Carbohidratos simples y aumento de peso: un nuevo estudio rompe el mito
Un reciente estudio publicado la semana pasada en la revista Advances In Nutrition, concluyó que los 'carbohidratos rápidos' no tienen más probabilidades que los 'carbohidratos lentos' de conducir a un aumento de peso. Factores como la edad, la genética, la actividad física, la sensibilidad a la insulina y el IMC, se relacionaron con un mayor impacto en el peso corporal, la grasa y la circunferencia de la cintura
Existen muchos mitos entorno a la nutrición, probablemente uno de los principales y más arraigados en la sociedad es la relación entre el consumo de carbohidratos simples (como el pan blanco y derivados) y el aumento de peso. Así lo sugiere un reciente estudio publicado la semana pasada en la revista Advances In Nutrition, el cual concluyó que los ‘carbohidratos rápidos’ no tienen más probabilidades que los ‘carbohidratos lentos’ de conducir a un aumento de peso.
En los últimos meses diversas tendencias de nutrición se han enfocado en hablar sobre los carbohidratos. Si bien siempre han sido un tema relevante, derivado de la popularidad de las dietas cetogénicas, tomaron un lugar más especial. Es bien sabido que este tipo de pauta alimenticia se basa en la estricta restricción en el consumo de carbohidratos y el aumento en la ingesta de grasas.
Lo cierto es que durante años hemos clasificado a los carbohidratos como “buenos” y “malos.” Los carbohidratos de absorción rápida (también son conocidos como simples), se clasifican como alimentos de índice glucémico alto y se presentan en la mayoría de los alimentos ultraprocesados, postres, bollería industrial, harinas refinadas, miel, azúcar, leche y algunas frutas. De acuerdo con los investigadores del estudio, durante años se ha planteado la hipótesis sobre como los alimentos con alto índice glucémico, promueven el almacenamiento de grasa y aumentan el riesgo de obesidad.
Por el contrario, la mejor recomendación para la salud se ha enfocado en los carbohidratos de lenta absorción (también conocidos como complejos) y que se encuentran en alimentos como los cereales integrales, las verduras y las legumbres. Debido a su composición nutricional, índice glucémico y contenido calórico, se han catalogado como un gran aliado para perder peso y llevar una dieta saludable.
Sin embargo esta investigación llega para cambiar la percepción que se ha tenido durante años. De acuerdo con el estudio, ‘una búsqueda en Google de mayo de 2021 de “carbohidratos rápidos” produjo más de 47.000 resultados, muchos de los cuales presentaban sitios web que describían los carbohidratos rápidos como menos saludables y engordaban más. De tal modo que se dieron a la tarea de analizar una serie de 35 estudios observacionales que recopilaron datos de casi 2 millones de adultos y sorprendentemente “no revelaron diferencias consistentes en el IMC, al compararse con estos dos grupos de alimentación: dieta de IG alto y bajo.”
En el estudio, se utilizó un gráfico de barras que mostró las diferencias de IMC (índice de masa corporal) en las categorías dietéticas de IG. No se registraron diferencias significativas entre los grupos de estudio que consumieron una dieta con IG bajo y una dieta con IG alto.
Si bien se desconoce en qué consistió la dieta exacta de los participantes durante el estudio. Aspectos como la composición de macronutrientes y el contenido de fibra dietética de la comida en su conjunto; más otros factores como su contenido en, el tipo de preparación de los alimentos y la hora del día en que se ingerían entraron en juego. Por ejemplo, el estudio tomó nota de una base de datos de la Universidad de Sydney que enumera 27 valores para el arroz integral que van de 48 a 87. Los valores de IG para el arroz blanco van de 17 a 94. El estudio concluyó que la idea de que “los carbohidratos rápidos engordan” es solo eso: un mito.
De hecho, factores como la edad, la genética, la actividad física, la sensibilidad a la insulina y el IMC tuvieron un mayor impacto en el peso corporal, la grasa y la circunferencia de la cintura. Otro de los datos más relevantes del estudio, es que también afirmó que “las dietas con IG bajo generalmente no son mejores que las dietas con IG alto para reducir el peso corporal o la grasa corporal”. Este tipo de dietas, tampoco “difirieron con respecto a los cambios en la circunferencia de la cintura.
Cabe mencionar que el índice glucémico (IMC) se introdujo en 1981 como un medio para clasificar los alimentos según cómo afectaban la glucosa en sangre. A cada alimento se le dio un número de 0 a 100 que representaba el aumento de los niveles de glucosa en sangre dos horas después de comer. Con base en ello este nuevo estudio se refirió a una declaración de consenso científico de 2015 que concluyó que las dietas bajas en IG, eran probablemente “relevantes para la prevención de la obesidad”. Sin embargo, el Comité Asesor de Guías Alimentarias de Estados Unidos, en 2010 dijo lo contrario.
Más adelante, los Comités Asesores de Guías Alimentarias de Estados Unidos, de 2015 y 2020 coincidieron y ‘no hicieron recomendaciones para el uso de IG en las guías alimentarias’. Además. los investigadores citaron como “informes inexactos” debido a la falta de mediciones de la fibra dietética.
Si bien aún queda mucho trabajo de investigación por realizar, es importante aclarar que este tipo de hallazgos bajo ninguna circunstancia se traducen en la promoción de una dieta rica en alimentos ultraprocesados, con un alto valor calórico y contenido en azúcares, grasas y harinas refinadas. Más bien se enfoca en romper el mito que durante años ha perseguido al consumo de carbohidratos, y nos invita a considerar otros aspectos del estilo de vida como la calidad general de la dieta y su contenido en fibra, los horarios, el nivel de actividad física, la edad y la sensibilidad a la insulina; como agentes activos en el aumento de peso. Sin lugar a dudas información relevante que nos invita a tener un panorama más amplio y que es de gran ayuda para que los especialistas en salud puedan crear estrategias más completas.
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