El poder del ‘Trumpismo’ en las primarias
La ausencia de republicanos moderados en la Cámara Baja es un mal presagio sobre la próxima sesión legislativa cuando obtenga la mayoría tal como se espera
La derrota anticipada de la congresista Liz Cheney en la elección primaria en Wyoming marca el fin de la tendencia moderada republicana en la Cámara de Representantes ante el dominio del ex presidente Donald Trump del Partido Republicano.
Cheney es una conservadora que ocupó el tercer puesto en la jerarquía republicana en la Cámara Baja con miras a ocupar la conducción del bloque legislativo. Todo se esfumó a partir del respaldo que la congresista, junto a otros nueve correligionarios, votaron a favor del juicio político a Trump por su responsabilidad en el ataque al Congreso del 6 de enero.
De esos 10 congresistas que consideraron que su lealtad al orden institucional y a la democracia por sobre la adulación a Trump, ocho con seguridad no estarán en la próxima sesión legislativa. De ellos, cuatro se retiraron para no enfrentar en una elección interna a un candidato reclutado, dos sobrevivieron los retos internos y otros cuatro cayeron derrotados, entre ellos Cheney.
La congresista sin sacrificar sus valores que la habían convertido en una figura conservadora, se convirtió en una conciencia incómoda para un partido que sucumbió ante el personalismo de Trump y sus ambiciones políticas desmedidas y antidemocráticas. Finalmente fue derrotada por una desconocida elegida por su lealtad a Trump.
Las elecciones primarias republicanas de este año reflejan el poder de Trump en la base partidaria y la vigencia de esa Gran Mentira de que al republicano le robaron la elección en 2020. En varios estados los candidatos republicanos a cargo de las futuras elecciones son seguidores de Trump y sus métodos.
La ausencia de republicanos moderados en la Cámara Baja es un mal presagio sobre la próxima sesión legislativa cuando obtenga la mayoría tal como se espera. Será una mayoría republicana dominada por el revanchismo de los seguidores más ruidosos de Trump.
No está claro cuál es la agenda más allá de la investigación por supuesta corrupción al hijo del presidente, Hunter Biden. Otra a Antonhy Faucci por el Covid-19 y por el desordenado retiro de las tropas estadounidenses de Afganistán. Se habla de juicios políticos por la política de inmigración e investigar las pesquisas que pesan sobre Trump. No faltan los que quieren un nacionalismo cristiano.
Cualquier voz disonante con esta agenda de un congresista republicano corre el peligro de seguir el camino de Cheney.
La esperanza es que tal como ocurrió durante la presidencia de Trump, el extremismo de la bancada solo sirvió para un recorte de impuestos. El resto fue dos años tratando de eliminar la Ley de Cobertura de Salud que dio seguro médico a millones de estadounidenses y nada más.
Los republicanos viven en el universo de Trump, con riesgo de ser excomulgado si no profesa su religión de quejas y mentiras. El resto miramos preocupados cómo proteger las instituciones ante un Partido Republicano que derrotó su conciencia democrática en la elección primaria.