Cómo influye el estrés en el aumento de peso

El estrés crónico se deriva en altos niveles de cortisol "la hormona del estrés" y este desequilibrio es una causa importante del aumento de peso. Se deriva en un mayor antojo por alimentos azucarados, ralentiza el metabolismo y conduce a hábitos alimenticios poco saludables

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El estrés es un estado de cansancio mental que suele provocar diversos trastornos físicos y emocionales. Se presenta con un conjunto de alteraciones que se producen en el organismo estímulos desagradables y que deterioran la salud en todo nivel. Puede provenir de cualquier situación o pensamiento que nos haga sentir a uno frustrados, furiosos o nerviosos, es por ello que normalmente viene acompañado de una larga lista de efectos que deterioran la salud a todo nivel. De manera específica se cuenta con referencias científicas que han comprobado cómo el estrés afecta la capacidad para mantener un peso saludable e inclusive es un factor que impide la pérdida de peso. Ya sea el resultado de altos niveles de la hormona del estrés cortisol, comportamientos no saludables inducidos por el estrés o una combinación de los dos, el vínculo entre el estrés y el aumento de peso es evidente.

El estrés surge en el cuerpo como una reacción a un desafío o demanda, es por ello que en pequeños episodios el estrés puede ser positivo e impulsarnos a concluir más fácilmente determinadas actividades y tareas. Sin embargo cuando el estrés dura mucho tiempo, suele volverse un padecimiento crónico que daña la salud significativamente.

El vínculo entre el estrés, el cortisol y el aumento de peso

No es ninguna noticia nueva decir que desde hace mucho tiempo médicos, nutricionistas e investigadores de todo el mundo, han comprobado que el aumento de la “hormona del estrés” el cortisol, es una de las principales causas del aumento de peso.

Cada vez que estamos estresados, las glándulas suprarrenales liberan adrenalina y cortisol y, como resultado, se libera glucosa en el torrente sanguíneo. Es de conocimiento popular que la glucosa es la principal fuente de energía del organismo. Todo este proceso sucede con el objetivo de darle al organismo la energía que necesita para escapar de una situación de riesgo, también conocida como respuesta de lucha o huida. Una vez que la amenaza ha disminuido, los altos niveles de adrenalina desaparecen, el pico de azúcar en la sangre desciende y es en este momento cuando el cortisol se pone en marcha para reponer su suministro de energía rápidamente. 

Otro efecto típico del estrés y los altos niveles de cortisol en el organismo, es que ambos pueden derivarse en antojos de azúcar incontrolables; una explicación más sobre el aumento de peso. Lo que sucede es que el azúcar le proporciona al cuerpo la “energía rápida” que cree que necesita, de hecho si te pones a pensar los alimentos azucarados son lo primero que buscamos cuando estamos estresados. Si bien existen muchos peligros relacionados con la ingesta excesiva de azúcar y evitar su consumo es una de las principales medidas para ganar salud, perder peso y prevenir enfermedades.De manera particular cuando consumimos azúcar en situaciones estresantes, el cuerpo tiende a almacenarla

¿La mala noticia? Esta energía que el organismo conserva, se almacena principalmente en forma de grasa abdominal. Cabe mencionar que la grasa abdominal es la más peligrosa. El problema con este tipo de grasa localizada, es que no se limita a la capa extra de relleno ubicada justo debajo de la piel (grasa subcutánea). También incluye grasa visceral, que se encuentra en el interior del abdomen, alrededor de los órganos internos. Así que este tipo de grasa no solo es mucho más difícil de eliminar, deteriora la salud significativamente y afecta el funcionamiento de los órganos más importantes. 

Lo cierto es que el mecanismo del estrés crea un círculo vicioso: nos estresamos, liberamos cortisol, aumentamos de peso, anhelamos más azúcar, comemos más calorías y alimentos azucarados, y ganamos más peso.

El cortisol también ejerce un efecto preocupante en el metabolismo y no necesariamente está ligado al consumo de alimentos con un alto contenido en grasa y azúcar. Por lo tanto la simple presencia excesiva de cortisol en el organismo, ralentiza el metabolismo y esto dificulta significativamente la pérdida de peso. También un metabolismo más lento promueve una mayor acumulación de grasa en el cuerpo y hace que sea mucho más lenta la quema de calorías. Así lo comprueba una investigación encabezada por la Universidad Estatal de Ohio, el estudio se basó en entrevistar a mujeres sobre el estrés que habían experimentado el día anterior; posteriormente fueron alimentadas con una comida rica en grasas y calorías. Después de terminar la comida, los científicos midieron las tasas metabólicas de las mujeres (la velocidad a la que quemaron calorías y grasas) y también examinaron sus niveles de azúcar en sangre, colesterol, insulina y cortisol. Los hallazgos fueron sorprendentes, los investigadores encontraron que en promedio, las mujeres que informaron uno o más factores estresantes durante las 24 horas anteriores quemaron 104 calorías menos que las mujeres sin factores de estrés previos. Para mayor contexto: esto podría resultar en un aumento de peso de 11 libras en un año. Además, las mujeres estresadas también tenían niveles más altos de insulina, una hormona que contribuye al almacenamiento de grasa.

Por último y no menos importante, los cambios hormonales asociados con el estrés crónico y los altos niveles de cortisol, son el hilo conductor perfecto para desarrollar hábitos y comportamientos poco saludables. Estas conductas pueden causar aumento de peso propiciando algunos mecanismos, que también se relacionan con el aumento de peso.

– Alimentación emocional: El aumento de los niveles de cortisol no solo solo hace que anhelemos alimentos poco saludables, sino que el exceso de energía nerviosa puede hacer que comamos mucho más de lo normal. 

– Mayor consumo de comida rápida: Cuando estamos estresados no tenemos ánimo ni energía de planificar nuestras comidas, es normal que recurramos a alimentos procesados y comidas rápidas que finalmente son mucho más accesibles. 

– Menor actividad física: Estar muy estresado y preocupado hace que no tengamos tiempo ni disposición para nada, es normal que las ganas de hacer ejercicio se vean significativamente disminuidas. 

– Saltarse comidas: Tener muchos pendientes por hacer a lo largo del día, no solo hace que la planeación de comidas saludables se vuelva una pesadilla, también es motivo de saltarnos comidas. Una razón más para subir de peso.

– Menor calidad de sueño: Muchas personas presentan problemas para dormir cuando están estresadas. La investigación ha relacionado la falta de sueño con un metabolismo más lento. Sentirse demasiado cansado también puede reducir la fuerza de voluntad y contribuir a hábitos alimentarios poco saludables.

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