Hallan culpable de todos los cargos al acusado de asesinar a repartidor mexicano
Deliveristas de Nueva York celebran el dictamen pero ponen en relieve la falta de seguridad en la realización de sus labores
Durante una audiencia celebrada en la Corte Criminal de Manhattan, un jurado halló al acusado Douglas Young de 40 años, culpable de haber asesinado al repartidor de comida e inmigrante mexicano Francisco Villalba. La sentencia, que será leída el próximo 6 de abril, se ubicaría en un rango de entre 25 años a cadena perpetua, según aclaró la fiscalía.
Eran las 3:30 de la tarde cuando una tercera nota enviada por el jurado al juez Gregory Carro envió de regreso a la sala, a los fiscales, el abogado defensor y el público conformado mayoritariamente por familiares y amistades del extinto trabajador.
Tras de seis horas de deliberación del jurado el lunes pasado, la señal de que este retorno era para escuchar la sentencia fue la presencia de al menos 15 elementos policíacos que el Estado de Nueva York asigna a las cortes. Cuando menos 10 de ellos rodearon al acusado de casi 6 pies 5 pulgadas (2 metros) de estatura y 220 libras (100 kilos) de peso, que cuenta con antecedentes de violencia doméstica, para persuadirlo de cualquier reacción desmesurada como la mostrada en video durante el juicio y que tuvo lugar en el interrogatorio que le realizaron tras su detención cuando se puso de pie y enfrentó a un agente que hacía su trabajo.
La valla de policías impidió a los asistentes ver su reacción cuando la secretaria del juez comenzó a interrogar al jurado:
“¿Para el cargo uno Intención de Cometer Asesinato?”
“Culpable”, dijo con firmeza el presidente de ese cuerpo ciudadano, sobre la acusación más grave del dictamen.
“¿Para el cargo dos Asesinato Mientras se Comete otro Delito Grave?”.
“Culpable” volvió a decir el joven que repitió la misma resolución para los restantes: Causar Lesiones Graves en un Robo; Robo por la fuerza con un Arma Mortal y los dos últimos que tiene qué ver con Portación de Arma de Fuego Cargada.
“Me siento satisfecha pues Francisco no merecía morir así y si el asesino quería su bicicleta se la hubiera llevado, pero no su vida”, susurró Margarita Villalba hermana del difunto segundos después de que el abogado defensor reuniera a la docena de familiares y amigos en un pasillo para darles un reporte final que el señor Martín Flores, familiar de los Villalba y uno de los pocos en el grupo que domina el inglés, se encargaba de traducir.
Devileristas piden mayor seguridad
Afuera sobre la Centre Street en la orilla del Collect Pond Park en el Bajo Manhattan, esos incondicionales de Francisco Villalba Vitinio y otros que se unieron tras el veredicto, improvisaron un pequeño mitin en el que pidieron a las autoridades mayor seguridad para su trabajo pues “a diario hay robos de bicicletas y accidentados” según denunció Juan Soriano uno de los que maneja la página en Facebook El Diario de los Deliveryboys en la Gran Manzana.
Según datos que ha ofrecido el propio alcalde Eric Adams, en la Ciudad de Nueva York laboran cerca de 65 mil repartidores de comida, la mayor parte de ellos inmigrantes latinos. A decir de la página de búsqueda de empleos, Talent.com, en Nueva York un deliver obtiene, en promedio, un salario anual de 39 mil dólares superando los 32 mil por año de Connecticut pero quedando muy atrás de los 56 mil que se genera el estado líder en el rubro, West Virginia, donde los riesgos de robo y accidentes son, además, mucho menores que en Nueva York.
Solano dice que desde hace dos años que ellos administran esa página que es sobre todo de servicios, llevan el registro de al menos 25 repartidores mexicanos que han muerto, casi todos por accidente siendo “Francisco Villalba el primero que muere asesinado” en aquella fatídica noche del 29 de marzo del 2021 cuando Douglas Young pretendió quitarle su bicicleta eléctrica. Las evidencias mostradas en el juicio probaron que Francisco se resistió al robo de su vital instrumento de trabajo y que incluso forcejeó con el hampón que finalmente decidió sacar su arma para activarla sobre el trabajador en ese momento de 29 años.
A pesar de que este caso tardó casi dos años en poderse resolver, al fin esta semana se entregó a los deudos un primer paquete de justicia con el veredicto de culpabilidad. Sergio Solano quien también es repartidor y ayuda a su hermano Juan en el manejo de la página de Facebook, sintetizó que “era lo que estábamos buscando pues teníamos la certeza de que queríamos justicia clara y hacer algo distinto con este caso: el de un indígena en la Ciudad de Nueva York que es el primero al que se le hace justicia”.
Con evidentes sentimientos enfrentados y un nudo en la garganta, Sergio detalló que “a partir de aquí será como un aniversario luctuoso que será triste, pero a la vez sabremos que la familia quedará tranquila pues los dos años que invirtieron aquí no fueron en vano”.
En esta última semana de proceso, la defensa llamó como testigo al propio acusado en un movimiento que ahora parece errado. Ante las preguntas de los fiscales, Douglas Young dijo que se dedicaba “a arreglar bicicletas”, pero en el interrogatorio de su detención había confesado ser “repartidor de comida”.
En aquel primer encuentro con la justicia, 40 días después del asesinato, le mostraron un celular hallado en el parque cerca de la escena del crimen que en ese momento negó fuera suyo. Pero al testificar ayer a su favor acepto la pertenencia del aparato, luego de que los fiscales no le dejaran opción ya que el lunes habían traído a una experta del Departamento de Policía de Nueva York, quien realizó un examen del celular del que extrajo detalles como llamadas y mensajes de texto realizadas por Young cuando menos de tres días antes que decidiera disparar un arma contra un inmigrante.
“Aquí no vemos a las organizaciones que presuntamente auxilian a los repartidores”, dijo con resentimiento Juan Solano afuera de la corte. “Aquí inicia otra lucha contra los que sólo nos utilizan y que ahorita están en sus oficinas pero que cuando saben de un repartidor muerto, corren para sacarse la fotografía y luego se olvidan”, acusó.
“Desgraciadamente la sociedad norteamericana de hoy no valora a los migrantes”, dijo por su parte Martín Flores quien rogó a la sociedad de Nueva York para que “abra sus ojos, su corazón, su sentido común y entienda” que los inmigrantes “no venimos a robarles su trabajo sino a dejar lo mejor de nosotros”. Leyó después un mensaje en inglés que en una de sus líneas decía “not inmigrante deserves to die the way Francisco Villalba die”.
Finalmente, Sergio Solano recordó como Francisco además de enviar dinero a sus padres estaba ahorrando pues quería construir su casita ya que “andaba enamorado pretendiendo construir una relación”.
A dos semanas de su muerte, esos sueños viajaron con Villalba dentro del ataúd que trasladó sus restos a Xalpaltlahuac, el pueblo de la montaña en Guerrero de donde es originario y en el que finalmente fue sepultado.