¿La carne roja y blanca afectan el colesterol de la misma manera?
Padecer colesterol alto es consecuencia directa de afectaciones en la salud cardiovascular y durante años se ha relacionado con el consumo de carnes. Descubre lo que dice la ciencia al respecto y toma desiciones más saludables
El colesterol alto es una de las afecciones de salud más preocupantes y silenciosas en la actualidad, suele relacionarse con un mayor riesgo de padecer diversas enfermedades cardiovasculares. Se trata de una afección bastante recurrente y común en la sociedad moderna, que en muchos casos suele relacionarse con el estilo de vida de las personas. Hábitos y costumbres como seguir una mala alimentación, edad, obesidad, diabetes, tabaquismo y el sedentarismo, nos hacen ser mucho más propensos. En lo referente a la dieta, el alto consumo de carnes tanto rojas como blancas ha despertado muchos cuestionamientos sobre sus efectos en la salud cardíaca y el colesterol.
Hoy en día a través de numerosos trabajos de investigación, sabemos que las patologías cardiovasculares se caracterizan por una fisiología muy compleja. Sin embargo los expertos afirman que uno de los mecanismos que más se relaciona con los problemas cardiovasculares y el colesterol alto es la inflamación. Dicho proceso incrementa la posibilidad de padecer placas de ateroma.
Con base en ello han salido a la luz estudios en los que se busca entender la relación entre el consumo de carne (sea roja o blanca) y sus efectos en el colesterol. Lo primero que tenemos que decir es que existen referencias científicas de gran valor al respecto. Una de las más destacadas es un estudio publicado en la revista The American Journal of Clinical Nutrition, el el cual se comprobó que consumir carne roja ocasionalmente no se relaciona con un incremento significativo de los niveles de colesterol o de la presión arterial. Tampoco aumenta el riesgo de patología cardiovascular. Del mismo modo una investigación publicada en la revista Advances in Nutrition, basada en estudiar los efectos de la dieta paleolítica comprobó que no resulta nociva para la salud del corazón y tampoco la asocia con una alteración significativa del perfil lipídico. Sin embargo es importante mencionar que este estilo de alimentación (personas que comen regularmente carne), se caracteriza por priorizar la ingesta de proteínas y grasas a través del consumo de productos que no han sido manipulados por la industria.
De hecho existen muchos artículos actuales en los que se desmiente el mito sobre la relación entre la ingesta regular de huevos y productos de origen animal, con un mayor riesgo de sufrir infartos o problemas cardiovasculares. Hoy sabemos que durante muchos años se limitó el consumo de este tipo de alimentos por miedo y desinformación. Lo que sucede es que no todos los tipos de carne son iguales y con esto no nos referimos al animal del cual provenga la carne, lo que realmente importa en sus efectos sobre la salud es la alimentación de los animales y el grado de procesamiento de la carne. Nunca será lo mismo una corte de carne magra proveniente de un animal criado en pasto a cualquier variante de carne procesada. También un factor muy importante es la regularidad en el consumo.
Otro mito muy popular con respecto al consumo de carne es la comparación entre las variantes rojas y blancas, durante años hemos creído que la carne roja es más contraproducente para la salud cardiovascular y el colesterol. Recientemente un estudio publicado en American Journal of Clinical Nutrition despertó interés cuando informó que las carnes rojas y blancas tienen un efecto similar sobre el colesterol de lipoproteínas de baja densidad (LDL o “malo”), que se asocia con un mayor riesgo de enfermedad cardíaca.
El estudio examinó si los niveles de colesterol diferían después de consumir dietas ricas en carnes rojas en comparación con dietas con cantidades similares de proteína de carne blanca o fuentes no cárnicas (legumbres, nueces, granos y productos de soya). También analizaron si los resultados se vieron afectados por la cantidad de grasas saturadas en cada una de las dietas, 113 hombres y mujeres sanos, en un rango de 21 a 65 años participaron en el estudio. Cada participante del estudio fue asignado al azar con una dieta alta o baja en grasas saturadas. Complementario a ello, durante cuatro semanas y en diferentes órdenes, consumieron proteínas de carne roja, carne blanca o fuentes no cárnicas. Cabe mencionar que todos los alimentos consumidos durante el estudio fueron proporcionados por los investigadores (excepto verduras y frutas, con el objetivo de garantizar su frescura en el momento del consumo). Adicionalmente para reducir las posibilidades de que otros factores pudieran afectar los niveles de colesterol, se pidió a los participantes que mantuvieran su nivel de actividad inicial y se abstuvieran de consumir alcohol.
Los resultados del estudio que también fue publicado por la Universidad de Harvard fueron contundentes: la carne blanca tiene el mismo efecto que la carne roja sobre los niveles de colesterol. El estudio encontró que el colesterol LDL era significativamente más alto después de consumir las dietas de carne roja y carne blanca, en comparación con la dieta sin carne. Adicionalmente los investigadores sostienen que las dietas altas en grasas saturadas tuvieron un efecto dañino mayor sobre los niveles de colesterol LDL o “malo” que las dietas bajas en grasas saturadas. El colesterol de lipoproteínas de alta densidad HDL, o “bueno” no se vio afectado por la fuente de proteína.
Lo cierto es que queda mucho trabajo de investigación por realizarse. También es importante mencionar que los estudios no especifican los efectos de las carnes procesadas como salchichas, embutidos o tocino, que se sabe que son particularmente dañinos para la salud del corazón. Con base en los hallazgos anteriormente mencionados, los expertos en salud utilizan estos estudios como referencia para invitar a las personas a centrarse en el consumo de proteínas de origen vegetal.
De hecho en el mismo estudio los investigadores enfatizan sobre los efectos beneficiosos de las fuentes de proteínas no cárnicas sobre los niveles de colesterol. Reafirman que a través del análisis de otros estudios sobre patrones dietéticos vegetarianos o veganos, comprobaron que las concentraciones de colesterol total, LDL y HDL son significativamente más bajas que en aquellas dietas que incluyen proteínas animales.
Con base en ello resulta más sencillo entender las razones por las que la recomendación dietética más en tendencia es seguir una alimentación basada en plantas. Se trata de un estilo de vida que se asocia con grandes beneficios para la salud y el planeta.
No en vano las Guías Alimentarias 2015–2020 respaldan como los patrones dietéticos más saludables las de dietas a base de planta, entre las que se destacan la dieta mediterránea y las dietas vegetarianas. La buena noticia es que para quienes no desean eliminar del todo el consumo de carne en su alimentación, existen estilos de alimentación muy viables como la propuesta de la dieta mediterránea en la cual recomienda el consumo de pescados grasos dos o tres veces por semana. Y la carne roja únicamente en ocasiones especiales y como un complemento. Recuerda apostar por el consumo de carnes orgánicas, son aquellas opciones de carne que no ha sido tratada por ningún proceso de la industria cárnica convencional como el uso de hormonas, antibióticos y anabólicos.
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