Bajar de peso: el metabolismo no se vuelve más lento con la edad, según nueva investigación
Desde siempre uno de los principales mitos entorno al metabolismo, es que se deteriora a medida que envejecemos. Un nuevo estudio encabezado por la Universidad de Duke, sugiere que en realidad el metabolismo realmente no comienza a disminuir nuevamente hasta después de los 60 años, y sus cambios se relacionan más con el estilo de vida y la composición corporal
Indudablemente la mayoría de nosotros recordamos con nostalgia y anhelo, esa época de nuestra vida en la que podíamos comer lo que quisiéramos y no ganar peso. Y de cierta manera hemos terminado por relacionar el aumento de peso con la edad, lo cual es un concepto completamente erróneo y de hecho así lo sugiere un nuevo estudio en el el cual se comprobó que el metabolismo, en realidad alcanza su punto máximo mucho antes en la vida y comienza su inevitable declive más tarde de lo que imaginamos. Es un hecho que existen muchos otros factores.
Por lo tanto sugiere que el aumento de peso cuando nos hacemos mayores, no puede deberse a una desaceleración del metabolismo. Los hallazgos de este interesante trabajo de investigación fueron publicados en la revista Science y encabezados por la Universidad de Duke. De acuerdo con el coautor, Herman Pontzer, profesor asociado de antropología evolutiva en la Universidad de Duke: “Hay muchos cambios fisiológicos que vienen con el crecimiento y el envejecimiento. Pensemos en la pubertad, la menopausia, otras fases de la vida. Lo extraño es que el momento de nuestras ‘etapas metabólicas de la vida’ no parece coincidir con esos hitos típicos”.
¿En qué consistió el estudio? Pontzer y un equipo internacional de científicos analizaron el promedio de calorías quemadas por más de 6.600 personas con rangos de edades desde 7 días de nacidos hasta los 95 años mientras realizaban su vida diaria en 29 países de todo el mundo.
Como antecedente, se sabe que la mayoría de los estudios a gran escala medían cuánta energía usa el cuerpo para realizar funciones vitales básicas como respirar, digerir, bombear sangre; en otras palabras, las calorías que necesitamos simplemente para mantenernos con vida. Estos aspectos equivalen a solo del 50% al 70% de las calorías que quemamos cada día. Es decir no se tomó en cuenta la energía que gastamos en todo lo demás: lavar los platos, pasear al perro, sudar en el gimnasio, incluso pensar o movernos nerviosamente.
De tal modo que para llegar a un número para el gasto energético diario total, los investigadores se basaron en el método del “agua doblemente etiquetada“. Es una prueba de orina que implica que una persona beba agua en la que el hidrógeno y el oxígeno de las moléculas de agua han sido reemplazados por formas “pesadas” que ocurren naturalmente, y luego medir la rapidez con que se eliminan. No se trata de un método nuevo, los científicos desde han utilizado esta técnica para medir el gasto energético en humanos desde la década de 1980, que es considerada el estándar de oro para medir el gasto energético diario durante la vida diaria normal, fuera del laboratorio. Sin embargo, los estudios han sido limitados en tamaño y alcance debido al costo. Por lo tanto, varios laboratorios decidieron compartir sus datos y recopilar sus mediciones en una sola base de datos, para ver si podían desentrañar verdades que no han sido reveladas en trabajos anteriores.
Como era de esperarse obtuvieron resultados relevantes, gracias a la agrupación y el análisis de los gastos de energía a lo largo de toda la vida útil de los participantes. Una de las más grandes sorpresas fue: algunas personas piensan en la adolescencia y los 20 años como la edad en la que su potencial para quemar calorías alcanza su punto máximo. Pero los investigadores encontraron que, libra por libra, los bebés tenían las tasas metabólicas más altas de todas.
Las necesidades de energía se disparan durante los primeros 12 meses de vida, de modo que para su primer cumpleaños, un niño de un año quema calorías un 50% más rápido para su tamaño corporal que un adulto.Y eso no es solo porque, en su primer año, los bebés están ocupados triplicando su peso al nacer. De acuerdo con Pontzer es evidente que los bebés están creciendo, pero incluso una vez que controlas eso, sus gastos de energía se disparan más de lo que cabría esperar para el tamaño y la composición de su cuerpo. Lo que es un hecho es que algo está sucediendo dentro de las células de un bebé para hacerlas más activas, aunque de acuerdo con los científicos aún no tienen claro cuáles son esos procesos.
Después del aumento inicial en la infancia, los datos demostraron que el metabolismo se ralentiza en aproximadamente un 3% cada año hasta que llegamos a los 20 años, cuando se estabiliza en una nueva normalidad en el cuerpo. A pesar de que la adolescencia es una época de crecimiento acelerado, los investigadores no vieron ningún aumento en las necesidades calóricas diarias en la adolescencia después de tener en cuenta el tamaño corporal. De acuerdo con Pontzer, este fue un hallazgo muy importante ya que pensaron que la pubertad sería diferente y no lo es.
La mediana edad fue otra sorpresa. Sobre todo teniendo en cuenta la popular creencia sobre lo mucho que cuesta bajar de peso después de los 30 años. El estudio demostró que varios factores podrían explicar el engrosamiento de la cintura que a menudo surgen durante nuestros mejores años de vida y trabajo, sin embargo los hallazgos sugieren que un metabolismo cambiante no es uno de ellos. De hecho, los investigadores descubrieron que los gastos de energía durante estas décadas intermedias (nuestros 20, 30, 40 y 50 años) fueron los más estables. Incluso durante el embarazo, las necesidades calóricas de una mujer no fueron mayores ni menores de lo esperado.
De tal modo que los datos sugieren que el metabolismo realmente no comienza a disminuir nuevamente hasta después de los 60 años. La desaceleración es gradual, solo 0.7% anual. De tal modo que una persona de 90 años necesitará un 26% menos de calorías al día que una persona de mediana edad. Una de las posibles razones que señalan los investigadores, es la pérdida de masa muscular a medida que envejecemos: el músculo quema más calorías que grasa. Sin embargo no es el panorama completo, es importante controlar la masa muscular por que refleja que las células se están desacelerando. Cabe mencionar que estos patrones se mantuvieron incluso cuando se tuvieron en cuenta los diferentes niveles de actividad.
La realidad es que durante mucho tiempo el metabolismo ha sido un tema complejo, pues lo que impulsa cambios en el gasto energético ha sido difícil de analizar porque el envejecimiento va de la mano con muchos otros cambios. Pero la investigación respalda la idea de que se trata de más que cambios relacionados con la edad en el estilo de vida o la composición corporal. Finalmente los resultados son maravillosos y apuntan a que el metabolismo de los tejidos, el trabajo que realizan las células, está cambiando a lo largo de la vida de formas que no habíamos apreciado completamente antes.
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