el presidente de la Liga de Balompie Mexicano, por lo que aún tendrá muchas historias por contar en el mundo del futbol.