Columna de la Dra. Nancy Alvarez: ¿Cuántos orgasmos podemos tener?

Nosotros, por la cultura judea-cristiana, estamos llenos de tabúes hacia la sexualidad. Y esto nos lleva a un sexo muy mecánico, casero y rutinario.

orgasmo

Crédito: Shutterstock

Entrevistas y encuestas sobre cuántos orgasmos pueden tenerse en una noche de amor me han llevado siempre a una triste conclusión: qué mal estamos los latinos, sexualmente hablando.

Según las conclusiones que saco de esas opiniones, la mayoría de los latinos que viven en EEUU tienen un sexo aburrido, mecánico y pobre. Es una pena. Solo unos pocos consideran que pueden tenerse más de 20 orgasmos en un encuentro sexual.

Antes se creía que solo una cantidad mínima de mujeres eran multiorgásmicas, o sea, con la capacidad de tener muchos seguidos. Hoy sabemos que toda mujer tiene esa capacidad. Si lo es o no, depende de que su compañero la estimule tan pronto empieza a “bajar”, a entrar en la etapa de resolución. Al ser estimulada sexualmente, al poco tiempo del primero, logra que la mujer tenga uno, dos, tres, cuarenta si quiere, con algo maravilloso: el último es tan fuerte y placentero que será casi una experiencia de éxtasis.

Después, se creía que los hombres no podían tener más de un orgasmo. Ya es ciencia que sí logra separar la eyaculación del orgasmo, con ejercicios simples. Puede ser multiorgásmico como la mujer, lo único que debe aprender es a tener orgasmo sin eyacular. Esto se consigue adquiriendo control sobre el músculo pubocoxigeo. Hará el amor toda la noche sin parar, hasta que no quiera más y entonces eyacule.

Este tema es tan viejo como la humanidad. En Oriente, el famoso sexo tántrico es algo que se practica. Consiste en aprender a tener orgasmos múltiples, entre otras cosas. Ellos descubrieron, mucho antes que la ciencia, que mientras más veces nos acerquemos y lo detengamos, más fuerte y gratificante será el orgasmo final. Hicieron del sexo una experiencia de éxtasis, plena, un arte.

Nosotros, por la cultura judea-cristiana, estamos llenos de tabúes hacia la sexualidad. Y esto nos lleva a un sexo muy mecánico, casero y rutinario. Ojo, hombres, si algo odia una mujer es el sexo monótono. El hombre, por su miedo a perder la erección, tiende a ir directo al grano.

Además de que se satisface mucho más rápido que la mujer, no disfruta y termina siendo muy mal amante. Las mujeres queremos un amante de mano lenta, adoramos el sexo gourmet, que es como una buena cena: despacito, suavemente y tomándose su tiempo.

La mayoría de los hispanos tenemos mucho que aprender sobre el tema. Hemos confundido la práctica con la teoría. Los hombres hispanos, sobre todo, practican mucho, pero en teoría, en conocimiento sobre sexo, sacan cero si le dan un examen. Sin teoría no puede haber buena práctica. La sexualidad es algo que se desarrolla y nace con nosotros. Los límites los ponemos nosotros mismos. En el placer sexual, el cielo es el límite.

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