La COVID impone presión para eliminar el subsalario mínimo

“Elena, la trabajadora esencial” volvió a la calle, esta vez en Union Square Park (Manhattan), para recordar la dificultad y riesgos de un trabajo esencial que además tiene un salario submínimo, menor a $15 la hora. Y es una llamada para que estos salarios se acaben y se igualen a los mínimos en todo el estado en un momento en el que las restricciones están amenazando las propinas.

La de Elena es una estatua — similar a la de Rosie the Riveter (la remachadora), la imagen de las mujeres en las fábricas durante la II Guerra Mundial–, que están mostrando quienes abogan por que el salario mínimo con propinas que reciben quienes trabajan sirviendo en restaurantes y bares sea como el resto. Es decir, que sea de $15 la hora y se añadan las propinas.

Esta campaña se inició recientemente en la ciudad coincidiendo con la situación creada por la COVID, algo que eleva el riesgo en el trabajo por la alta exposición mientras que por otro lado convierte a los meseros en empleados que además de hacer su trabajo son los que recuerdan a los clientes que han de llevar mascarilla y mantener la distancia social. Ese riesgo no se compensa con un mejor salario y ese papel pone en peligro las propinas.

Los salarios mínimos para el personal de restaurante que cobra propinas en NY ascienden a apenas $10 la hora y se llega a los $15 con las propinas o con lo que el empleador les pague y luego este solicite como crédito fiscal. Fuera de la ciudad la cantidad base es menor y el credit tip no cubre hasta llegar a los $15 la hora.

El hecho de que se pueda cobrar un 10% de sobrecargo por parte de los restaurantes por los costos de la COVID, que se limite el negocio en el interior de los locales y ahora el cierre a las 10 de la noche, es motivo para temer por unas propinas suficientes con las que compensar los salarios.

La demanda no es nueva, su urgencia si. En junio la congresista Alexandria Ocasio-Cortez sirvió mesas en un evento en Queens en el que se volvió a poner de manifiesto la precariedad con la que viven quienes dependen de un salario por debajo del mínimo. Annette Alcalá, una mesera con la que habló recientemente este diario, explicaba que sus propinas habían caído entre un 50% y un 70%.

El lunes, cuando ya se está en la cuenta atrás de una de las celebraciones del año, se recordaba que estos trabajadores también quieren poder permitirse una cena de Acción de Gracias.

Más de 1,000 trabajadores, según los organizadores de estas convocatorias la organización One Fair Wage, han firmado una carta a los funcionarios electos de la ciudad para que haya un salario único. Explican que estarían de acuerdo con un sobrecargo permanente del 10% más allá de la pandemia si se garantiza el mínimo igual que al resto con propinas. Sin ello, “las ya bajas propinas hacen más dura la inseguridad alimentaria que sufren unos trabajadores que tienen ya problemas para pagar la renta y otros gastos básicos.

Un informe reciente apunta a que las mujeres negras además cobran menos propinas que los hombres blancos. Mejorar el salario base ayuda a eliminar los problemas de estas diferencias.

Este sector es uno de los más perjudicados por la pandemia. La progresiva apertura de los negocios ha ayudado a muchos trabajadores pero muchos han cerrado y sigue habiendo miles de trabajadores sin empleo en la ciudad.