Latinos de NY se quitan “el overol” y se ponen “la capa de artista”
Inmigrantes que se ganan la vida en trabajos variados, promovieron el Primer Festival Internacional de coros latinos
Nueva York es una ciudad mágica, pero si uno se descuida, puede terminar siendo una máquina que se come los sueños y hasta la vida entera de quienes “cruzan al otro lado del charco”. Y aunque hay que ganarse la vida, incluso trabajando en oficios varios, quienes son artistas, al mejor estilo de buenos malabaristas, tratan de hacerle el quite a la rutina para mantener vivo su arte, crear comunidad y conectarse con sus raíces musicales.
Ensayar, disfrutar, ponerse la mejor pinta y entregar al público conciertos, donde el talento y la disciplina se mezclan con “el deseo de ayudar a sanar el alma”, y “mover fibras en los espectadores”, son principios que empujan a músicos y cantantes como Alexandra Castaño, a “no meterse solo de cabeza” al trabajo sino a sacar tiempo para cultivar su pasión: el canto coral.
Y como si se tratara de una cadena de deseos, sueños, compromiso y ganas de mostrarle al mundo que en la Gran Manzana los artistas latinos tienen mucho qué mostrar, y que ofrecen una plataforma para que músicos de otras partes del país y del mundo presenten su arte, el fin de semana se inauguró en Nueva York el primer Festival Internacional de coros Latinoamericanos. Bajo la batuta del coro Cappella Sur, promotor del encuentro, y con el apoyo del Taller Latinoamericano, otras agrupaciones como la Polifónica de Puig- Reig, de Barcelona, el Coro Argentino de Minnesota, y el coro de Naciones Unidas SRC Singers, son los protagonistas.
“Este festival es un gran logro, pues hemos trabajado duro para hacerlo posible, más cuando hace falta esta clase de eventos para la comunidad hispana, porque es una forma de conservar y cultivar nuestra cultura musical a través del canto, a la vez que podemos enseñar a la gente de Nueva York todo lo que pueden ofrecer nuestras culturas diversas”, comenta la soprano colombiana, quien ha combinado su amor la música con todo tipo de trabajos desde que se fue de su país, hace casi 20 años.
“Yo llegué aquí como una inmigrante más, sin privilegios de ninguna clase. He trabajado en restaurantes, cafés y panaderías, pero siempre estuve buscando la música, porque es mi pasión y creo que no podemos ponernos solo a trabajar y trabajar sino que también hay que alimentar nuestras pasiones“, dice Alexandra, quien al principio formó un dúo de música con el que tocaba en varios lugares mientras seguía trabajando. “Quienes formamos el coro hacemos todo tipo de trabajos y cuando terminanos nos quitamos el overol y nos ponemos la capa de artistas para hacer lo que más nos gusta, que es cantar. Tenemos claro que el arte cura y este Festival es además una forma de darnos a conocer, de elevar nuestro valor como hispanos en Nueva York y de celebrar nuestra diversidad y ser felices: cantar nos da felicidad y es una forma de curarnos”.
Guillermo Vaisman, director del coro Cappella Sur y fundador del Primer Festival de coros latinos en la Gran Manzana, comparte ese sentir y advierte que a pesar de las responsabilidades laborales que envuelven a la mayoría de latinos en la ciudad, hay que sacar tiempo no solo para dar rienda suelta a los sueños y pasiones sino para apreciar las muestras que los artistas de canto coral tienen para compartir.
“La mayoría de los inmigrantes que venimos a Nueva York, no lo hicimos porque nos guste el clima, sino por la ilusión de poder trabajar más y poder tener mejores oportunidades. Incluso muchos llegan desesperados por situaciones en las que sus vidas corren riesgo. Y aunque en los primeros años aquí se desdibuja un poco la conexión con la actividad cultural, con el tiempo la curiosidad nos vuelve a reconectar con las artes y muchos artistas resurgen y florecen”, comenta el músico, quien lleva dirigiendo coros hace casi 50 años desde que vivía en su natal Río Piedras, Argentina.
