“Siempre hay que estar 10 pasos por delante”
La empresaria de relaciones públicas Dee Rivera, de DCG Media Group, se adapta a la realidad de COVID y explica que no hay que tener miedos pero sí un plan
Dee Rivera pensaba que algún día iba a ser presentadora de televisión. También se veía en un show de viajes o trabajaría en el teatro.
Finalmente, esta mujer de origen puertorriqueño pero nacida en El Bronx terminó en el mundo de la moda y creando una empresa de relaciones públicas e imagen de marca, DCG Media Relations, desde la que está trabajando y poniendo en marcha ideas para un momento en el que COVID-19 marca las vidas y los trabajos.
El pasado mes de agosto, y siguiendo al pie de la letra las restricciones impuestas por la lucha contra el virus, volvió a Midtown Manhattan para seguir adelante con su Times Square Fashion Week. Allí, y por segundo año consecutivo, puso en marcha un desfile de moda al aire libre en el que participaron las diseñadoras Cenia Paredes, Isabella Barrett, Gloria Lee, Cherelle Towns, Chokomode y Kimberly Pucci.
Esta empresaria admite que se están viviendo momentos complicados, mientras charla por teléfono con este diario desde su casa en Nueva Jersey. La oficina que tenía en Manhattan se ha cerrado y los empleados también trabajan desde sus casas.
Pero ella dice que está preparada, no solo porque hacía tiempo que se había acostumbrado al trabajo desde su hogar sino porque el aumento de las interacciones virtuales es algo que ya tenía en mente antes de que fuera la norma por la enfermedad. “Siempre hay que planear y estar 10 pasos por delante, no solo en los negocios sino también en la vida”, explica. “Vivir el momento es bueno pero siempre hay que tener un plan, no miedos, un plan”, dice.
Rivera empezó como pasante en Bridal Magazine donde acabó como asistenta de la directora de moda. “Me encantaba”, dice al recordar aquella experiencia. El trabajo abrió la puerta de otra revista, Latina Magazine que acababa de salir. Era 1996 y llegó a ser directora de moda, organizando y planeando campañas, reportajes y también produciendo shows.
Organizar desfiles de moda, trabajar con diseñadores, modelos, fotógrafos y todo el montaje que lleva esta producción alrededor le puso en el camino de montar su propia empresa. Era finales de los noventa y aunque siguió trabajando a tiempo completo en la revista empezó a montar una pequeña firma de relaciones públicas.
“No se puede dejar el trabajo que se tenga porque nada es seguro cuando se lanza una empresa, durante un tiempo tienes que tener dos trabajos a tiempo completo”, explica. Ella dice que se puede seguir trabajando y mantener los sueños y de hecho lo hizo durante cuatro años. “Hasta que mi empresa despegó”. Eso fue en 2010.
Mercadotecnia de experiencias –“quiero que la gente toque los productos”– marcas y relaciones públicas son las señas de identidad de un negocio cuya primera marca en representar fue Iman Cosmetics. Rivera se ha especializado en moda y en ser una plataforma de diseñadores latinos. Con el tiempo ha ido creando shows de moda como el Times Square Fashion Week y el Hamptons Fashion Week que este año no ha podido producir.
Rivera dice que antes del COVID ya había empezado a pivotar hacia un negocio más virtual. Siguiendo su mantra de que hay que adelantarse con planes, esta empresaria explica que es difícil vivir en el momento pero por eso hay que tener claro que se tiene un camino. En ese camino ya había experimentado con eventos en la red, bolsas de productos mandadas por correo.
“No hemos parado”, dice de su compañía que considera una firma-boutique de relaciones públicas en la que ahora trabajan cuatro personas. “Cuando se declaró la pandemia no tuve tiempo para descansar”, dice. Uno de sus objetivos era mantener el desfile de Times Square y explica que no dejó de llamar a la oficina de la presidenta de Manhattan hasta poder tener todos los permisos para hacerlo.
Con máscaras diseñadas para la ocasión, sin aviso previo para evitar aglomeraciones pero con la presencia de la propia Gale Brewer, presidenta del condado de Manhattan.
Rivera admite que la COVID es un problema pero cuenta con que nada sea fácil nunca. “Para llegar a tener éxito no hay ascensores, solo escaleras, no hay atajos”. Ella explica que siempre hay que ser profesional, usar la inteligencia y comparte que en los años que lleva en el negocio ha aprendido que hay que trabajar con la gente con la que se comparta la misma “etiqueta” a la hora de hacer negocios y en la que se pueda confiar.
Ella explica que sus clientes siempre vienen referidos por otras personas en las que confía y cuando no es el caso, primero estudia al cliente antes de comprometerse a trabajar para él.
“Cuando empecé confiaba en todo el mundo pero luego aprendí que las cosas no eran así y es cuando empecé a asesorarme con un abogado”, dice riendo pero en serio.
Sus planes de futuro iban en buena medida a empezar este año y pasan por contratar a más personas y crecer internacionalmente en Europa y Latinoamérica. Quería ir a Dublin a empezar pero ha tenido que cancelarlo. Ahora está convencida de que con la COVID el mundo para el que trabaja va a cambiar, con grandes marcas desapareciendo, y un cambio en las prioridades de los consumidores. “La gente se está replanteando cómo vivimos, cómo consumimos, y si necesitamos una vida más simple”. Ella cree que eso va a cambiar el mundo de la moda.
Y su empresa se adaptará. Pero quizá en un futuro sin ella. Rivera dice que ella misma se ve en el futuro vendiendo la empresa y dedicándose a la filantropía. Es algo a lo que la mueve la realidad de los desamparados, las personas sin techo y los niños que sufren por ello. Esta crisis se lo ha dejado más claro. “Me destroza que vivamos en un país rico y no veamos a los desamparados”.