Largas listas de espera y opciones cada vez más reducidas para que inmigrantes recién llegados reciban clases de inglés en Nueva York
Un reporte del Centro de Futuro Urbano indica que el presupuesto asignado a programas de enseñanza del idioma, ya era deficitario incluso antes de la pandemia. Ahora, los recursos existentes son mínimos ante la gran demanda que empuja el aumento de la población recién llegada a la Gran Manzana
A las puertas del hotel Roosevelt del Manhattan, hoy convertido en uno de los principales centros de acogida de miles de inmigrantes en la Gran Manzana, Lucybell Chacón, una joven venezolana, de 28 años, espera su turno para ser albergada, sin tener una clara idea de lo que depara su futuro, aunque acentúa que “lo único que sé es que estoy huyendo de varios infiernos, no hablo ni papa (nada) de inglés. Pero sí tengo muchas ganas de trabajar y salir adelante”.
Lucybell tiene muy claro, como se lo han referido varios amigos y familiares, que no entender el idioma, le obligará a trabajos de mucho esfuerzo físico, porque no comunicarse en inglés, la distanciará de su sueño de ejercer su profesión.
Ella era enfermera en un hospital de Caracas. Y espera en algún momento retomar su carrera en EE.UU.
“En el centro de salud público en donde trabajaba, ganaba menos de $30 al mes. Incluyendo guardias nocturnas. Eso no me alcanzaba, ni para pagar el autobús. Me vine a ciegas. Sin inglés. Sin nada de recursos. Lo único que traje fue una profesión”, contó.
Precisamente la carrera de la inmigrante, que apenas cumple un mes en el país, es una de las más demandadas en el país. La proyección es que miles de cargos de personal asistencial quedarán vacantes en los próximos años.
Pero al igual que Lucybell, miles de profesionales que también forman parte del influjo de más de 110,000 inmigrantes, que llegaron a la ciudad de Nueva York,desde la primavera de 2022, tendrán que esperar algo de tiempo, primero para obtener las autorizaciones legales para trabajar y segundo poder lograr cierta fluidez en un idioma, que podría significar finalmente su carrera al éxito.
“En poco tiempo he visto mucho rechazo hacia nosotros. Pero he observado que aquí en los refugios hay de todo. Es verdad. Pero también hay profesores, médicos, ingenieros y muchos profesionales que solo quieren una vida mejor. Pero llegamos haciendo lo que sea. No queremos que nadie nos mantenga”, destacó la enfermera venezolana.
Pocos recursos para alfabetizar
En efecto, como destaca un informe presentado esta semana por el Centro de Futuro Urbano (CUF) titulado ‘Preparando la fuerza laboral del mañana’, reconfirma que una inyección de nuevos trabajadores podría ser una gran ayuda para la economía de la ciudad, en un momento en que muchos empleadores han estado luchando por cubrir puestos. La población de la ciudad se ha reducido en más de 300,000 personas.
Pero, incluso antes de la pandemia, la red de capacitación de la fuerza laboral que atiende a inmigrantes estaba luchando por ayudar a los 2,79 millones de residentes nacidos en el extranjero en edad laboral de la ciudad, incluidos más de 1,4 millones que tienen un dominio limitado del inglés, a emprender el camino hacia el empleo.
La conclusión es que la financiación gubernamental para programas de capacitación laboral específicamente para inmigrantes, “es insuficiente para satisfacer la creciente demanda y no se realiza un seguimiento claro, ya que proviene de diversas fuentes federales, estatales y municipales”.
En el caso específico del presupuesto del estado de Nueva York para 2024, incluye sólo $9,3 millones para la alfabetización de adultos, lo que representa la mayor parte de la financiación para las clases de personas que no tienen el inglés como primer idioma.
“Se trata de un aumento importante con respecto a hace unos años. Pero está muy por debajo de lo que se necesita. El presupuesto de la ciudad de Nueva York para 2024, proporciona considerablemente más dinero para la alfabetización de adultos (23,3 millones de dólares), pero eso representa un recorte del 11 por ciento respecto al año anterior”, destaca el reporte.
La interpretación de Jonathan Bowles, director ejecutivo de CUF, es que en este momento la ciudad de Nueva York ha dedicado cientos de millones de dólares para duplicar su capacidad de brindar refugio de emergencia a los solicitantes de asilo, pero se han comprometido muy pocos recursos para su alfabetización.
“La capacitación laboral que estos recién llegados necesitan para unirse a la fuerza laboral de la ciudad es un tema importante”, interpretó.
Largas listas de espera
Dado que se ha proporcionado la mayor parte de los fondos de emergencia para albergar a los recién llegados, el informe describe que los “líderes estatales deberían expandir el presupuesto de las clases de inglés”, que permitan a aquellos con dominio limitado, acceder a programas de capacitación laboral, obtener empleos y contribuir al futuro crecimiento económico de Nueva York.
Si bien la ciudad y el estado han dedicado más de $1,7 mil millones para proporcionar refugio de emergencia a casi 60,000 solicitantes de asilo a la vez, duplicando efectivamente la capacidad de refugio de la ciudad, ha habido pocos recursos para la infraestructura de alfabetización y capacitación que ayudará a esta última ola de recién llegados se convierte en neoyorquinos productivos.
Trece de las organizaciones, sin fines de lucro, entrevistadas para esta investigación, dijeron que sus programas tienen listas de espera, y cada una de ellas comúnmente rechaza a cientos de personas.
Un programa en Lehman College, que ayuda a enfermeras inmigrantes a mejorar sus habilidades en el idioma inglés y obtener certificación para un empleo, ha tenido 600 solicitantes para 20 plazas.