El director coral explica además que la idea del Festival nació de la necesidad de unirse con otros coros a compartir sus pasiones.
“Cappella Sur es un coro de cámara pequeño en el que hacemos música en español de pueblos sudamericanos y de El Caribe, y decidimos invitar a otros coros en un evento que vemos como una reunión de amigos porque compartimos el amor por el canto coral. Vienen músicos de España, de Minnesota y artistas de Nueva York”, menciona el argentino, al tiempo que hace un llamado a los latinos de la Gran Manzana a que se acerquen más al repertorio que grupos corales ofrece. “Nos falta más conciencia entre los hermanos latinos para participar en estos eventos. Las expresiones culturales de los lugares de donde provenimos son muy atractivas, y muchos latinos son artistas maravillosos no solo en la música sino en otros campos; hay escultores, bailarines, poetas, hay de todo y aunque hoy estén en trabajos variados que no están en desmedro, tienen mucho que ofrecer”.
Y al hablar del coro que fundó en el corazón de la Gran Manzana, Vaisman lo describe como “un grupo de artistas, cantantes, músicos, inmigrantes, y viajeros que se dedican a promover la música de Latinoamérica, a través de obras corales en Nueva York y Estados Unidos en general”.
Ramón Holguin, integrante del movimiento de música coral de la ciudad, y quien se gana la vida en un área laboral diferente a la música, se ha destacado con interpretaciones de la 9ª Sinfonía de Beethoven, la Misa en Do de Mozart, la Cantata Criolla de Antonio Estévez, la Sinfonía Nº 8 en Mi bemol mayor de Gustav Mahler, no esconde el orgullo que le produce mostrar su arte en la Gran Manzana.
“De todas las experiencias artísticas, la más gratificante e importante es la oportunidad de representar y divulgar el folclore y la música de América Latina en una ciudad tan multicultural como Nueva York, especialmente en tiempos en los que la inmigración está siendo vista bajo una luz negativa”, asegura el tenor venezolano. “La oportunidad de formar parte de la creación del Primer Festival de Coros Latinoamericanos Cappella Sur en un lugar y momento como este es de gran importancia y motivo de orgullo. Es la oportunidad de mostrar la riqueza cultural, la felicidad y la diversidad que la población inmigrante aporta a este crisol universal que es Nueva York”.
Mariela Alonso, quien vive en la Ciudad de los Rascacielos desde el 2003, insiste en que el coro al que pertenece, Cappella Sur, no solo le permite desconectarse de la rutina diaria sino que se vuelve su medicina para avivar su pasión por la música y de paso conectarse con los corazones de otros músicos.
“Todo esto me da un espacio para la expresión musical, para la creatividad, para el desarrollo de amistades, especialmente en un país nuevo. Me permite la conexión con la cultura para mantener vivas las raíces propias y la posibilidad de conectarme con las raíces de otros países latinoamericanos, algo que es muy importante”, comenta la intérprete, quien describe la música coral también como un espacio de solidaridad y para hacer comunidad.
Guillermo Vaisman, director del coro Cappella Sur y fundador del Primer Festival de coros latinos. Foto Edwin Martinez.
La cantante agrega que los coros latinos, que incluyen interpretaciones de temas de son cubano, boleros, chamamé, y otros ritmos latinoamericanos, buscan conectar a los pueblos y mover corazones.
“Este festival es un evento muy importante para nosotros en el desarrollo de la música coral, y es grandioso para expresarnos y promover la cultura latina y nuestros ritmos latinos que son tan complejos pero que al mismo tiempo te hacen mover el pie y te hacen querer moverte todo y cantar, y tocar los corazones de la gente. Nos emociona y emociona a la audiencia”, dice la artista coral.
“Queremos llevarle a los latinos de Nueva York un poquito del corazón que compartimos, y a los que no son latinos, los invitamos también para que conozcan estos ritmos maravillosos que los van a hacer bailar y llenarse de emoción”, comenta.
Cantantes corales ensayando para su presentación en el Festival. Foto Edwin Martínez