Desde el último Día de la Tierra, los impactos climáticos solo han golpeado con más dureza
El objetivo final es lograr emisiones netas de carbono cero para el 2050
Desde el último Día de la Tierra, la cantidad de emisiones que atrapan el calor que los humanos han arrojado a nuestra atmósfera fue un 8 por ciento menor que el año anterior. Esto sería un motivo de celebración si no fuera por el hecho de que la reducción de la contaminación por carbono será de corta duración a medida que la economía global se recupere de los efectos de la pandemia COVID-19.
Aunque las emisiones se redujeron brevemente, el impacto del cambio climático en 2020 fue más devastador que nunca. La temporada de huracanes del Atlántico batió récords en cuanto al número de tormentas con nombre: hubo 30, tantas que la Organización Meteorológica Mundial se quedó sin nombres y tuvo que utilizar el alfabeto griego.
La temporada de tormentas de 2020 también vio el surgimiento de otro fenómeno preocupante asociado con el cambio climático: la rápida intensificación de las tormentas. Como vivimos personalmente en 2012 con la Supertormenta Sandy, esta puede dejar a las comunidades costeras en el camino de huracanes mortales con poco tiempo para evacuar. La rápida intensificación es causada por temperaturas oceánicas cada vez más cálidas.
Mientras que los huracanes causaron estragos en el este, los incendios forestales arrasaron en el oeste, donde las condiciones secas y las temperaturas récord contribuyeron a una de las peores temporadas de incendios. Los incendios forestales de EEUU quemaron un total de 10.27 millones de acres en 2020, mataron al menos a 43 personas, y según el servicio AccuWeather, causó daños económicos que podrían totalizar entre $130 y $150 mil millones.
Cuando se tiene en cuenta el impacto en la salud de los cielos llenos de humo, el costo humano y monetario es considerablemente mayor. Un estudio en 2017 liderado por la Agencia de Protección Ambiental determinó que los costos médicos (hospitalizaciones y muertes prematuras) de la exposición a corto plazo a los incendios forestales que ocurrieron entre 2008 y 2012 se sumaron a $63 mil millones, y los costos de las exposiciones a largo plazo se estimaron a $450 mil millones.
El invierno no ofrece un respiro al impacto del cambio climático. El rápido calentamiento del Ártico, dicen los científicos, jugó un papel en el debilitamiento de la corriente en chorro que contiene el vórtice polar. Este debilitamiento permitió que las temperaturas bajo cero llegaran hasta la costa del Golfo de Texas a principios de este año, dejando sin electricidad y calefacción a millones de personas.
En total, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) estima que las consecuencias económicas de los desastres naturales en Estados Unidos durante el 2020 llegaron a $95 mil millones.
En Nueva York y la costa del este de EE. UU., estamos vulnerables a los elevados niveles del mar que inundan los muelles y calles con cada “Marea Rey” o cuando se coinciden con una tormenta ordinaria. Según un informe hecho en 2020 por la NOAA, inundaciones rutinas están por incrementar en Nueva York hasta llegar a 40 días cada año en el 2030 y 135 días en el 2050. Además, con temperaturas atmosféricas más altas, los moradores de los barrios urbanos sienten las olas de calor del verano fuertemente. La contaminación del aire por los hidrocarburos afecta a nuestra salud, que nos deja más vulnerables a enfermedades respiratorias como la COVID-19.
La frecuencia de los desastres que afectan a casi todas las partes del país seguirá aumentando con las temperaturas. A menos que se tomen medidas ambiciosas para reducir las emisiones de gases que contaminan, estas catástrofes superarán nuestra capacidad de adaptación y recuperación. Es hora de actuar.
Entre las numerosas medidas necesarias para reducir la contaminación, un impuesto directo y robusto sobre las emisiones de carbono es la más eficaz y fundamental, porque cambia los incentivos económicos para hacer que los productos limpios y saludables sean los más baratos. Al devolver todos los ingresos de esa “Tarifa al Carbono” al pueblo en pagos recurrentes (lo que se nombra “Dividendos de Carbono”, o “Renta Climática”), protegerémos a la gente del impacto económico. Así podemos establecer un impuesto lo suficientemente alto como para mover las inversiones y el comportamiento hacia una transición rápida a la economía de energía limpia.
El objetivo final es lograr emisiones netas de carbono cero para el 2050. Solo entonces seremos capaces de imaginar un mundo en el que cada Día de la Tierra no marque un año de empeoramiento de los impactos climáticos. Un estudio reciente de economistas de la Universidad de Columbia estimó el nivel y el ritmo de la tarifa al carbono necesarios para alcanzar ese objetivo. El precio debería alcanzar entre $34 y $64 por tonelada métrica de CO2 para el 2025 y entre $77 y $124 para el 2030.
Varios proyectos de ley federales que incluyen una Renta Climática están dentro del rango necesario para lograr las reducciones de emisiones necesarias:
- El Proyecto de Ley de Innovación Energética y Dividendos de Carbono (H.R. 2307: Energy Innovation and Carbon Dividend Act), en la Cámara Baja, patrocinado por el Representante Ted Deutch (D-FL-22)
- El Proyecto de Ley del Fondo para un Futuro Limpio de Estados Unidos (S. 685: America’s Clean Future Fund Act) en el Senado, patrocinado por el Senador Dick Durbin (D-IL)
- El Proyecto de Ley de Tarifas al Carbono para la Oportunidad Estadounidense (American Opportunity Carbon Fee Act), patrocinado por el Senador Sheldon Whitehouse (D-RI). Se espera que se presente pronto.
Al seguir el liderazgo del Representante Albio Sires de Nueva Jersey y siete otros congresistas en el Caucus Hispano, y al copatrocinar el H.R. 2307, los Representantes Lydia Velazquez, Alexandria Ocasio-Cortez, Ritchie Torres y Adriano Espaillat mostrarían su compromiso a una medida climática audaz que beneficiará especialmente a la comunidad latina. Adicionalmente, los Senadores Schumer y Gillibrand pueden ayudar a garantizar que el Congreso implemente esta medida crucial este año al apoyar los proyectos de ley en el Senado.
Hace medio siglo, el primer Día de la Tierra inició un movimiento que condujo a un medio ambiente más limpio y saludable. El Día de la Tierra de este año llega en un momento en que cada vez más personas han experimentado personalmente los impactos del cambio climático. Es hora de que el Congreso actúe y una tarifa ambiciosa sobre el carbono que se devuelve al pueblo en una Renta Climática es un gran paso en la dirección correcta.
Tamara Kellogg, M.D. es la traductora del español de Ciudadanos por un Clima Vivible / Citizens’ Climate Lobby. Mark Reynolds es el director ejecutivo.