Rumbo a la Corte como locomotora sin frenos
Las audiencias sobre la nominación de la Jueza Amy Coney Barrett por el presidente Donald Trump para la Corte Suprema de Justicia plantean debates históricos y el afán de los Republicanos de inclinar la balanza hacia tendencias conservadoras en el Tribunal Supremo.
Como locomotora sin freno presionan aprobar la designación antes de finalizar este año de 2020 de la joven abogada de 48 años.
Ella se batió en duelo tratando de esquivar respuestas comprometedoras de los demócratas sobre temas sensibles como Ley de Cuidado Asequible, el aborto y eventuales controversias después de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre.
Como acusada en el banquillo, la magistrada cuidó cada una de sus respuestas y varias veces dijo que ningún ciudadano, aunque sea el presidente del país más poderoso del mundo, está por encima de la constitución o la ley, pero escapó sin aclarar si Trump tendría derecho al auto indulto.
En los tres días de interrogatorio y debates en el Comité Judicial del senado, la magistrada fue cuestionada por sus antecedentes ultraconservadores al pertenecer a organizaciones religiosas.
Aún así, el republicano Lindsey Graham, insiste en que la votación en el pleno del Senado se haga este año para que sea nombrada como obsequio navideño anticipado.
Y aunque Barrett rechazó abiertamente el racismo y la discriminación racial, poniendo como ejemplo a dos de sus siete hijos, adoptados en Haití, no logró zafarse de los cuestionamiento por el poder que tendría, puesto que al final son los jueces quienes terminan definiendo las leyes en temas en que los mismos congresistas no logran consensos como ocurre con Obama care.
Barrett será la quinta mujer en formar parte de los 9 jueces que integran la Corte Suprema como sucesora de la neoyorquina Ruth Bader Ginsburg, recordada por su defensa de los derechos de la igualdad de género.
Su contrapeso femenino en las decisiones lo tendría con la magistrada Sonia Sotomayor.
La jueza de origen puertorriqueño fue la primera hispana nombrada en la Corte por el estado de New York, durante el gobierno del presidente Barack Obama.
Ahora forma parte de la minoría de los tres votos de tendencia progresista del tribunal.
Y ese número abre otro debate histórico, sobre la modificación de la ley que desde 1869 estableció en número impar los nueve jueces elegidos, de por vida, en la Corte Suprema de Justicia para evitar empates en los juicios o las decisiones.
Como la Constitución no establece el número de magistrados hay voces que piden equilibrar la balanza ampliando el número de jueces con la esperanza de nombrar a más demócratas. Pero ese debate todavía no ha empezado.
(La autora -que utiliza un pseudónimo- es una periodista radicada en Nueva York)