Arsénico, plomo y otros metales pesados: ¿qué tan segura es la comida para bebés?
Preparar tu propia comida para bebés no garantiza la reducción de la exposición de tu hijo a los metales pesados que pueden afectar su cerebro; los expertos comparten algunas recomendaciones
El arsénico, el plomo, el cadmio y el mercurio inorgánicos son metales pesados tóxicos. Estos metales se pueden encontrar en los alimentos de marcas comerciales para bebés en niveles por encima de lo que el gobierno federal considera seguro para los niños, según advierte un reciente informe del Congreso fechado el 4 de febrero de 2021.
Este informe se solicitó luego de que en 2019 se descubriera que de 168 productos de alimentos para bebés, el 95% contenía al menos un metal pesado. Los niveles más altos estaban en alimentos con arroz o tubérculos, como zanahorias y batatas; aunque no fueron los únicos productos.
¿Qué tan peligrosos son los metales pesados para los bebés?
Los metales son peligrosos para la salud humana, especialmente de bebés y niños, incluso los niveles bajos de exposición pueden causar daños al cerebro.
La Academia Estadounidense de Pediatría (AAP) comparte que la exposición a metales pesados se ha relacionado con problemas de aprendizaje, cognición y comportamiento.
Los cuerpos de los niños pequeños son más pequeños que los de los adultos y metales como el plomo no se pueden almacenar tan fácilmente en los huesos, esto provoca mayores concentraciones en sangre.
Los cerebros jóvenes se desarrollan más rápidamente y por ello tienen un mayor riesgo de daño neurológico, explica en The Conversatión, C, Michael White, profesor y director del Departamento de Práctica Farmacéutica de la de la Universidad de Connecticut.
La concentración de plomo en sangre se ha asociado con problemas neurológicos importantes, incluido el desarrollo de problemas de comportamiento como la agresión y el trastorno por déficit de atención. El arsénico puede afectar todos los órganos, entre sus efectos más graves está el cáncer.
¿Cómo llegan los metales pesados a la comida de bebés?
Los metales se encuentran naturalmente en la corteza terrestre. También se liberan en el medio ambiente como contaminación y llegan al agua y al suelo que se utiliza para cultivar alimentos. Los metales también pueden ingresar a los alimentos a partir de la fabricación y el envasado de alimentos.
¿Cómo reducir la exposición del bebé a los metales pesados?
Evita los jugos de frutas. Algunos jugos de frutas pueden contener niveles preocupantes de metales pesados, afirma la AAP.
Minimiza el uso de productos a base de arroz, incluido el cereal de arroz. El arroz tiende a absorber más arsénico del agua subterránea que otros cultivos.
Opta por proporcionar al bebé una variedad de granos como avena, cebada, cuscús, quinua, farro y bulgur. Los cereales para bebés de granos múltiples pueden ser una buena opción.
Sirve una variedad de alimentos. Incluye una variedad de frutas y verduras. Las raíces como las tienen concentraciones más altas de metales pesados que otras verduras. Ir cambiando las zanahorias o batatas a otras verduras puede disminuir el contenido total de metales pesados.
Lee las etiquetas de los productos. Diferentes mezclas de sabores pueden tener batatas como su primer ingrediente. Leer la etiqueta te ayuda a ofrecer realmente una variedad de alimentos.
Opta por pescados saludables. Algunos tipos de pescado pueden tener un alto contenido de mercurio. Elige atún claro, salmón, bacalao, pescado blanco y abadejo.
Revisa tu agua. Los metales pesados pueden entrar en el agua del grifo, el arsénico puede contaminar el agua de pozo y las tuberías viejas pueden contener plomo.
Orgánico no es necesariamente bajo en niveles de metales pesados
El Dr. White señala que preparar en casa la comida para bebés no asegura que se reducirá la exposición del niño a los metales pesados. Depende de la dosis de metales pesados en cada uno de los ingredientes que se esté utilizando.
El suelo donde se cosechan productos orgánicos podría haber estado contaminado durante generaciones antes de su conversión y la escorrentía de agua de las granjas vecinas podría contaminar las fuentes de agua comunes.
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