La incertidumbre financiera se ceba en los bolsillos de los latinos
El 92% de los de NY con bajos ingresos están preocupados por quedarse sin dinero en junio
Semana a semana se está verificando que la comunidad latina es muy vulnerable en esta crisis del coronavirus. No solo la enfermedad está haciendo estragos sino que además la crisis económica está golpeando a sus trabajos. El desempleo en abril fue el más elevado de todos los grupos de razas y etnias (18.9%) y entre los que tienen bajos ingresos en Nueva York, el 92% de los latinos tienen la preocupación de no tener dinero el mes que viene.
Este último porcentaje llega de la encuesta hecha por Public Health Solutions (PHS), la mayor organización sin ánimo de lucro dedicada a la salud en Nueva York. Se consideran bajos los ingresos por debajo de $50,000 en los hogares.
La misma encuesta apunta a que en este mismo caso de los bajos ingresos el 82% de los negros y el 95% de los asiáticos están en la misma situación. Pero además, en el caso de los latinos la incertidumbre lleva al 69% de los latinos encuestados por PHS a decir que se sienten poco seguros en términos de dinero.
Uno de cada cuatro latinos cree que necesitará ayuda para conseguir comida en un mes si perdieran su trabajo hoy o como resultado de perderlo recientemente.
Esto es algo que pone más presión en organizaciones sin ánimo de lucro que atienden mayoritariamente a la comunidad latina y que ya están operando por encima de las posibilidades que tradicionalmente tenían.
Es el caso de CLOTH, (Community League of The Heights), que desde hace casi siete décadas está atendiendo las necesidades sociales y de vivienda de residentes de la zona de Washington Heights. Es una de las áreas más latinas y más golpeadas por la enfermedad en la ciudad.
Su directora ejecutiva Yvonne Stennett dice que ha reenfocado la actividad de esta organización a dos áreas, el apoyo del aprendizaje remoto de los escolares y las despensas de caridad (food pantry).
El servicio de despensa y entrega de alimentos ha cambiado sustancialmente con respecto a lo que pasaba antes de la pandemia. “Antes abríamos dos veces por semana y servíamos a 200 o 250 personas, ahora son 500 diariamente y abrimos cuatro días a la semana”.
Eso significa que trabajan en esta tarea seis días a la semana para asegurar un abastecimiento que proveen City Harvest y el Food Bank pero que no es suficiente para atender las nuevas necesidades.
“Hemos recibido dinero de NY Community Trust y Robbin Hood pero nos gastamos unos $4,000 o $5,000 a la semana en comida por lo que este dinero se va a agotar y necesitamos una financiación continua”, explica.
El estímulo que envió el IRS (los $1,200 por contribuyente con Seguro Social y $500 por niño) ya se ha gastado, explica Stennett y el SNAP (cupones de comidas) no es suficiente. Antes veía a personas mayores en la despensa de caridad, ahora dice que ve personas de todas las edades. Hay más diversidad en la fila. Stennett cree que habrá que prepararse para el verano y el otoño para seguir trabajando al mismo nivel.
Esta organizadora comunitaria dice que cuando supo que los productores de leche la estaban tirando y los granjeros estaban tirando comida porque no podían transportarla se le rompió el corazón.
Pensando en que las necesidades no se esfumarán en la comunidad, Stennett dice que tiene esperanza porque esto es algo que no se puede perder pero, reconoce que la situación actual durará.
En la PHS su presidenta Lisa David, explica que las fallas y las grietas del sistema se han expuesto con esta crisis y por ellas están cayendo muchas personas que antes no estaban tan cerca de una situación social y financieramente tan complicada. “Las necesidades no son nuevas, la extensión de éstas sí”, dice.
Su organización está atendiendo a muchas personas que nunca antes se habían visto en las circunstancias de tener que solicitar SNAPs o seguros médicos y no saben cómo tener acceso a beneficios.
Las estadísticas que maneja David apuntan a que el 11% de los latinos de NYC han perdido su seguro de salud (que está asociado a un empleo que ya no tienen), y casi cuatro de cada 10 no saben si necesitan ayuda para enrolarse en un seguro médico.
Siendo complicada la situación de cara al futuro, según David “el mensaje que se recibe no es que se pida ayuda para llegar a fin de mes sino para poner comida en la mesa”.
“Muchas de las personas de bajos ingresos que vienen a nosotros no saben que pueden usar SNAPs en vez de ir a la food pantry, que ya tienen mucha presión”.
David cree que la crisis, a diferencia de otras, va a continuar y que los estímulos no serán bastante para cubrir las necesidades que seguirán produciéndose.”Tener una mejor red social es más barato y eficiente que un rescate”, explica.