También la organización New Immigrant Community Empowerment (NICE) una organización basada en Jackson Heights, Queens, reporta una lista de espera de entre 300 y 400 personas para las clases básicas necesarias para ser elegible para trabajar en sitios de construcción.
De manera similar, el Center for Family Life en Sunset Park, en Brooklyn, inscribe a 300 personas en sus programas de inglés para hablantes de otros idiomas cada año, pero recientemente tenía más de 700 personas en su lista de espera, mientras que Greenwich House, con sede en Manhattan, tiene capacidad para 60 estudiantes en su programa de enseñanza de inglés, pero tiene entre 300 y 500 en su lista de espera.
Algunas organizaciones, ni siquiera mantienen listas de espera, porque dan “falsas esperanzas”.
Aquí se habla inglés
Otro desafío clave es que pocas de las organizaciones de capacitación laboral de la Gran Manzana que atienden a inmigrantes, tienen la capacidad de brindar instrucción y servicios en idiomas distintos del inglés, lo que las lleva a rechazar a miles de personas.
En este sentido, Stephanie Birmingham, directora de operaciones de la Coalición de Capacitación Laboral de NYC, precisa que 52 de sus instituciones miembros indican que los inmigrantes, refugiados o solicitantes de asilo son parte de sus principales poblaciones atendidas.
A pesar de eso, expone que “el inglés es el idioma principal en el que se imparten los programas” y que sólo “un pequeño grupo de proveedores” ofrecen cursos en idiomas distintos del inglés.
Una excepción que destaca el reporte de CUF, es la Biblioteca Pública de Queens, que ofrece un programa de capacitación empresarial, que funciona en inglés y español, y se está expandiendo al chino. Pero en realidad muy pocas organizaciones tienen esa capacidad.
“Sin tiempo”
Otro inmigrante nicaragüense que para esta entrevista se identificó como Luis Martínez, de 30 años, relata que luego de tres meses albergado en una ‘shelter’ de la ciudad de Nueva York, asegura que ni siquiera “ha tenido tiempo de pensar en clases de inglés”.
“Hay prioridades. Agradezco mucho el apoyo de Nueva York. Traté de inscribirme en un curso que me indicaron, cerca del albergue en donde estoy en Brooklyn, pero las listas de espera eran muy largas. Y los horarios me chocan con el trabajo. Al llegar, la mayoría de nosotros lo que necesita es empezar a producir dinero”, compartió.
Luis reconoce que incluso para trabajar como delivery, lo cual no es un trabajo profesional, se requiere un “mínimo de inglés”.
“Hay clientes que cuando le llevamos el pedido, nos hacen preguntas. Y cuando no le puedes responder, te tratan como basura. Aprender un nuevo idioma bien, lleva años. Depende de cada persona y el tiempo que le dediques. Pero el problema es que al llegar tu única emergencia es trabajar”, comenta quien en el país centroamericano trabajaba como técnico de electricidad.
Las angustias de Luis no son un hecho aislado, se estima que sólo 40,000 de los 1,6 millones de personas mayores de 18 años, toman clases de inglés cada año en la ciudad de Nueva York.
La Coalición para la Alfabetización de Adultos de la Ciudad de Nueva York expone que la financiación municipal y estatal combinada es “tan inadecuada que menos del 4% de todos los neoyorquinos adultos, que podrían beneficiarse de la educación en alfabetización pueden tomar clases cada año”.
“Este es también un derecho humano básico: recibir educación en el idioma dominante de la sociedad, en la que uno se encuentra para que pueda lograr seguridad y estabilidad más plenamente”, interpreta Ira Yankwitt, director ejecutivo del Centro de Asistencia Literaria, un organización sin fines de lucro que apoya el sistema de educación de adultos.
La tendencia en los últimos cinco años es que un tercio de la población adulta que reside en la ciudad de Nueva York, 2,2 millones de personas, no dominan el inglés o no están en posesión de un título de secundaria.
No solo para nativos del idioma español
Con el nuevo influjo migratorio, mayoritariamente de países de países de habla hispana, provenientes de Venezuela, Ecuador, Cuba, Nicaragua y países centroamericanos, la necesidad de inversión en clases de inglés apunta a recién llegados de países hispanos. Aunque de manera creciente, desde el pasado verano, se comprobó una ascendente demanda de inmigrantes originarios de países africanos, que tiene como principal lengua el francés.
En el Centro La Colmena de Staten Island desde el año pasado siguen abriendo más clases de inglés, particularmente para inmigrantes recién llegados, siempre hay listas de espera y una demanda que solo se eleva día tras días.
“Como nunca antes, estamos recibiendo a personas adultas que están motivadas a aprender el idioma. Muchas veces es muy complicado lograr cuadrar los horarios, pero hacemos todo lo que esté a nuestro alcance para ampliar este adiestramiento, que es vital para que se incorporen a su nueva vida”, explicó Yesenia Mata, directora de La Colmena.
La activista destaca que afortunadamente una de las docentes que trabaja en asociación con esta organización, también habla francés, porque han observado una oleada de personas provenientes de Africa, que demandan también estos adiestramientos
Bibliotecas abarrotadas de aspirantes:
- 5.500 personas reciben clases de inglés anualmente en 34 sucursales de la Biblioteca Pública de Nueva York, ahora tienen una lista de espera de 1,500 personas a las que el sistema no puede atender.
- 1,800 personas están en lista de espera en la Biblioteca Pública de Brooklyn, mientras que normalmente el sistema atiende normalmente entre 500 y 600 estudiantes por año
- 3,000 personas por año atiende la Biblioteca Pública de Queens para instrucción básica, intermedia y avanzada de inglés. Ahora tiene una lista de espera de 2,000.