Conteo regresivo para la hora de la verdad
Recordemos el papel del Colegio Electoral
Para que no haya sorpresas en las elecciones presidenciales del próximo martes 3 de noviembre es mejor que tengamos en cuenta historias pasadas, y recordar que no gana el candidato con más votos, si no el que se quede con el Colegio Electorla, ahí está el secreto.
Y sería bueno no olvidar que ya en 2016, Nueva York sufrió en carne propia la decisión, a través de este sistema, porque Donald Trump derrotó a Hillary Clinton cuando se quedó con la mayoría de votos del Colegio Electoral, aunque ella obtuvo casi tres millones de votos más que él. Y puede volver a pasar.
Tanto el presidente Trump como el exvicepresidente Joe Biden se juegan un poco la reelección, ambos quieren ganarse el Colegio, pero solo uno podrá ser elegido y ahí usted amigo elector cuenta.
Si Trump logra su segundo mandato sería como la bendición a su gestión de los últimos cuatro años en la primera potencia mundial. Y para Biden sería el reconocimiento al gobierno de Barack Obama, que lo convertiría en titular de la oficina Oval.
En las urnas se definirá entre la dupleta republicana de Donald Trump y Mike Pence, o la demócrata de Joe Biden con Kamala Harris. Pero recordemos que la tarea del martes es elegir a unas personas que cada cuatro años se reúnen para decidir quién será el presidente de la nación.
Como inmigrantes, ese grupo nos resulta extraño, alejado de la democracia directa. Y nadie se atreve a proponer una reforma política que haga más directo y democrático el proceso.
Entre los 538 electores, según la población de los estados, hay pesos pesados como California que tiene el mayor número, con 55 delegados, seguido de Texas con 38, Nueva York y Florida con 29, Illinois y Pensilvania tienen 20 electores cada uno.
Y entre los poco poblados con 3 votos están Wyoming, Alaska y Dakota del Norte con Washington DC.
Para ganar el candidato se necesitan al menos 270 de esos electores y ¡ahí es donde las matemáticas no cuadran! Aunque se habla de representación poblacional me pregunto: ¿Cómo es que 270 es mayor que casi tres millones de votos?, que es lo que pasó con Hillary.
Es cierto que el Colegio se definió para dar poder decisorio a estados con menos población. Pero eso fue cuando el mundo era distinto; ahora, en tiempos modernos y tanta tecnología, no parece sensato que un grupo decida y millones queden frustrados.
Sin embrago, la suerte está echada, sólo queda ir a votar y esperar un resultado contundente y claro.
(La autora -que utiliza un pseudónimo- es una periodista radicada en Nueva York)