Hay que proveer vacunas a las comunidades más necesitadas primero

Nuestras comunidades están haciendo su parte. Ahora, necesitamos que el sistema haga la suya y nos coloquen primeros en la lista de vacunados… no en la lista de fallecidos

Vacuna contra el COVID

A dose of the Pfizer-BioNTech Covid-19 vaccine is prepared at an EHPAD (care homes and day centres for elderly people) in Bobigny, a northeastern suburbs of Paris on December 30, 2020. (Photo by STEPHANE DE SAKUTIN / AFP) (Photo by STEPHANE DE SAKUTIN/AFP via Getty Images) Crédito: STEPHANE DE SAKUTIN/AFP | Getty Images

Cuando comenzó la pandemia del Covid-19, alertamos con urgencia la necesidad de distribuir información vital sobre el virus en los idiomas que hablan los neoyorquinos de nuestros vecindarios. Nosotros en el epicentro de la pandemia— en los códigos postales 11368, 11369, 11372,11373 — éramos testigo de los efectos devastadores en nuestras comunidades. La cantidad de casos continuaba aumentando día a día. Nuestros seres queridos, vecinos y personas cercanas a nosotros continuaban enfermándose y, peor aún, muriendo.  

A la llegada de la época navideña de 2020, la tasa de infección no tan solo siguió aumentando, sino que se duplicó. En un momento en Corona, la tasa de infección fue de 14 %, mientras que en otras comunidades como la de South Ozone Park aumentó aún más. Una vez más, hicimos un llamado urgente para que se aumentara el número de pruebas de coronavirus a las comunidades localizadas en el epicentro.  Comenzando con solo una unidad móvil para pruebas, logramos que se aumentaran a tres y hasta cuatro unidades móviles disponibles por día.

La semana pasada, por primera vez recibimos datos geográficos sobre la distribución y administración de vacunas y confirmamos lo que ya sabíamos: existe un problema alarmante de falta de equidad y acceso a las vacunas. Los residente latinos y afroamericanos de la ciudad representan solo un 16 % y 11 % de personas vacunadas respectivamente, en comparación con el 43 % de personas blancas no hispanas. Si buscamos información por el código postal en el portal COVID-19 Vaccine Tracker, casi la mitad de los 75 de los códigos postales considerados “prioritarios” muestran índices desproporcionalmente bajo de vacunación, con menos de un 4 % de personas completamente vacunadas. Cerca de 1,6 millones de personas que viven en las áreas más devastadas por la pandemia no reciben lo que necesitan. Esto no es tan solo injusto, también es inaceptable.  Tenemos que resolver este problema inmediatamente. 

Debemos aprovechar el compromiso de la Casa Blanca de aumentar la disponibilidad de vacunas en más de un 20 % para designar y hacer llegar este aumento en el suministro directamente a las comunidades más necesitadas, incluyendo Corona, para que nuestras comunidades sean vacunadas de manera efectiva. Convertir a los estadios como Citi Field y Yankee Stadium en centros de vacunación son acciones positivas.  Pero estas no aseguran necesariamente el acceso a grupos vulnerables como personas de la tercera edad si estas aun necesitan de la tecnología para coordinar una cita. 

Para muchos ser vacunado es una cuestión de vida o muerte o de poder poner comida en la mesa o pasar hambre.  Ser vacunado no debe depender de poder tener acceso al internet para hacer una reservación como si se tratara de un concierto. Solo contar con un sistema de reservación en línea no es suficiente. Y aunque existe una línea telefónica de ayuda, son muchos los que dicen que es imposible comunicarse con alguien. 

Primero, debemos abordar la brecha digital. Independientemente de su edad y nivel de conocimientos tecnológicos esto no debería poner a nadie al final de la línea. Hay que crear una plataforma que brinde otras formas de registración que no requieran una dirección de correo electrónico. Por ejemplo, algunas organizaciones sin fines de lucro cuentan con “navegadores” que ayudan a las personas a inscribirse en los planes de salud que forman parte de la ley de cuidado de salud a bajo costo (ACA pro sus siglas en ingles) y gestores de casos deben ser asignados para brindar asistencia a las personas en vecindarios de bajos recursos que necesitan ayuda para inscribirse para vacunarse. 

Segundo, se deben respetar los matices culturales. La gente quiere información y apoyo de aquellos en quienes confía. Tenemos que trabajar con quienes están profundamente arraigados en la comunidad. Se deben emplear organizaciones comunitarias y religiosas lideradas por nuestros líderes comunitarios para educar, involucrar, empoderar y energizar a nuestra gente para que se vacune y asegurarse de que nuestros vecindarios obtengan los recursos que necesitan para detener el coronavirus. Por ejemplo, podemos crear asociaciones con organizaciones locales; las organizaciones sin fines de lucro comunitarias pueden asociarse con NYC Health + Hospitals para realmente priorizar a aquellos en las comunidades. Tener solo un sitio de vacunación en una comunidad no es suficiente. Necesitamos que los que están a cargo de los centros de vacunación representen a los elegibles para vacunarse en esos sitios.

Tercero, así como tenemos unidades móviles para hacer la prueba del covid-19, tengamos también unidades móviles de vacunación. Tener varias unidades de prueba ha hecho la diferencia en el acceso a las pruebas y la reducción de los índices de contagio especialmente en los vecindarios en el epicentro del distrito 21 que representa Corona, East Elmhurst, Elmhurst y Jackson Heights. 

Y, por último, no olvidemos la barrera del idioma. Simplemente traducir una hoja de información es un insulto. Debemos poner a disposición variados materiales en los idiomas de los residentes. Ya hemos visto los retos que surgen con las preguntas durante las pruebas (cómo registrarse, cómo obtener resultados, cómo solucionar problemas de formularios y contraseñas, etc.). Este no puede ser el mismo proceso de las vacunas. La información disponible en varios idiomas y formas es un factor clave para combatir la desconfianza en torno a la vacuna. Si las personas no entienden el proceso o no pueden obtener respuestas a sus preguntas en el idioma que hablan, seguirán dudando y pueden terminar al final de la línea.

Hay un refrán que dice: no somos plato de segunda mesa. Tampoco somos ciudadanos de segunda clase. Protejamos las vidas de las personas más afectadas y en mayor riesgo por el COVID-19. Nuestras comunidades están haciendo su parte. Ahora, necesitamos que el sistema haga la suya y nos coloquen primeros en la lista de vacunados… no en la lista de fallecidos.

-Miranda es el presidente de Hispanic Federation. Moya representa las comunidades de Jackson Heights y  Corona en el Concejo Municipal.

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